Capítulo 4
En él se reúnen las condiciones objetivas de la conciencia histórica, la realización de la comunicación directa activa, donde terminan la especialización, la jerarquía y la separación, donde las condiciones existentes han sido transformadas en "condiciones de unidad"... únicamente ahí la organización espectacular de la vida es negada a su vez. La aparición de los Consejos fue la realidad más elevada del movimiento proletario en el primer cuarto de siglo, realidad que pasó inadvertida o camuflada porque desaparecía con el resto del movimiento que el conjunto de la experiencia histórica de entonces desmentía y eliminaba. En el nuevo momento de la crítica proletaria, este resultado vuelve como el único punto invicto del movimiento vencido. La conciencia histórica, sabiendo que en él tiene su único medio de existencia puede ahora reconocerlo, no ya en la periferia de lo que refluye, sino en el centro de lo que asciende. DEBORD, "La sociedad del espectáculo"
La noche de la batalla de la calle Gay-Lussac causó gran estupor en todo el país. La indignación de una gran parte de la población que se implicó inmediatamente, no se volvió contra los amotinados, a pesar de la importancia de las destrucciones que cometieron, sino contra las excesivas violencias de las fuerzas del orden. Durante toda la noche la radio describió a cada momento las condiciones en que era defendido y tomado el campo atrincherado. Especialmente se sabía que numerosos heridos graves no pudieron ser atendidos durante horas porque los sitiadores impidieron su evacuación. Se les reprochaba también haber utilizado un nuevo y peligroso gas aunque las autoridades desmintieron su empleo. En fin, se propagó la convicción de que había habido algunos muertos y que la policía dueña del terreno había hecho desaparecer. [1].
A partir del sábado 11 de mayo, todas las direcciones sindicales hicieron un llamamiento a una jornada de huelga general para el 13. Para ellos se trataba de poner un punto final al movimiento, aprovechándose al máximo de una solidaridad superficialmente llamada "contra la represión". Los sindicatos tuvieron que hacer también este gesto porque se daban cuenta de la profunda impresión causada entre los obreros por la lucha directa que transcurría desde hacía una semana. Tal ejemplo amenazaba su autoridad. Su huelga de recuperación no respetó el tiempo legal previsto: esto es todo lo que tenía de subversivo.
El gobierno, que primero había reaccionado por la mañana temprano, en el momento de la caída del barrio de las barricadas, con un comunicado amenazador que invocaba un complot y sanciones, ante la importancia de las protestas, se decidió a dar una vuelta completa. El primer ministro Pompideu que regresó de Afganistán el sábado por la tarde, jugó apresuradamente la carta del apaciguamiento. Anunció, haciendo caso omiso de cualquier consideración hipócrita en cuanto a la independencia por principio de la magistratura, que los estudiantes condenados iban a ser liberados después de un nuevo juicio inmediato, lo cual efectivamente ocurrió. Cedió el domingo los locales del anexo Censier de la Facultad de Letras, para que se mantuviese legalmente el sit-in ya reivindicado sobre una reforma de la Universidad. En fin, Pompideu prometió retirar, a partir del lunes, todas las fuerzas de policía del Barrio Latino, y en consecuencia los cordones que guardaban la Sorbona. En la mañana del 13 de mayo la policía se había largado y la Sorbona se encontraba, pues, para tomar. Durante la jornada del 13 de mayo la consigna de huelga general fue ampliamente seguida. En un desfile pacífico, cerca de un millón de trabajadores, con los estudiantes y profesores, atravesaron Paría, de la República a Denfert-Recherau, encontrando en su recorrido la simpatía general. Los slogans se referían a la solidaridad de los obreros y de los estudiantes y reclamaban, por el décimo aniversario de su llegada al poder, la partida de De Gaulle. Más de cien banderas negras se habían sumado a la multitud de banderas rojas, realizando por primera vez esta conjunción de dos banderas que pronto se convertiría en la marca de la corriente más radical del movimiento de las ocupaciones, no tanto como una afirmación de una presencia anarquista autónoma sino como signo de la democracia obrera.
