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TECNOLOGIA Y EMANCIPACION SOCIAL

Tomás Ibáñez

(apareció en Libre Pensamiento, número 20, 1995, páginas 51-55)

A NADIE se escapa que el entorno en el que nos desenvolvemos cotidianamente es un entorno eminentemente tecnificado. La mayoría de las `cosas` que nos rodean y que, eventualmente, utilizamos o bien han pasado en algún momento por un proceso de elaboración técnica, o bien constituyen directamente un producto técnico. Hasta la forma en que nos relacionamos con esas `cosas`, o las utilizamos, esta' frecuentemente mediatizado por elementos técnicos. Ni siquiera el agua que bebemos escapa a esta mediación tecnológica (estaciones depuradoras, transvases, etc.). Es claro, por lo tanto, que en su práctica totalidad la naturaleza en la que habitamos es, literalmente, una `tecnonaturaleza`, y esto no deja de tener efectos sobre nosotros. La forma en que vivimos, nuestras maneras de pensar, los sentimientos que tenemos, las relaciones que establecemos, todo ello se encuentra profundamente marcado por las tecnologías que conforman la tecnonaturaleza en la que estamos. Esto significa simplemente que, a la vez que construimos y utilizamos tecnologías, éstas también nos construyen a nosotros mismos en tanto que seres sociales.

Cometeríamos una equivocación al pensar que la tecnología actúa sobre nosotros desde fuera, no existe ninguna relación de exterioridad entre las técnicas y nosotros. En efecto, las técnicas sólo existen a través de nosotros, a través del uso que hacemos de ellas. La técnica es como la lengua, ninguna lengua existe si no es mediante su constante reproducción por parte de quienes la hablan. Lo mismo ocurre con las técnicas. Lo queramos o no, cada uno de nosotros contribuye a la existencia de las técnicas que circulan en nuestra tecnonaturaleza. Somos nosotros quienes las hacemos vivir a través de nuestras prácticas concretas.

El efecto sistema.

Por supuesto, la tecnonaturaleza, al igual que toda naturaleza forma sistema. Los elementos que la constituyen son elementos interdependientes, relacionados los unos con los otros según unas modalidades, que aseguran su coexistencia en el tiempo. Una de estas modalidades, y esto es importante para lo que sigue, se expresa en términos de compatibilidad. En efecto, para que una determinada innovación tecnológica consiga implantarse sólidamente en una tecnonaturaleza particular, para que consiga arraigar y extenderse en una sociedad, esta innovación debe ser suficientemente compatible con dos cosas: por una parte, debe ser compatible con el conjunto del sistema tecnológico ya existente, y por otra parte con la estructura social establecida. Es evidente, que una innovación tecnológica que supusiera, por ejemplo, un peligro para la diferenciación jerárquica de nuestra sociedad no lograría arraigar y generalizarse.

Esta doble exigencia de compatibilidad plantea, como lo veremos más adelante, un serio problema para una posible transformación libertaria de la sociedad. La razón no es otra que la radical no-neutralidad de las tecnologías.

La "no-neutralidad" de las tecnologías.

Las técnicas no sólo producen, como todos sabemos, determinados efectos sociales, sino que incorporan además aspectos sociales en su propia estructura y en su propia definición. Las técnicas son intrínsecamente sociales y esto significa por lo tanto que no pueden ser neutras.

Existe la creencia bastante generalizada de que determinadas producciones sociales, tales como el conocimiento científico, o como las técnicas, son esencialmente neutras y que todo depende del uso que se haga de ellas. Esto es radicalmente falso. No hay, por ejemplo, una forma libertaria de utilizar la informática, la energía nuclear, las bio-tecnologías, o los misiles, y ni siquiera las pistolas. Agustín García Calvo ya dijo hace años algo que late en lo más profundo del pensamiento libertario: "el enemigo esta' inscrito en la forma misma de sus armas".

Cuando recurrimos a sus armas, el `enemigo` ya ha ganado la partida porque nos ha convertido en lo que es él mismo. Su existencia queda incorporada en nosotros mismos y de esta forma su supervivencia queda garantizada.

