Fiambrera Obrera / El Retorno

De la Acción Directa
como una de las Bellas Artes

 

En la primavera del 1999 la dirección del Macba, en Barcelona, nos llamó a los fiambreras para pedirnos que organizáramos un taller en el museo, al que deberían venir algunos de los grupos con los que veníamos colaborando en esos tiempos y que, al parecer, tenían cierto mérito a los ojos del museo: se trataba de Reclaim the Streets y su grupo de medios, luego parte de Indymedia en Londres, de la red centroeuropea "Ninguna persona es ilegal", del AFRIKA Gruppe, de Ne pas plier, de Rtmark...

Lo que el museo nos pedía era el clásico taller-de-museo con una treintena de asistentes que pagan matricula para oir y confraternizar con una serie de ponentes destacados.

Por supuesto les contestamos que ese no era nuestro modelo (de hecho no teniamos modelo alguno, aunque eso ellos no lo sabían). Que no ibamos a invitar a cinco ponentes famosetes de allende las fronteras para que vinieran de paseo a Barna, que creíamos que debían venir equipos de trabajo más amplios y capaces de establecer vinculos de trabajo reales con los grupos que, de hecho, estaban ya trabajando en Barcelona en frentes, por mentira que parezca, muy similares a los que estos grupos trabajaban en sus respectivas zonas.

La dirección del museo aceptó el planteamiento y nos dejó trabajar con entera libertad: unos cuantos echamos el verano entero hablando con unos y otras, explicando proyectos aquí y allá, de forma que para octubre habíamos conseguido conectar a cada uno de los grupos visitantes (en vez de las previstas cinco personas, vinieron unas 25) con grupos de Barcelona: así Reclaim the Streets entraría en contacto con un grupo de gente interesada en montar Indymedia en Barna, Ninguna persona es ilegal trabajaría con las redes que por aquel entonces estaban implicadas en la dinámica de los encierros, Ne pas plier con grupos de parados del Besós, etc...

Por supuesto eso implicaba también cambios en todo el proceso del taller: el museo tuvo que habilitar un espacio de trabajo a modo de taller permanente, el local de Joaquin Costa ("el cuartelillo") donde la gente podía encontrarse y trabajar antes, durante y después de las presentaciones que, por supuesto, se harían al alimón entre la gente de los grupos de Barna y los artistas invitados, con el objetivo manifiesto que de esas sesiones salieran reforzados y rearmados los proyectos locales existentes.

¿Podía semejante modelo de trabajo realizarse cobrando matrícula a la gente interesada en trabajar?

No, y por ello se negoció con el museo que toda la gente interesada en colaborar en los proyectos estaría exenta de matrícula. Unos dias antes de la cosa había 90 y tantas personas apuntadas en la lista de colaboradores y unas 3 en la de espectadores. Otra cosa hubiera sido muy mala señal.

Ya no cabíamos en el salón de actos del museo y por si fuera poco la gente de "Contrainfos" indignados por el hecho de que un taller denominado "De la Acción Directa como una de las Bellas Artes" fuera a realizarse en un museo tan poco directo y tan poco activo como el Macba, plantearon un boicot al taller. Se montó algo de pollo entre partidarios y detractores de la opción del taller-en-el-museo, pero rápidamente se solventó el tema desplazando las presentaciones al "Espai Obert" un espacio autogestionado de reuniones y trabajo. Los partidarios del boicot pensaban que el museo, interesado en el efecto propagandístico de llevar a los apaches a su salón de actos, no aceptaría el cambio de ubicación. La dirección del Museo aceptó el cambio sin ningún inconveniente, y eso que tuvo que poner dinero para optimizar los equipos de sonido del Espai Obert y facilitar las traducciones simultaneas y demás.

En las presentaciones públicas hubo una media de unas 250-300 personas y en las sesiones de trabajo en el cuartelillo se llegó a cifras cercanas al centenar.

Nadie cobró un duro por su trabajo, ni organizadores ni ponentes. Todo el presupuesto se fue en viajes, alojamientos (en una pensión de las Ramblas con la que el museo nunca había tenido tratos al parecer) y aunque hubo acertadas críticas de falta de transparencia asamblearia de la cosa, despues de unas cuantas purgas todo el mundo quedó bastante contento y a la expectativa de qué iba a suceder luego.