Los sindicalistas obtuvieron fácilmente la dispersión en Denfort; algunos millares de manifestantes, estudiantes en su mayor parte, replicaron hasta el Campo de Marte donde se improvisó un mitin. Durante este tiempo otros comenzaron a ocupar la Sorbona. Fue ahí donde se produjo espontáneamente un fenómeno de una importancia decisiva: todos los que estaban presentes decidieron abrir la Sorbona a los trabajadores. Era coger la palabra al slogan abstracto de la manifestación: solidaridad obreros-estudiantes. Este pasaje se hallaba favorecido por el encuentro de los obreros este día y sobre todo por el diálogo directo entablado entre estudiantes y los obreros más avanzados, llegados de la manifestación para decir que estaban de acuerdo, desde el primer día, con la lucha de los estudiantes y para denunciar el sucio trabajo de los estalinianos. Un cierto obrerismo, cultivado por los especialistas sub-burocráticos del revolucionarismo, no estaba, por supuesto, ausente en las motivaciones de esta decisión. Pero lo que estos líderes habían dicho, sin creer verdaderamente en ello y sin medir las consecuencias, tomó un sentido revolucionario a causa de la atmósfera de libertad total del debate abierto en la Sorbona, que anuló completamente el paternalismo implícito en su proyecto. En fin, vinieron poco obreros a la Sorbona. Pero como la Sorbona había sido declarada abierta a la población, los límites del problema estudiantil y del público convencido se habían roto. Y como la Sorbona comenzaba a realizar una discusión democrática donde se discutía de todo y consideraba como ejecutorias las decisiones tomadas, se volvió un faro para los obreros en todo el país: les mostró sus propias posibilidades.
La completa libertad de expresión se manifestó por la toma de posesión de los muros, así como por la libre discusión de todas las asambleas. Carteles de todas las tendencias, hasta maoístas, cohabitaban en los muros sin ser lacerados ni recubiertos: únicamente los estalinianos del P.C.F. prefirieron abstenerse. Las pintadas sólo aparecieron un poco más tarde. Esta primera noche, la primera pintada revolucionaria insertada, bajo la forma de un filacter, sobre uno de los frescos -"la famosa fórmula: La humanidad no será feliz más que el día en que el último burócrata haya sido colgado con las tripas del último capitalista"- levantó algunas protestas. Después de un debate público la mayoría decidió borrarla. Lo que se hizo.[2].
El Comité Enragés-Internacional Situacionista se fundó el 14 de mayo.[3 En seguida comenzó a fijar en los muros de la Sorbona algunos carteles que decían lo que querían decir. Uno ponía en guardia contra la ilusión de una democracia directa acantonada en la Sorbona. Otro apelaba a la vigilancia: "Los recuperadores se encuentran entre nosotros". Otro aún se pronunciaba "contra toda supervivencia del arte" y "el reino de la separación". Otra, en fin -"descristianicemos inmediatamente la Sorbona"- se indignaba por la tolerancia culpable manifestada por los ocupantes a la capilla, que se había preservado: "Desenterremos, decía, y devolvamos al Eliseo y al Vaticano los restos del inmundo Richelieu, hombre de Estado y cardenal". Hay que señalar que este cartel fue el primero en la Sorbona que se laceró subrepticiamente por personas que desaprobaban su contenido. Por otra parte, la "Comisión Cultura y Creatividad" del "22 de marzo" tiró este día sus últimos cartuchos fijando en el edificio ciertos carteles citando a la I.S., particularmente del libro de Vaneigem.
También el 14 de mayo tuvo lugar la primera asamblea general de los ocupantes, que confirman su estatuto de único poder y organizan el funcionamiento de la ocupación. En el debate aparecieron tres tendencias: una parte bastante considerable de la asistencia, que se expresaba poco, pero revelaba su moderación aplaudiendo algunos discursos débiles, quería sencillamente una reforma de la Universidad, un arreglo sobre los exámenes, una especie de frente universitario con la izquierda del profesorado. Una corriente más poderosa, que reunía a todos los grupos izquierdistas y su clientela, quería continuar la lucha hasta la caída del gaullismo, incluso la del capitalismo. Una tercera posición, muy minoritaria, pero comprendida, exigía la abolición de las clases, del salariado, del espectáculo y de la supervivencia. Fue claramente expresada en una declaración de René Riesel, en nombre de los Enragés. Dijo que el problema universitario estaba superado a partir de ahora y que los "exámenes habían sido anulados por las barricadas". Pidió a la asamblea un pronunciamiento por la liberación de todos los amotinados, comprendidos los saqueadores detenidos el 6 de mayo. Demostró que el único porvenir del movimiento estaba con los trabajadores, no "a su servicio" sino a su lado; y que los trabajadores no eran en absoluto sus organizaciones burocráticas. Afirmó que no se podía combatir la alienación presente ignorando las del pasado -"basta de capillas"-, ni aquellas que se preparan para mañana: "los sociólogos y los psicólogos son otros pasmas". Denunció una autoridad policial de la misma clase en las relaciones jerárquicas con los profesores. Puso en guardia contra la recuperación del movimiento por los líderes izquierdistas y su previsible liquidación de los estalinianos. Concluyó a favor de los Consejos Obreros. Esta intervención suscitó diversos movimientos. La proposición sobre los saqueadores fue más abucheada que aplaudida. Chocó el ataque contra los profesores. La primera denuncia contra los estalinianos extrañó. Sin embargo, cuando un poco más tarde la asamblea procedió a la elección del primer "Comité de Ocupación", su órgano ejecutivo, Riesel fue elegido. El único en indicar su pertenencia, fue también el único en definir un programa: tomando de nuevo la palabra, precisó que defendería "la democracia directa en la Sorbona" y la perspectiva del poder internacional de los Consejos Obreros.