Esto es precisamente lo que ocurre con las tecnologías. Toda innovación tecnológica real, es decir que consigue efectivamente implantarse en una sociedad, representa siempre un plus de poder sobre las cosas y/o sobre las gentes, y constituye intrínsecamente un instrumento de dominación. Pero es más, toda innovación tecnológica lleva incorporada en si' misma las características de sus condiciones sociales de producción, es decir de las relaciones sociales que le han permitido existir, arraigar y expandirse. Una innovación tecnológica no se implanta porque si', su incorporación a la tecnonaturaleza es el resultado de una serie de luchas de conflictos, de negociaciones entre una multitud de agentes sociales (banqueros, políticos, ingenieros, legisladores, juristas, publicistas, etc.). Cualquier técnica lleva, incorporada en si' misma, la memoria de las relaciones sociales que le han permitido implantarse y representa el desenlace final del conjunto de relaciones de fuerza que han presidido a su asentamiento. En otras palabras, el punto de vista del vencedor y las características del vencedor, son quienes impregnan una forma tecnológica socialmente exitosa.

El hecho de que una innovación tecnológica tenga que ser compatible con el resto de las técnicas y con la estructura social establecida no hace sino reforzar aún más su carácter socialmente comprometido y su total ausencia de neutralidad.

Esto significa que nuestra tecnonaturaleza se ha construido a través de la incorporación sucesiva de innovaciones tecnológicas marcadas en lo más íntimo de ellas mismas por relaciones de dominación, de explotación, de poder, y de jerarquía.

En la medida en la que no se puede hacer tabla rasa de nuestra tecnonaturaleza quizás empiece a quedar claro por que' pierde credibilidad la idea misma de una posible transformación libertaria de la sociedad. Tanto más cuanto que las llamadas `Nuevas Tecnologías` acentúan considerablemente las características que he mencionado hasta aquí.

Naturaleza de las "nuevas tecnologías".

Las nuevas tecnologías no son definibles en términos cronológicos, no son las más novedosas o las que han aparecido más recientemente. Pues en este sentido todas las tecnologías han sido `nuevas` en algún momento y las actuales nuevas tecnologías serán viejas dentro de unos años. Tampoco se puede asimilar las `nuevas tecnologías` a las tecnologías basadas en el tratamiento de la información. Pues aunque la informática forma parte de las nuevas tecnologías, éstas sobrepasan con mucho el campo de la informática. En efecto, también constituyen nuevas tecnologías: las bio-tecnologías y la ingeniería genética, la tecnología nuclear, los `láser`, la tecnología espacial y las estaciones orbitales, etc. Existen incluso nuevas tecnologías en el campo de la gestión política de las sociedades, es decir nuevas tecnologías que son directamente sociales.

?'En que' consisten pues las nuevas tecnologías? Es muy simple. Todas las técnicas, viejas o nuevas, incorporan ciertos saberes, utilizan y concretizan ciertos conocimientos. Pero hasta hace poco se trataba esencialmente de conocimientos prácticos, de saberes implícitos engendrados a través de las prácticas cotidianas de los seres humanos a lo largo de milenios. Incluso, en la época moderna, la industrialización no hizo sino continuar en esa línea. La máquina de vapor se construyo' antes de que se dispusiera de la teoría de su funcionamiento, y todos sabemos que la maquinización de la producción consistió en incorporar en máquinas los saberes que tenían los trabajadores. Se extrajo, como si de una materia prima se tratara, el saber que yacía en los trabajadores para plasmarlo en objetos mecánicos.

La gran diferencia con la situación actual es que ya no se extrae ese saber sino que se fabrica por medio de ciertos procedimientos. Más concretamente es la ciencia quien lo proporciona y son los científicos quienes se encargan de fabricarlo. Las nuevas tecnologías son tecnologías que se elaboran a partir del conocimiento científico, que incorporan directamente ese conocimiento y que no podrían constituirse con independencia de ese conocimiento. En este sentido, no hay un corte radical entre `Nuevas Tecnologías` por una parte, y las otras tecnologías por otra parte, hay un continuo a lo largo del cual las tecnologías merecen tanto más la denominación de `nuevas tecnologías` cuanto que es mayor su dependencia directa del conocimiento científico. Aunque la importancia de la ciencia en nuestra sociedad es ya extraordinaria, todo conduce a pensar que nos encaminamos hacia una tecnonaturaleza cada vez más dependiente de los conocimientos científicos, y que nuestra sociedad será, cada vez mas, una concretización del saber científico.

Es obvio que esto dificulta aún la apropiación de su propio entorno por parte de las gentes y que se agudiza aún más la relación de dominación como una de las relaciones esenciales de nuestras sociedades.

