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"Antes
muerta que sencilla".
Faustina Patterson |
1.
Es conocido, las marcas quieren vender
cosas, pero saben que sólo sobrevivirán
en el mercado postmoderno si se asocian
con éxito a la representación
estilizada de una forma deseable de
vida: sea el joven vividor del Martíni,
o el del vaquero solitario y duro del
Marlboro country. YOMANGO,
mira tú por donde, no te va a
vender nada, pero también te
puede proponer un estilo de vida.
2.
En los 50 y los 60, en la era fordista
del capitalismo, la normalidad era un
estilo de vida definido por su respetabilidad
y cualquier otra cosa era mear fuera
del tiesto. Ahí apareció
la contracultura y la enésima
bohemia: en aquellos felices tiempos
las extravagancias, lo negro, lo raro,
era revolucionario... Pero eso se acabó:
en el capitalismo cultural, el postfordista,
las diferencias, los estilos de vida
alternativos no son sino sectores de
mercado a ser atendidos y servidos,
es decir, comprados y vendidos a mayor
gloria del capital. ¿Podríamos
proponer estilos de vida, modos de hacer,
que no fueran inmediatamente deglutibles
como cualquier otra moda? Si llevar
ropa vieja, o vaqueros desgarrados o
gorra de rapero se ha podido insertar
en la lógica económica
del capitalismo tardío: ¿sucedería
lo mismo con un estilo de vida YOMANGO?
3.
El capitalismo cultural sobrevive mediante
la explotación de la inteligencia
y la creatividad colectiva. El mercado
se nutre de las ideas, de las formas
de vida, de las múltiples maneras
en que la gente se expresa mediante
la palabra, el vestido, los gestos,
la sexualidad... El capital se apropia
de tus deseos, de tus expectativas,
de tu experiencia...y luego te la pretende
vender en una forma alienada, tonta
y cara por lo general, ajena a ti, convertida
en "cosas" que tú puedes
comprar. El estilo YOMANGO
propone "reapropiarse", legitimar
y extender la "expropiación"
de lo que, de hecho, previamente a su
conversión en "cosas",
pertenece al común. YOMANGO
pone al alcance de tu mano lo que es
tuyo y, todo sea dicho, está
al alcance de tu mano. |
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4.
El mercado ofrece una falsa alternativa, una
falsa libertad de elegir entre una u otra
vía para destinar tu dinero, tu deseo
o tus ilusiones, hacia esta marca o aquella,
casi siempre en beneficio del mismo empresario.
YOMANGO acomete la libre
concurrencia afirmando: la verdadera alternativa
es DINERO vs. YOMANGO. El
resto es comercio. El resto es trabajar consumiendo.
YOMANGO no es trabajo explotable:
es una forma extraña de gratuidad mediante
la paradoja: dinero
gratis. YOMANGO es la
mano que en una danza insumisa traza en el
aire de tu centro comercial el arco del deseo,
sin mediaciones: directo del estante a tu
bolsillo, sin dinero ni tarjetas.
5.
"Mangar", obtener las cosas "bajo
manga" tiene su gracia y su técnica:
YOMANGO así es también la producción
de herramientas (ropas, complementos, instrumentos...)
y el afianzamiento gestos cotidianos (comportamientos,
acciones...) para vivir YOMANGO. No es una
cuestión de secretitos ni de complejas
tecnologías, se trata de hacer viable
un sabotaje cotidiano y gozoso al capital.
Se trata de inventar nuevos gestos que, en
su repetir, abran nuevos mundos en los que
habitar: "comprar" es un ejercicio
pasivo, aburrido, alienante, un acto socialmente
predeterminado. "Mangar" no sólo
puede ser un acto de sabotaje con el que consigues
los ingredientes para el cocido, puede ser
también una práctica creativa
y excitante.
6.
YOMANGO no es el fomento de la propiedad privada
por otros medios. No propone la acumulación
de cachivaches y quesos camembert. Consiste
en llevar al extremo la libre circulación
de bienes. Redescubre la generosidad, el capricho,
la indeterminación. Reaprópiate
y haz circular, satisface los deseos y necesidades
de tus semejantes. Invita en tu casa a cenas
YOMANGO. Cuando un desconocido te regala un
fuet.. eso es YOMANGO.
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7.
Pues igual que el mercado coge tu deseo y
lo convierte en cosa, resulta que coge los
espacios públicos y los convierte en
hipermercados, donde no hace ni frío
ni calor y donde hasta mear cuesta dinero.
Es como si hubieran comprado la plaza mayor
de tu pueblo y le hubieran puesto cámaras,
guardias y cajeras. Buen rollito mientras
juegues el juego para el que está hecho
su tablero y aceptes las reglas de una abundancia
que es la otra cara de la precariedad -azafatas,
camareros, la chica que cuida de tus niños
en el castillo hinchable.
Seas cliente o empleado, ¿qué
más dará?, YOMANGO
y YOPITO plantea
convertir esos maravillosos sitios en lugares
de conflicto comestible: completa tu salario
mediocre arrasando con lo que puedas, llévate
ropa de la tienda, come y da de comer gratis,
haz la vista gorda cuando veas asomar el jamón
por debajo de ese abrigo.
8.
Amas de casa, adolescentes, jubilados... son
los que más mangan, desde hace tiempo.
YOMANGO sólo será
interesante si logra conectar con toda esa
gente en su terreno, si no se limita a ser
el enésimo gesto de retórica
desobediente de antiglobis y modernillos.
RAPSESIONES-YOMANGO
es un punto de encuentro donde intercambiar
maquetas, cd's y consejos, donde circulan
las fichas del GordoPilo y donde le sacamos
punta al hiphop como cultura de resistencia
y sabotaje.
9.
YOMANGO es una franquicia
que te montas donde quieres. El estilo YOMANGO
es un proceso abierto. Crea herramientas,
prototipos y dinámicas que fluyen y
proliferan, que esperan ser reapropiadas y
circular. Una marca que es de todo el mundo.
Que va y viene del común. Y recuerda:
YOMANGO, sólo en tu
centro comercial.
10.
YOMANGO.
¿Lo quieres?... Lo tienes. | | | |
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