Comenzaron en Paría la ocupación de las facultades y escuelas de enseñanza superior: Bellas Artes, Nanterre, Conservatorio de Arte Dramático, Medicina. A continuación, todas las demás.
Al final del mismo día 14 de mayo, los obreros de Sub-Aviation, de Nantes, ocuparon su fábrica y se atrincheraron, después de encerrar al director Duvochel y al personal de la administración en las oficinas cuyas puertas soldaron. Aparte del ejemplo de la ocupación de la Sorbona, los obreros se prendieron la lección de los incidentes ocurridos la víspera en Nantes. El llamamiento del buró nantés de la U.N.E.F. que, como se ha visto más arriba, estaba en manos de los revolucionarios, los estudiantes no se contentaron con desfilar con los sindicalistas. Se encaminaron hacia la prefectura para exigir la anulación de las diligencias procedentemente entabladas contra ellos y la restitución de una subvención anual de 10000 F. Que les había sido suprimida a causa de sus posiciones radicales. Construyeron dos barricadas que las C.R.S. trataron de asaltar. Por mediación de algunos universitarios se aceptó una tregua, que aprovechó el prefecto para recibir una delegación. Cedió en toda la línea: el rector retiró su denuncia y pagó. Muchos obreros de la ciudad habían participado en este combate. Pudieron comprobar la eficacia de esta forma de reivindicación. Los de Sub-Aviation debieron acordarse al día siguiente. Los estudiantes de Nantes acudieron enseguida para sostener el piquete de huelga.
Conocida el día 15 de mayo, la ocupación de Sub-Aviation fue comprendida en todas partes como un acto de una importancia capital: si las demás fábricas según la huelga salvaje, el movimiento se convertiría irreversiblemente en esta crisis histórica tan esperada por los demás lúcidos. Al final de la mañana, el Comité de Ocupación durante la mayor parte de la jornada y además se le debía a Riesel. En efecto, desde la primera reunión del Comité apareció un estupefaciente contraste entre la función que, en principio, asumía por delegación expresa de la asamblea general y las condiciones que se le permitían. El Comité de Ocupación estaba compuesto por quince miembros elegidos y revocables cada día por la asamblea general, responsables ante ella, encargados de organizar y mantener la ocupación de la Sorbona. Todos los servicios improvisados, o que debían organizarse, para el funcionamiento y la defensa del edificio y lo que allí se hacía estaban bajo su control. Se trataba de hacer posible permanentemente la discusión libre, de asegurar y facilitar la continuación de las actividades en curso, desde la distribución de salas a la organización del abastecimiento; de la difusión democrática escrita u oral, al mantenimiento de la seguridad. La realidad era muy distinta: burócratas fracasados de la U.N.E.F., el viejo tándem Kravetz y Peninou, resurgido del olvido que le había justamente enterrado, se habían deslizado por los pasillos que conocían muy bien para instalarse en cualquier sótano, desde donde se ocupaban de recuperar todos los hilos del poder real y coordinar la acción de los técnicos benévolos de toda especie, que resultaban ser amigos suyos. Este era el caso de un "Comité de Coordinación" que se había elegido a sí mismo. El "Comité de Enlace inter-facultades" trabajaba por su propia cuenta. El servicio de orden, completamente autónomo, no obedecía más que a su jefe, buen chico por cierto, que se nombró él sólo y que sólo discutía a partir de esta posición de fuerza. El "Comité de Prensa" compuesto por jóvenes o futuros periodistas, no estaba a disposición de la Sorbona, sino de la prensa francesa en general. En cuanto a la sonorización, se encontraba en manos de elementos de derechas, pero especialistas de la radio.