Sin embargo, y aunque esto sea paradójico, la sociedad tecno-científica encierra en su seno una de las pocas posibilidades de que se produzca un `giro libertario`.

La tecno-ciencia y el "giro libertario".

No es que las Nuevas Tecnologías presenten una dimensión libertaria. Ya hemos visto que es todo lo contrario. Pero las características del conocimiento científico sobre las que se basan abren la posibilidad de una profunda mutación social. Tan solo me detendré aquí sobre dos de las razones que apuntan en esa dirección: la escala supra-humana del conocimiento científico por una parte, y la segura pero indeterminable falsedad del conocimiento científico por otra parte.

A) La escala supra-humana del conocimiento científico.

Imaginemos una sociedad conformada mayoritariamente por las nuevas tecnologías (este puede ser el caso de nuestra sociedad dentro de 30 o' 50 años...) ?'Que' ocurriría cuando fallasen algunos elementos de estas Nuevas Tecnologías? Es evidente que las personas normales y corrientes no sabrían hacer frente a esos fallos ya que los conocimientos sobre los que se basan esas tecnologías no forman parte del patrimonio de saberes prácticos, o implícito, de la gente sino que están en manos de los .científicos. ?'Pero bastara' con acudir a los científicos, como se acude hoy al reparador de TV o al mecánico? La cosa no esta' tan clara. En efecto, en muchos casos, los conocimientos científicos trascienden la capacidad de los propios científicos. Se ha alcanzado tal grado de complejidad que parte del conocimiento científico es ininteligible para quienes lo elaboran. A menudo son las computadoras y otros artefactos técnicos quienes dan las claves para evaluar la aceptabilidad de una formulación científica, a la vez que constituyen la condición misma para proseguir el desarrollo de esos conocimientos. Por lo tanto, las nuevas tecnologías incorporan unos saberes que requieren a su vez ciertas nuevas tecnologías (por ejemplo los ordenadores) para poder ser dominadas. En una situación de este tipo existe la posibilidad de que el sistema tecnológico de' resbalones más o menos graves y que ni siquiera los propios científicos puedan intervenir eficazmente para restablecer el equilibrio. Es precisamente en el espacio creado por estos posibles fallos incontrolados donde puede emerger un planteamiento alternativo al que rige la sociedad actual. No estoy diciendo que la única opción consiste en esperar a que se produzca un fallo suficientemente importante y ver que' es lo que pasa entonces, digo simplemente que si bien es cierto que las tecnologías, incluidas las nuevas tecnologías, constituyen, por su propia naturaleza, son serio obstáculo para cambiar el régimen de funcionamiento de la sociedad, las nuevas tecnologías tienen, sin embargo, unas características que pueden conducir a neutralizar momentáneamente ese obstáculo.

B) La segura pero indeterminable falsedad del conocimiento científico.

Todos los científicos admiten hoy en día que todo conocimiento científico es, en cierta medida, un conocimiento erróneo que aún no ha sido diagnosticado como tal, o, lo que es lo mismo, todo conocimiento científico es una verdad provisional, que dejara' de ser verdad en un momento posterior del desarrollo de la ciencia. Lo que pasa es que antes de que ese momento ulterior ocurra no se puede saber dónde radica la falsedad de ese conocimiento, esto sólo aparecerá después. Por lo tanto, las nuevas tecnologías se construyen en base a conocimientos que son falsos sin que se pueda determinar dónde está la equivocación. En este sentido, las nuevas tecnologías son susceptibles de engendrar efectos perversos, consecuencias imprevistas, desarrollos incompatibles con las exigencias de la actual estructura social. Mientras el conocimiento científico permanece exclusivamente en la esfera del conocimiento, tiene escasa importancia, la ciencia es un proceso sin fin en el que un error se corrige por otro error y así sucesivamente, aunque en una línea progresiva. Pero cuando el conocimiento científico se plasma en realizaciones tecnológicas, el error, inevitable por definición, adquiere unas proporciones que pueden ser desmesuradas. Desde un bloqueo, o una `caída` del sistema socio-técnico hasta la entrada en un régimen de funcionamiento que se sitúe `fuera de control`. Paradójicamente, las nuevas tecnologías, cuyo desarrollo pone tan difícil la posibilidad de subvertir el sistema social actual, constituyen también una caja de sorpresas de donde puede surgir la posibilidad misma de esa subversión.

 
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