Comunicado de la Asmablea contra el TAV
ante los últimos acontecimientos
POR
UN NO ROTUNDO AL TREN DE ALTA VELOCIDAD
La
decisión de la Unión Europea de excluir el proyecto
de Tren de Alta Velocidad para la Comunidad Autónoma, conocido
como la Y-vasca, de la lista de infraestructuras prioritarias desde
el punto de vista de la finaciación con capital europeo, ha
provocado un gran revuelo entre las instituciones vascas y los medios
de comunicación, suscitando acusaciones al Gobierno central
y toda una ofensiva de presiones a favor de la reconsideración
de tal decisión, en concomitancia con las Cámaras de
Comercio Vascas, las autoridades regionales de Aquitania y el conjunto
de fuerzas del llamado lobby atlántico. El Consejero del Departamento
de Transporte del Gobierno Vasco, Alvaro Amann, ha llegado a decir
que la no puesta en práctica de tal proyecto significaría
un retraso de 50 años en el “desarrollo” de Euskal
Herria.
Ante esta situación, la Asamblea
contra el TAV, en coherencia con la postura defendida desde hace muchos
años, desde que se iniciaron los primeros balbuceos de este
funesto proyecto, quiere volver a insistir en que, muy contrariamente
a lo que se está defendiendo desde las instituciones vascas
y estatales y las fuerzas políticas y económicas que
las sustentan, este proyecto, si siguiera adelante, tendría
unas gravísimas consecuencias de toda índole sobre la
población y nuestro entorno, hipotecando nuestro futuro y nuestro
modo de vida por muchos años.
De entrada, este proyecto se encuadra
dentro de los intereses y del diseño de las grandes multinacionales
europeas, verdaderos motores y directores de la economía europea
dentro del contexto de la globalización económica que
estamos viviendo, quienes en su constante búsqueda de negocios
y de ampliación de mercados, han convertido Europa, la Europa
del Norte y del Sur, del Este y del Oeste, en su nuevo espacio de
operaciones. Dentro de la descentralización productiva que
les permite rentabilizar al máximo los recursos económicos
y humanos de cada uno de los rincones del espacio europeo, bajo el
paraguas de una gran concentración y potencia financiera, el
transporte, tanto en su versión de autopistas, como de trenes
de alta velocidad, entendidos como complementarios, es esencial. Y
ello independientemente de los vaivenes que se puedan dar, según
las coyunturas y relaciones de fuerzas, en las prioridades de unas
infraestructuras sobre otras, como parece que es el caso actual de
la Y-vasca.
Nuestros caciques de Euskal Herria,
no han querido, no quieren, perder la gran oportunidad de negocio
que también a ellos les permite tal situación, forjando
un proyecto de Euskal Herria –o Euskal Hiria- de cemento e infraestructuras,
que se busque un hueco dentro de la Europa capitalista en marcha.
Y a ello responde la Y-vasca.
Sin embargo, los intereses de la gente
de la calle, de la población en general, no pasan por esos
ejes ni mucho menos. De hecho, los impactos de la Y vasca –así
como los del corredor navarro también en perspectiva- van a
ser muy graves. Y graves desde muchos puntos de vista, tantos que
es imposible ennuciar. Partiendo de que no responde a las necesidades
de movilidad y de comunicación de la gente sino a las de los
grandes negocios, las agresiones sobre la naturaleza y los ecosistemas,
la inmensa ocupación del territorio y de tierras fértiles,
las expropiaciones de tierras, el gasto de energía, la mayor
concentración urbana, el menoscabo aún mayor de la agricultura,
el gran fraccionamiento del espacio, la marginación de los
pueblos y las comarcas, la absorción de grandes presupuestos
en detrimento de otras necesidades y sobre la base de nuestro bolsillos,
junto a un largo etcétera de otros impactos, nos lo quieren
vender a cambio de un fantasioso ahorro de tiempo en los traslados,
que no serán los nuestro, y en referencia a eso, convertido
en gran Dios, que llaman progreso.
Todo embadurnado, de esa palabra comodín
y prostituída, llamada sostenibilidad o desarrollo sostenible.
Y amenazándonos con que si no se lleva a la práctica
el proyecto, sufriremos un retraso de 50 años. Con algo parecido
nos amenazaban si no se llevaba adelante el proyecto de Lemoiz: que
volveríamos a las cavernas. Pero aquí estamos. Nosotros
somos de los que creemos sin embargo, que eso que llaman progreso,
es lo que está generando por todas partes y para muchos millones
de personas, hambre, falta de alimentos, crecientes deudas externas,
perversión de las economías, miseria, marginación,
dependencia, emigración, despilfarro y agotamiento de los recursos,
cambios climáticos y desequilibrios de todo tipo, a cambio
de gran riqueza para unos pocos –con enorme poder- y un cierto
“estándar” de consumo para unos cuantos más.
Dentro de esta barbarie, algunos se
empeñan en querer dar alternativas concretas, en terrenos también
concretos como es por ejemplo aquél al que nos estamos refiriendo,
el TAV –y el transporte en general- pero sin tener en cuenta
todo el entramado económico-social en el que se inserta y al
que se debe. Tiene poco sentido ofrecer alternativas al TAV si no
se busca un modelo económico-social alternativo a este que
requiere y es alimentado por el excesivo transporte.
Y otro tanto podríamos decir
sobre el debate entre “agentes sociales”. No hay consenso
posible entre “agentes sociales” con intereses absolutamente
contradictorios. Hay un muro infranqueable entre quienes defienden
una Euskal Herria del cemento e infraestructuras –los que tienen
el poder y concentran un cuasi-monopolio de los medios de comunicación-
y la población que los sufrimos. Otra cosa sin embargo, es
hablar de un debate e información entre la población,
de cara a rechazar estos salvajes proyectos, desde la base, desde
los pueblos, comarcas y ciudades, ejerciendo al menos mediante nuestra
oposición, nuestra capacidad de participación y decisión.
A pesar de la absoluta y premeditada
falta de transparencia informativa de las instituciones, y muy contrariamente
a lo que dicen, la oposición al proyecto del TAV es muy fuerte
en Euskal Herria, como se ha demostrado, dentro de una gran variedad
de matices y una gran pluralidad de posturas, entre numerosísimas
personas y movimientos sociales. Hoy, más que nunca es preciso
fortalecer el rechazo más contundente a este proyecto, una
ocasión propicia es asistir a la manifestación del lunes
día 8, a las 12 de la mañana, en Durango en contra del
proyecto del TAV.