En este sorprendente contexto, el Comité de Ocupación tenía incluso algunas dificultades para disponer de una sala: cada feudalidad ya instalada tenía pretensiones sobre la totalidad de los locales. Desanimados, sin duda, la mayoría de los miembros desaparecieron para introducirse, como último recurso, en los distintos comités subordinados, pero rebeldes, ya que les reconocían el mérito de existir. Estaba muy claro que los manipuladores anteriormente citados habían pensado eternizar su poder colocando en una posición casi decorativa como simples jarrones al único comité elegido.[4] Los manipuladores debían estar satisfechos del resultado de sus maniobras en la jornada del 15 ya que en la asamblea general que se reunió por la noche, propusieron la renovación en bloque, por veinticuatro horas, del fantasmal Comité de Ocupación. Los ocho miembros del "Comité de Coordinación" fueron también confirmados, como simples auxiliares del "Comité de Ocupación". Ya poderoso con los mecanismos prácticos que tenía en sus manos el comité de Coordinación pensó rematar su toma de poder notificando directamente al Comité de Ocupación que ya no existía. Casi todos los miembros de este último, que justamente acababan de aparecer de nuevo esperando ser reelegidos por la asamblea general, por esta jugada se resignaron a disolverse. Solamente dos miembros del Comité de Ocupación, apoyado por los elementos que se habían incorporado a él, comenzó realmente a existir. Durante el mismo día 15, los obreros de la fábrica Renault de Cléon, en Seine Maritime, se pudieron en huelga y decidieron ocupar su fábrica, encerrando ellos también a los directores. También pararon las fábricas Lockheed, de Beauvais y Unelec de Orleans. Al final de la noche, doscientas o trescientas personas se trasladaron al "Teatro Odeón" de Francia a la hora de la salida de los espectadores y se instalaron como ocupantes. Si el contenido de esta "liberación" fue siempre limitado -dominado por gentes y problemas de la cultura- el hecho en sí de apoderarse de un edificio exterior a toda coartada universitaria no significa por eso menos una expansión del movimiento: constituía una escenografía bufona de la descomposición del poder estatal. En la noche siguiente surgieron por todas partes en la Sorbona las más bellas inscripciones de la época.
El 16 de mayo por la mañana se conoció la ocupación de Renault-Cléon, y una parte de los trabajadores de las "Nouvelles Messageries de la Presse Parisienne" comenzaron también una huelga salvaje, tratando de bloquear la distribución de los periódicos. El Comité de Ocupación de la Sorbona, que celebraba sesión en la sala Jules-Bonnot (antiguamente Cavaillés), lanzó a las 15 horas el siguiente comunicado:
"Camaradas, la fábrica Sud-Aviation de Nantes está ocupada desde hace dos días por los obreros y estudiantes de esta ciudad; el movimiento se extiende hoy a numerosas fábricas (N.M.P.P.-París, Renault-Cléon, etc.) el Comité de Ocupación de la Sorbona llama a la ocupación inmediatamente de todas las fábricas en Francia y a la formación de Consejos Obreros, difundid y reproducid lo más rápido posible este llamamiento."
El Comité de Ocupación, como ya se ha dicho, se encontraba desprovisto de cualquier medio material para ejercer la mínima actividad. Para difundir su llamamiento se vio, pues, obligado a recobrar estos medios. Podía contar con el apoyo de los Enragés, de los situacionistas y una quincena de otros revolucionarios. Desde las ventanas de la sala Jules-Bonnot se pidió en el patio, por medio de un megáfono, voluntarios que se presentaron muchos. Copiaron el texto, que aún no se había tirado, y fueron a leerlo en todas las aulas y en las otras facultades. Como la tirada era voluntariamente retrasada por los servicios del C.L.I.F., el Comité de Ocupación tuvo que requisar máquinas para la impresión y organizar su propio servicio de difusión. También se incautó de la sonorización, ya que ponía mala voluntad de pasar el texto de este llamamiento a intervalos regulares: los especialistas, por despecho, sabotearon la instalación o se fueron; partidarios del Comité de Ocupación la sintieron en marcha. Se apoderaron de los teléfonos para pasar el comunicado a las agencias de prensa, a la provincia, al extranjero. A partir de las 15,30 horas comenzaba a difundirse de una manera satisfactoria. Este llamamiento a la ocupación inmediata de las fábricas armó un escándalo. No, por supuesto, en la masa de los ocupantes de la Sorbona, donde tantas nuevas voluntades se manifestaban inmediatamente para asegurar la difusión, sino entre los cuadros de los pequeños partidos izquierdistas que vinieron, enloquecidos, a hablar de aventurismo y de locura. Fueron despedidos secamente: el Comité de Ocupación no tenía que dar cuentas a los diversos grupúsculos. Así a Krivine, el líder de la J.C.R., se le expulso sucesivamente de la sonorización y de la sala Jules-Bonnot, donde había venido corriendo a expresar su desaprobación, su angustia, e incluso su idiota pretensión de anular el comunicado. Aunque lo hubiesen deseado, los saboteadores ya no tenían fuerzas suficientes para atentar contra la soberanía de la asamblea general, aun lanzando un raíd contra la sala Jules-Bonnot. Efectivamente, el Comité de Ocupación había puesto desde el principio su propio servicio de seguridad, para evitar cualquier utilización irresponsable de un servicio de orden poco seguro. A continuación se ocupó en organizar este servicio de orden para una discusión política con sus elementos de base, persuadiéndoles fácilmente del rol anti-democrático que algunos habían querido hacerles interpretar.
