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El Laboratorio 0.3


CSOA Laboratorio 0.3, 020209


Después del desalojo del CSOA El Laboratorio, a finales del verano, diversas gentes que habíamos participado en esta experiencia, y ante el vacío que, sobre todo para nuestras vidas y sus expresiones más cotidianas, pero también para Lavapiés, incluso para Madrid, había supuesto la pérdida de un espacio como este, iniciamos un proceso para impulsar/construir un nuevo proyecto.

La primera manifestación de ese proceso ha sido la okupación de este espacio. El Laboratorio, lo dijimos, se queda en Lavapiés. y la elaboración de este documento: algo así como un manifiesto constituyente en el que anticipamos algunas líneas mínimas de lo que queremos ser. Un espacio de agregación, de encuentro, de intervención, de proyección de otras luchas y otras búsquedas... en definitiva un espacio para generar iniciativas políticas, sociales, artísticas y culturales lejos del despotismo de la política convencional y de las relaciones mercantiles que dominan nuestros barrios, nuestra ciudad... nuestro mundo...

Aun aceptando que existen otras concepciones sobre el funcionamiento y los objetivos de un centro social autogestionado de alcance local y/o metropolitano, y sabiendo que de hecho las hay, y deseando que las siga habiendo y que interactúen con la nuestra, lo que aquí presentamos como mínimos en cuanto al modo de organización del centro social y las tareas e iniciativas que nos comprometemos llevar a cabo es algo que provisionalmente presentamos como definitivo. Es decir, que al menos durante una primera fase de constitución del centro social, y a la espera que las interacciones produzcan nuevas conclusiones o configuraciones, los modos de organización, las iniciativas generales, los compromisos y exigencias que expresamos en este documento no son modificables, no están sujetas de momento a variación, aunque sí a reflexión y discusión.

Resumen de un proceso constituyente

Durante los meses de noviembre y diciembre, a partir de una convocatoria sólo relativamente abierta que priorizaba la afinidad y la confianza de las personas convocadas antes que la exhaustividad de la convocatoria, hemos realizado un proceso de debate (incorporación de textos, una encuesta a través de la cual tod@s dejamos ver nuestras inquietudes, discusión en pequeños grupos, puestas en común con todas las dudas, diferencias y puntos comunes, vuelta a los grupos pequeños...) en el que se empezó a dar forma a este Centro Social (CS).

Los debates han tratado de temas como la función y los objetivos de un CS, los compromisos y responsabilidad (ante nosotros mismos pero también ante la sociedad a la que nos dirigimos, en la que actuamos, de la que somos parte crítica), los errores y viejos lastres que arrastramos y los aciertos y experiencias que reivindicamos como propios, los modos de organización ( y su relación tanto con errores como con aciertos), las alianzas que queremos tejer y las dimensiones adecuadas para este nuevo proceso experimental.

Una de las conclusiones de los debates es que los compromisos con el devenir general del CS o sólo con el desarrollo de proyectos concretos establecen una diferencia de concepción del CS. Por lo tanto deben desarrollarse desde ritmos y espacios diferenciados, que tengan un reflejo organizativo, aunque comunicados e interconectados, y que la adhesión a uno u otro espacio no puede ser una exigencia, que a nadie le puede ser exigido un compromiso en el conjunto del CS, aunque sí puede esperarse que las posiciones no sean estancas y que los procesos variados puedan contaminarse, mezclarse, producir nuevos acontecimientos.

Tenemos los pies en Lavapiés, la mayoría somos ciudadan@s de este barrio, comprometid@s con sus derivas, sus problemas, habitamos su dificultad, buscamos salidas a las políticas que lo dejan en manos del tiburón inmobiliario, de la planificación del mercado, de los amos del dinero. Lo hemos vivido, lo sufrimos, pero sabemos que cualquier intervención local está enraizada en un contexto global, no sólo metropolitano, también en eso que llamamos economía mundo.

