¿Es una herramienta de intervención? No es una herramienta, es algo más poético.
El Tarot de Barcelona es una abertura del presente, una lectura de la disposición juguetona de ciertas figuras --que conocemos bien-- sobre la vida del que pregunta puesta en el centro: una tirada de dados. Y es que nos estamos jugando la vida en la vida. Tiras de piel, entrañas, vertebras... Es como un mapa de estratos de la existencia dispuesto sobre una mesa, de operaciones. No queda nada que liberar, solamente operar sobre, abrir en canal, meter mano, hackear.
La vida mía es una geografía en movimiento. Se descompone por un lado mientras se reconstruye por otro; atravesada por grietas, fallas, simas, es una fauna inestable y una floración periódica. Todo lo que está dañado en ese ahí lleno de muebles y de muertos; en ese interior superficial, geográfico, epidérmico, de cartografía incierta; en ese exterior preñado de interior, de balbuceo de temblor, de gesto cortante, de aristas de carácter, de memoria de amigos, de amigos... todo lo que está dañado, todo lo que es rico y se derrama, todo lo que cura, lo que repara está ahí en el intersticio... entre dentro y fuera, en la frontera en la capa última de la piel transparente, en el humo del alma que escapa del plato caliente, del cuerpo, sin ser en lo dicho más que como lo que se hunde en tiempo que nos escapa y que vuelve a nosotros. El veneno y la cura habitan el mismo lado, por lo tanto toda la cuestión está en el límite. |
La diferencia en el modo de ser afectado es una diferencia de grado, somos seres limitados e incompletos y completos e ilimitados: nuestra abertura al mundo es innegociable.
Sobre los espacios vitales. Sobre ritmos. Sobre la casa, las estancias, los anexos. Sobre la soledad. Y lo que compartimos. Tiramos el Tarot del Presente-por-venir |