Todo el trabajo de recuperar la Sorbona se apoyó con una serie de octavillas, que salían a un ritmo muy rápido y ampliamente difundidas. También se leían en la sonorización, que anunciaba al mismo tiempo las nuevas ocupaciones de la fábricas, desde el momento en que se conocían. A las 16,30 horas la octavilla titulada ¡Vigilancia! ponía en guardia: "La soberanía de la asamblea revolucionaria sólo tiene sentido si ejerce su poder. Desde hace cuarenta y ocho horas se está discutiendo sobre la capacidad y decisión de la asamblea general por una obstrucción sistemática... La exigencia de la democracia directa es el apoyo mínimo que los estudiantes revolucionarios pueden aportar a los obreros revolucionarios que ocupan las fábricas. Es inadmisible que no sean sancionados los incidentes de ayer noche en la asamblea general." Los curas la traen de nuevo cuando se rompen los carteles anticlericales... "A las 17 horas la octavilla: ¡Atención! denunciaba al Comité de Prensa que "rehúsa transmitir los comunicados de las instancias regularmente elegidas por la asamblea general" y que es un comité de censura. Incitaba a "los diferentes grupos de trabajo" a dirigirse sin intermediarios a la prensa de la que proporcionaba algunos números de teléfono. A las 18,30 horas la octavilla ¡Atención a los manipuladores! ¡Atención a los burócratas!denunciaba al servicio de orden incontrolado. Subrayaba la importancia decisiva de la asamblea general que debía mantenerse en la noche: "a la hora en que los obreros comienzan a ocupar varias fábricas en Francia por nuestro ejemplo y con el mismo derecho que nosotros, el Comité de Ocupación de la Sorbona ha aprobado hoy a las 15 horas el movimiento. El problema central de la reciente asamblea general es, pues, pronunciarse por un voto claro para sostener o desaprobar el llamamiento del Comité de Ocupación. Es caso de desaprobación esta asamblea tomará, pues, la responsabilidad de reservar a los estudiantes un derecho que rechaza a la clase obrera y, en este caso, está claro que no quiere hablar de otra cosa más que de una reforma gaullista de la Universidad". A las 19 horas proponía una lista de consignas radicales para difundir: "El poder a los Consejos de trabajadores." "Abajo la sociedad espectacular-mercantil." "Fin de la Universidad", etc.