De modo que actuando desde aquí, y para intervenir sobre Lavapiés, nos disponemos también, necesariamente, a explorar la ciudad de Madrid. O lo que es lo mismo, el modelo de ordenación territorial, desarrollo, producción y organización social de la vida en el que estamos sumid@s o al que parece que nos dirigimos a través de la globalización. Las grandes metrópolis centrales y sus áreas de influencia son los espacios de intervención a los que nos vemos abocados incluso cuando nuestra práctica política se resume en territorios más explícitos, sean barrios, cuencas hidrográficas, artes, comunicación o Estados. La interrelación, la interdependencia de las acciones en los ámbitos diversos es tal que no se puede obviar: ninguna intervención parcial o local puede pasar por alto el marco en el que se mueve, tanto porque cualquier resultado parcial afectará al marco central como porque este tratará de subsumir y afectar a lo local.

Este Madrid es un entramado complejísimo de relaciones, dependencias y núcleos de diversa composición e intereses. En ese sentido la creación de un espacio plural exige que tenga un necesario carácter experimental: las comunidades sociales no vienen determinadas por los mismos parámetros de relación que hace cinco, diez, veinte o treinta años y eso debe ponerse en juego para que la acción política y social pueda tener un carácter creativo y no perderse en repeticiones y clichés que conduzcan a una actuación separada de las nuevas posibilidades y deseos de transformacion.

En un espacio okupado la diversidad no sólo es enriquecedora, sino una condición necesaria de la realidad. Desde aquí y en el preciso momento en que se inicia la experiencia de un espacio que se pretende nuevo la propia transformación del lugar sugiere la posibilidad de comenzar también con nuestras vidas un experimento permanente de redefinición de las relaciones, contenidos y estéticas que operan en el espacio en tanto que (centro) social, pero también poner en el terreno de la experimentación, de la producción de nuevas realidades, todo aquello que se queda "fuera": el centro social es un territorio de intervención y de proyección de las iniciativas hacia el conjunto de la sociedad. Se trata de poner en marcha un laboratorio que nos convierta en (co)investigadores de nuestras vidas (lenguajes, afectos, políticas, culturas, recursos), sin axiomas ni fórmulas maestras inamovibles, desde la práctica, de forma colectiva y cooperativa. Hacerlo, además, sin preocuparnos por descargar toda nuestra subjetividad en el proceso de investigación/experimentación, sin miedo a la duda, a la incertidumbre, a la búsqueda: componentes necesarios si se trata de (re)crear una comunidad, de hacer sociedades sin ataduras en la norma de lo establecido. Ratas de laboratorio liberadas que investigan sobre sí mismas y sobre el mundo en el que viven. La vida como condición de investigación. Una práctica política entre la realidad y la ficción que inventa otro mundo. Nadie está fuera de la investigación: en nuestro mundo complejo cada cual investiga constantemente para poder/querer vivir: para obtener recursos, para tejer alianzas que permitan actuar en libertad, para establecer relaciones y afectos, para encontrar un techo y un lugar donde querer vivir, para examinar los discursos que permiten acercarse a la realidad del mundo, para elegir los medios de expresión, incluso para consumir o construir los momentos de ocio tanto como los momentos de trabajo... La metrópoli es un enorme mercado en el que la libertad se limita a ocupar la casilla correspondiente: nuestro laboratorio quiere ser un flujo de heterodoxia donde se pueda deconstruir el mando, el discurso de lo único y de lo posible, desalojar la casilla obligatoria para abrir nuevos espacios sociales: donde puedan confluir, contaminarse, los movimientos sociales, culturales, estéticos, artísticos, políticos, críticos, desposeídos del poder, dispuestos a construir el poder-decir, el poder-hacer, el poder-crear, el poder-cooperar.

Un CS es un espacio complejo, en el sentido de difícil, pero también en el de formado por sensibilidades y expectativas diversas. Nuestra preocupación, que compartimos, es cómo sumar esa complejidad a formas de organización democráticas no burocráticas, basadas en la participación horizontal que facilita los procedimientos asamblearios de democracia directa no representativa que reconocen en la diversidad, la pluralidad y la no unificación de posturas una de las riquezas de lo social.

