El vacío del ocio es el vacío de la vida en la sociedad actual, y no puede colmarse en el marco de esta sociedad. Esto es lo que refiere, y al mismo tiempo oculta, todo el espectáculo cultural existente, dentro del cual podemos distinguir tres grandes formas:
Subsiste una forma "clásica", reproducida en estado puro o prolongada por imitación (por ejemplo en la tragedia, en la cortesía burguesa). Existen a continuación infinidad de rasgos de un espectáculo degradado, que es la representación de la sociedad dominante puesta al servicio de los explotados para su propia mistificación (los juegos televisados, casi todo el cine y la novela, la publicidad, el automóvil como signo de prestigio social). Finalmente existe una negación vanguardista del espectáculo, a menudo inconsciente de sus motivos, que es la cultura actual "en lo que tiene de original". A partir de la experiencia de esta última forma la "rabia contra la cultura" se une a la indiferencia de la clase proletaria ante todas las formas de la cultura del espectáculo. El público de la negación del espectáculo no puede ser, hasta el fin del espectáculo, más que ese público -sospechoso y desgraciado- de los intelectuales y artistas separados. Porque el proletariado revolucionario, manifestándose como tal, no podría constituirse en nuevo público, sino que se haría totalmente activo.
No existe el problema revolucionario del ocio -del vacío a colmar- sino un problema del tiempo libre, de la libertad a tiempo completo. Ya lo hemos dicho: "No hay libertad en el empleo del tiempo sin la posesión de los instrumentos modernos de construcción de la vida cotidiana. El uso de tales instrumentos marcará el salto de un arte revolucionario utópico a un arte revolucionario experimental." (Debord, "Tesis sobre la revolución cultural", Internationale Situationniste, nº 1). La superación del ocio en una actividad de libre creación-consumo no puede entenderse más que en relación con la disolución de las artes del pasado, con su mutación en modos de acción superiores que no rechacen ni supriman el arte, sino que lo realicen. El arte será de esta forma sobrepasado, conservado y superado en una actividad más compleja. Podrán reencontrarse parcialmente en ella sus antiguos elementos, pero transformados, integrados y modificados por la totalidad.
Las vanguardias anteriores se presentaban afirmando la excelencia de sus métodos y principios, que debían juzgarse inmediatamente en sus obras. La I.S. es la primera organización artística que se basa en la insuficiencia radical de todas las obras permitidas, y su significación, su éxito o su fracaso, no podrán juzgarse sino con la praxis revolucionaria de su tiempo.