In medio esse; in medium cedere, afferre aliquid in medium-: arkitzean
(estar a disposición de todos, a la vista de todos;
pasar, poner algo a disposición de todos, en común-:arkitzean)
Recuerdos de una zanahoria.- Cuando me enterraron en aquella mugre pantanosa y comprobé, por reflejo y con enorme amargura, que el color que me caracterizaba era el de la improductividad más absoluta, tuve frío. Enfermé. Me volví mustia. Hasta tal punto que, cuando vinieron a arrancarnos, tanta desmejora presentaba, tan lejos de lo que de mí se requería me encontraba que, el amo, sin ninguna emoción, me arrojó lejos de los surcos, cayendo mis delgados filamentos en una orilla de arena seca y caliente. Al día siguiente, una niña, quien, por azar he de pensar, decidióse por aparcar su bicicleta en un árbol cercano y sentarse a centímetros de mí, al abrir un precioso macuto de látex natural, del que, por la hora, presupongo, dispondríase a sacar su merienda, hubiera yo tenido ocasión de comprobarlo si no hubiera sido porque, al extraer el bulto del macuto, y maravillarme del color del envoltorio, si bien a tiempo de llamar la atención logré reprimir un gritito, pues tanto tiempo enterrada me había, inhibido se decía, las emociones reminiscentes evocadoras de parajes oxidados, grises, con explanadas de grandes plantas industriales en las que otro tipo de vida, actualmente clausurada, había tenido lugar, lucha y reposo, no obstante, al redepositar el macuto en la arena, hélas!, rozóme y sentí el tacto y, ya no, callar me fue posible: gemía de placer. Abriéronse en mi mente espacios de alegría: bajo neones paseaba, entré en un local oscuro, en donde un rocío de luces, divino, descendía sobre cuerpos, ah, en látex enfundados, los pies introducidos en calzados que en nada recordaban los de mi viejo amo, bailaban conversaban sorbían por un sofisticado tubo, de vasos variopintos, queriendo vivir y viviendo, estando allí la vida, ciertamente, en aquel momento, se amaban -comencé a aprender el verbo-, se tocaban, se decían y se desdecían, al oído, maravillosa producción de sonido y penumbra, que obligaba a inventar las voces de las gentes, entre ellas desconocidas, y que, de encontrarse allá algún ser afortunado de pertenecer a esas almas que gozan en el silencio no de la contemplación, extrañó percibir al mío de quien cayó, sino de retrasar el acercarse ellas también a algún oído, inmensa fortuna entonces la suya, del plegarse sobre sí misma todas las emociones y saborear, por adelantado y en un fenómeno futuro, el despliegue de timbres, tonalidades, cadencias, imperceptibilidades, qie irían tomando forma, llegadas a sus oídos desde respiraciones asimétricas, un querer acercarme a ella hubiera colocado mi deseo en la ambigüedad de mi querer acercarme, coronado de muda sonoridad cósmica y apresado en el revivir de consteladas emociones que se expanden para formar galaxias, promesse de bonheur sustraída a la marcha del tiempo.
Y de repente la niña...
& & &
El silicium es el medium. Para quienes hemos efectuado el agenciamiento con lo inorgánico.
Las ondas que emitimos los cuerpos posthumanos, cuerpos biotecnoides, cuerpos de filósofos-poetas-navegadores, no entran en sintonía con la tibieza de las vidas ancladas en playas mediterráneas: la dieta, el mito, la metáfora, la metonimia, la sabiduría-armonía de la polis, lo mediato, lo sublime, la forma (a pesar de todo esto- ¡Gottfried!: ¡¡te amamos!!) todo ello regresivo, humano, demasiado humano, sólo habla de un porvenir sin futuro, de un porvenir que arrastra en su propuesta (en su ausencia de propuesta) enormes paquetes de izquierdismo: compasión, humanismo, resentimiento. Pero también lamentación. Tristeza. Pero para los hijos de Nietzsche y de lo inteligente tecno, para quienes vivimos esa mutación, esa transvaloración-umvertung, esta transversalidad (oh, todo esto, en un día, no lejano- ¡loca es nuestra felicidad, y cosas locas dirá: es demasiado joven todavía- ¡tened, pues, paciencia con ella!; más adelante unos lexatines y ...) ese agotamiento de la modernidad y de la postmodernidad... para las singularidades -zozobrantes (más bajo), no seamos groseros- de la multitudo, únicamente una apuesta radical por la aprehensión de ese paso, doloroso, pero todo cataclismo teórico trae consigo una propuesta de belleza (estética, metafísica, es decir, ética, política)... únicamente la apuesta por la militancia en la diferencia nos dará la posibilidad de crear nuevas herramientas, nuevas aptitudes, nuevos cuerpos, nuevas definiciones del hombre (oh, perdón), para el funcionamiento de esta maravilla de la creación cósmica que es el cerebro humano. El cerebro es el exponente más hermoso de la vida-que-se-quiere-potente. Pero el cerebro no es un Gloria a nos. en las alturas. El cerebro es la herramienta que nos permite metabolizar todas las impresiones que llegan de la superficie, esa formidable máquina de máquinas. El cerebro, lo sabemos bien, es el opositor-potencia del caos, estadio en el que imbécilmente se perderían todas las fuerzas.
Reunidas las fuerzas de algunas gentes, Arkitzean se proyecta como editorial. De textos propios, de traducciones, de fotografías de pintura... De existir un camino al habla, el andar será biopolítico. Todos los obstáculos que habremos de salvar (negar), la enorme pobreza poética con la que nos topamos, bien porque como máquina-artística no hallamos, por lo general, sino estetas y nihilistas, esto es, snobs y costras de la posmodernidad; bien porque como máquina política no nos encontramos a gusto entre las masas, esto lo deberían de explicar las masas, sobre todo las masas vascas... Estamos prestas no sólo a resistir, sino a vivir. Estamos prestas, no sólo a no sentirnos acusadas nosotras -¡¡nosotras, moléculas de la cupiditas!!, sino a pisotear todo aquello que arrollamos y que aún, sin asombrarnos mucho, coletea.
Si nos hemos caído de algún árbol o no, es algo que no nos interesa demasiado. Cierto es que nos duele todo el cuerpo; cierto es que el movimiento parece un pantano de aguas movedizas, en donde algunos gritos de sirenas parecen tener, para mucha gente, encanto suficiente como para dejarse caer por allá. Tocará Fermín Muguruza.
Ya lo hemos dicho: hace tiempo que dejamos de tender las manos, digámoslo,
con hermosa crueldad. En realidad, me dicen, jamás pusimos mano
alguna en ningún lugar que no fuera la fuerza productiva del ente
fenomenológico, de la presencia modal. Y es así como vamos
construyendo un tiempo real. Un tiempo para amar. Un tiempo para pensar.
Un pensamientoamor. Entre vosotrs. Con vosotrs.