Todos los días habia comida en el Quatre Pasos para toda la gente de fuera y para el máximo número posible de los locales, por supuesto había algunos que se colaban todos los días y otros que no llegaron a tocar mesa, pero eso pasa en las mejores familias, o eso leo.

 

 

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Las Agencias

Ya durante los talleres y a sugerencia Javi de Reclaim salió la idea de hacer algo así como una "Agencia Gráfica" capaz de poner en contacto gente que supiera hacer gráfica y gente que supiera qué hacer con ella. También la dirección del museo había pensado en ese preciso término "agencia" como una buena denominación para el tipo de cosa que se estaba gestando: algun tipo de entidad dotada de recursos y autonomía suficiente para establecer puentes entre el museo, los artistas de diverso pelaje y los movimentos sociales. Pronto hubo, además de la Gráfica, una Agencia de Medios (que trabajaría con grupos de video, contactos con Indymedia, etc...) y una de Moda y Complementos (que se encargaría de fabricar artilugios utilizables en las previsibles movidas que la anunciada visita del Banco Mundial a Barna ese verano podía conllevar).

Ya desde el principio se defendió que las Agencias fueran precisamente eso: agencias. Es decir, dispositivos de acción, no identificables ni con personas ni con instituciones determinadas, autónomas en sus decisiones asamblearias para abrir o cerrar frentes de trabajo. Ni se admitían siervos ni se toleraban señores, y ese era un modelo que habría que explicar repetidas veces al museo y a los movimientos sociales y que, tras algunas descargas eléctricas, fue aceptado sin mayor problema por ambos.

Teníamos un presupuesto de unos 12 millones de pesetas, de los cuales millón y medio era el sueldo de una administrativa del museo, cuya precariedad laboral se solventaba con "nuestro" presupuesto y millón y medio más se preveía como sueldo del padrecito-comisario del invento.

La primera decisión que tomó el comisario éste fue renunciar a dicho sueldo para sumarlo al conjunto de dinero disponible para las operaciones. El comisario no era un santo asceta: tenía una beca de investigación, una cara bastante dura y podía comer de ella (de la beca y de la cara en días alternos) mientras durara la cosa. Por otro lado tampoco era, del todo, gilipollas: había que sumar todos los recursos posibles para que el ambicioso plan de trabajo saliera adelante: al poco de empezar a trabajar en serio en el cuartelillo, entre enero y febrero ya había dos agencias más: la gatográfica (fotografíca pues) y la espacial (vehiculos como autobuses, bares, etc)

Cada una de ellas tendría varios talleres tácticos, de los que saldrían resultados materiales concretos y algunos talleres estratégicos en los que se pergeñaban resultados a más largo plazo y de más largo alcance. El nivel operativo venía dado por el dia a dia en el cuartelillo, las asambleas generales que pronto fueron caóticas e imposibles y la "orquesta roja" un grupo de contacto y toma de decisiones que se reunía a diario por la mañana temprano: la única condición para ser miembro de "orquesta roja" era estar allí.

El plan de trabajo y los resultados pueden verse en la web.

 

 

  

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Follón, follón

Aunque desde el principio hubo algun mal viaje con algun material gráfico: alguien tuvo la puntería de encolar un cartel de dinero gratis en el coche de la mismísima concejala de centro, el dia antes de la entrevista que el director del museo y el comisario-torero iban a tener con ella para explicarle el proyecto. Fue divertido aunque completamente casual, de veras.

Se le explicó al museo que si hacíamos diezmil carteles era dificilillo controlar, y además no nos interesaba hacerlo, lo que hacía la gente con ellos. El director lo entendió.

Pero otra cosa fueron las primeras noticias que ya en primavera empezaron a aparecer en los periodicos, según las cuales el Macba organizaba y financiaba en sus instalaciones "talleres de desobediencia civil" con el movimiento antiglobalización con el brumoso fin de hacer frente a la policia con dignidad y diseñar no se sabe bien que trajes o escudos que ayudaran en la tarea.

En la foto salia un insumiso grandullón, a modo de madero, zurrando con un palo de escoba a un voluntario de la agencia de moda y complementos.

La dirección del museo pudo, aparentemente, capear este temporal pero sin duda ya le habíamos tocado el ojete a la señora Valdecasas, por entonces delegada del gobierno en Cataluña.