Cuando hemos hablado de formas de organización, nos planteamos cuestiones relativas a la gestión. Esta palabra, que nos resultaba ajena, se nos reaparecía como un concepto propio, casi obligatorio, en cuanto a la organización del centro social; lo cotidiano, lo técnico y lo político forman un conglomerado difícil de separar o parcelar en las prácticas y el proyecto que nos une: crear autogestión y cooperación como forma de transformación de nuestras vidas, de nuestro entorno más cercano y cotidiano y, por qué no, de otras realidades más lejanas.

Así, nos hemos imaginado la asamblea como espacio vital, como un proceso vivo y permanente. Un espacio de autogestión y lucha, no un lugar ni una reunión semanal. Un mecanismo complejo, como un cuerpo, que a la vez compone y es compuesto de las partes que lo forman.

La asamblea es el espacio por el cual el propio espacio discurre y se transforma; es la expresión dinámica que toma el CS y en la que todos los que le damos vida interactuamos sobre él.

No todas las asambleas son iguales: su configuración, su capacidad de actuar, su profundidad dependen de los objetivos que se pone, del conflicto que representa (una asamblea es un mecanismo de lucha y de participación y definición democráticas), de las alianzas que recoge, de las sensibilidades que pone en juego.

Nuestro debate ha manejado estos contenidos y ha concluido que el CS debe estar organizado en torno a una asamblea singular, no una reunión periódica de voluntades y compromisos diversos, sino un organismo (que hemos llamado plenario) que debata las líneas de actuación del CS y unos grupos o comisiones de trabajo que con autonomía y plena confianza las pongan en funcionamiento, y que sólo formando parte de estos grupos de trabajo se formará parte de la asamblea del CS.

Habrá mucha gente que no podrá o no querrá participar de los grupos de trabajo, asumir las tareas de la gestión cotidiana del espacio, y sí llevar a cabo en el CS iniciativas o proyectos en momentos concretos o a proponer el uso de un lugar determinado asumiendo tareas de gestión de ese lugar. Las posibilifdades son muchas. Os animamos también a ese compromiso puntual, a utilizar libremente el espacio para llevar adelante iniciativas, aunque no decidáis participar en las tareas generales. En esos casos siempre podréis recurrir a los grupos de trabajo, pero aunque siempre encontraréis gente receptiva que os pueda ayudar en esa iniciativas, pensad también que en buena parte estas dependerán de vosotr@s. Sabed también que actividades sexistas, racistas, segregadoras, antidemocráticas, militaristas de cualquier signo no tienen cabida en este CS, como tampoco comportamientos ofensivos autoritarios, agresivos o insolidarios.

Por otro lado, para la gente que no quiera o no pueda participar de las discusiones y decisiones de la asamblea nos comprometemos a la creación de un espacio abierto, donde se piense y debata sobre el propio CS su funcionamiento, su estructura, sus objetivos, sus transformaciones, etc. del que podrá participar cualquier persona o grupo sin necesidad de formar parte de la asamblea del CS.

De este modo quedará constituida la ASAMBLEA.
Plenario

  • Estable pero sin periodicidad definida, dependerá del momento en que viva el centro social.
  • Es el espacio donde se debaten y deciden las líneas de actuación del centro social. Participará en él cualquier persona que forme parte de los grupos de trabajo. Podrá ser convocado por cualquier persona de los grupos de trabajo
  • Grupos de trabajo: Con un carácter rotativo y con autonomía ponen en funcionamiento las líneas de actuación del CS.
  • Mantenimiento: Piensa en las necesidades físicas del espacio y articula los trabajos a realizar.
  • Comunicación:Difusión del proyecto hacia el exterior en todas sus facetas. Tanto hacia los medios de comunicación como hacia grupos o colectivos.
  • Legal: Contacto con abogados y articula la defensa del espacio (autoinculpaciones, etc.)
  • Economía:Recursos: se estruja el coco para sacar pelas y lleva las cuentas.
  • Actividades/programación: propone, dinamiza y articula las actividades del CS, a la vez que actúa como receptor de propuestas e iniciativas externas.

 

PD: Con respecto al debate vivienda sí o vivienda no, acordamos sólo valorar proyectos de vivienda comunitaria presentados por escrito.