Todo lo que siguió no pudo sino empeorar el tema: los esforzados investigadores policiales descubrieron que los "artistas" no sólo se reunían casi a diario con los temidos, hay que ver como cambian los tiempos, militantes del movimiento antiglobalización, sino que compartían el local-cuartelillo del museo con ellos, que trabajaban para y con ellos y que cada vez era más dificil distinguirlos. El Enric se montó el despacho en la entrada del cuartelillo y los carteles, las postales, los trajes, los escudos, el autobus, la "reclaim" y las veintemil asambleas parecían apoyar esa hipótesis...

Cuando todo este material empezó a aparecer en la prensa, cuando el director del museo se quedó atrapado en el atasco provocado por la Reclaim, cuando la policía cargó en la Plaça Catalunya y luego se vinó a destrozar el bar del museo, sede de la Agencia Espacial, cuando el ShowBus se utilizó para volver a retomar la Pl. Catalunya frente a las narices de los maderos, transmitir información sobre las personas detenidas en la Verneda y finalmente ir para allá, donde desde hacía horas se montaba guardia esperando que los libertaran, cuando con los compas de los invisibles, los escudos, algunos trajes y la banda de samba llegada de Londres y que, oh, dormía en el cuartelillo (usando los escudos de colchón) se fue hasta la Bolsa, que ya la policia se había encargado de bloquear por completo y la foto de portada de los periodicos mostraba, creo que por primera vez, una "obra" del Museo....entonces pareció que la suerte del proyecto debía estar echada.

Efectivamente, tras algunas sesiones de mediación en las que Marcelo corrió, sin despeinarse por lo que se ve, desde el bar del CCCB (el nuestro aun estaba lleno de vidrios) donde se refugiaba la dirección del museo hasta las gradas de la plaza donde tomábamos el sol algunos supervivientes, se "acordó" darnos un descanso veraniego, mientras por lo demás nos ibamos a Tarifa a colaborar en el Border Camp aquel donde los franceses dieron tanto la vara.

Durante el verano, nos volvimos a reunir con el mediador que trajó una aséptica propuesta del museo de seguir trabajando juntos pero por "proyectos" que, obviamente, el museo aceptaría o rechazaría. Eso suponía perder nuestra autonomía y así se lo tuvimos que explicar a nuestro interlocutor, que lo entendió la mar de bien.

Ese fue el fin, a la vuelta del verano y aunque el proyecto oficialmente iba a durar hasta Octubre, nos empazaron a poner todo tipo de problemas: no se podría trabajar "de noche" (se ve que los estupas le salen más caros a la policía por la noche con el plus de nocturnidad y la pomada para el reuma), sólo una o dos personas podrían tener acceso a la llave del local, o incluso resultaba que un vigilante privado vendría cada vez a abrir y cerrar la puerta... gilipolleces que obviamente iban encaminadas a conseguir que nos largaramos, como de hecho hicimos, llevándonos todo el material informático y nuestros archivos.

 

ANTES-DESPUÉS

 

La gente que hasta entonces vivíamos en Madrid y que habíamos estado en el proceso desde el principio: nos volvimos a Lavapiés tan a gusto. Del gran grupo que trabajaba en el cuartelillo algunas personas tuvieron que volver a trabajar (alguien tiene que hacerlo), otros se fueron desgajando, pero aun así quedó una selección muy maja de una docena de personas que tenían interés en conservar la denominación de origen "agencias" (contra los criterios que preferían disolvernos en Indymedia o algo así de saleroso). En consecuencia las agencias siguieron trabajando, fundamentalmente en Barcelona, ahora en un local alquilado y sin un puto duro prácticamente y sacando campañas tan inspiradoras y discutibles como siempre, como algunos de los carteles de la cumbre contra la UE o los New Kids in the Black Block. Seguimos trabajando coordinados los supervivientes de Madrid y los de Barna durante una buena temporada, nos fuimos de viajes a las Americas un par de veces...

Finalmente, hacia el verano pasado desavenencias sobre los modos de seguir llevando el trabajo adelante, sobre el modo de encarar campañas como el YOMANGO, y sobre todo, intensas discusiones sobre la conveniencia o no de cortarle el bigote al padrecito, acabaron de escindir el grupo de supervivientes de Barcelona del grupo de Madrid. La gente de Barcelona siguieron con Las Agencias y los de Madrid nos fuimos de cañas que es lo nuestro.

 

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