El conjunto de esta actividad que acrecentaba de hora en hora el número de partidarios del Comité de Ocupación, ha sido cínicamente falsificado por la prensa burguesa, a continuación de Le Monde de fecha 18 de mayo, que daba cuenta en estos términos: "Ya nadie sabe muy bien quiénes dirigen el Comité de Ocupación de la Sorbona. Efectivamente, la sala en que se reúne este organismo, elegido cada noche a las 20 horas en asamblea general, ha sido invadida al final de la tarde por los estudiantes "enragés" de la "Internacional Situacionista". Estos "dominan" en particular los micros de la Sorbona, lo que les ha permitido durante la noche lanzar numerosas consignas que muchos estudiantes han considerado aventuradas: "Si encontráis un pasma, partirle la cara", "impedid por la fuerza que tomen fotos en el interior de la Sorbona". Por otra parte, los estudiantes de la Internacional Situacionista han "disuelto todas las estructuras burocráticas" establecidas precedentemente, tales como el Comité de Prensa, el servicio de orden. Las decisiones de este Comité podrían ser denunciadas por la asamblea general que debe reunirse el viernes a las 14 horas".[5] Esta tarde del 16 señala el momento en que la clase obrera comienza a declararse de una manera irreversible por el movimiento. A las 14 horas es ocupada la fábrica Renault de Flins. Entre las 15 y las 17 horas la huelga salvaje se impone en Renault-Billancourt. De todos los lados, las ocupaciones de fábricas comienzan en la provincia. La ocupación de los edificios públicos que continúa extendiéndose por todas partes, llega al Hospital psiquiátrico de Sainte-Anne, tomado por su personal. Ante la acumulación de estas noticias, todos los grupos izquierdistas de la Sorbona se incorporaron una marcha inmediata a Billancourt a las 20 horas. El Comité de Ocupación acordó que era necesario aplazar la asamblea general, a pesar de que estaba impaciente de ponerla frente a sus responsabilidades. Su comunicado, poco antes de las 20 horas, declaraba: "De acuerdo con los diferentes grupos políticos, el movimiento del 22 de marzo, la U.N.E.F., el Comité de Ocupación decide diferir la asamblea general del 16 de mayo a las 20 horas al 17 de mayo a las 14 horas. Todos en la plaza de la Sorbona a las 20 horas para ir a Billancourt".
La entrada en la lucha de Renault-Billancourt, la fábrica más grande de Francia, que con tanta frecuencia había tenido un rol determinante en los conflictos sociales, y sobre todo la amenaza de una unión entre los obreros y las ocupaciones revolucionarias que se habían desarrollado a partir de las luchas de los estudiantes horrorizaron al partido llamado comunista y al gobierno. Incluso antes de conocer el proyecto de la marcha a Billancourt reaccionaron de una forma casi idéntica a las malas noticias que ya conocían. A las 10,30 horas, un comunicado del buró político estaliniano "pone en guardia a los trabajadores y a los estudiantes contra toda consigna aventurera". Poco después de las 19 horas se difundía un comunicado del gobierno: "En presencia de diversas tentativas anunciadas o estimuladas por grupos de extremistas para provocar una agitación generalizada, el Primer Ministro recuerda... que el gobierno no podrá tolerar que el orden republicano sea alterado... Puesto que la reforma universitaria no era más que un pretexto para sumergir el país en el desorden, el gobierno tiene el deber de mantener la paz pública..." El gobierno decidió inmediatamente el llamamiento de 10000 reservistas de la gendarmería.
Tres o cuatro mil ocupantes de la Sorbona fueron en cortejos hasta Billancourt, siempre con las banderas rojas y negras. La C.G.T. que guardaba todas las puertas de la fábrica, consiguió impedir el encuentro de los obreros. En cuanto al proyecto de una marcha a la O.R.T.F. que el Comite Enragés Internacional Situacionista había tratado de hacer adoptar por la asamblea general desde las 14 horas y defendido aún a las 15 horas el "22 de marzo", la U.N.E.F. y el S.N.E. sup. Estaban determinados a realizarlo al día siguiente 17 de mayo. Tan pronto como fue conocida esta decisión, la C.G.T., el 16 a las 21 horas, declaró que esto tomaba el aspecto de una provocación que solo puede servir al poder personal". A las 22,30 horas el partido estaliniano dijo lo mismo. A media noche el S.N.E. sup. Y la U.N.E.F. obedecieron, haciendo saber que anulaban su llamamiento.
Por la noche, en la Sorbona, comenzaba la contraofensiva de los manipuladores. Aprovechándose de la ausencia de los elementos revolucionarios que se encontraban alrededor de las fábricas Renault, intentaron improvisar una asamblea general con lo que quedaba sobre el terreno. El Comité de Ocupación envió a dos delegados que denunciaron el carácter ficticio de una asamblea procedente de esta maniobra. Al comprender que se les había engañado la asamblea se dispersó rápidamente.
Al amanecer, los obreros de la N.M.P.P. pidieron ocupantes de la Sorbona para reforzar sus piquetes de huelga, los cuales no habían logrado aún imponer el paro del trabajo. El Comité de Ocupación envió voluntarios. En la línea número 2 del metro, un comité de acción anti-sindical trató de poner en huelga a la R.A.T.P. Un centenar de fábricas iban a ser ocupadas en la jornada. Desde la mañana temprano, los obreros de las empresas parisinas en huelga, comenzando por Renault, llegaban a la Sorbona para establecer un contacto que los sindicalistas impedían en las puertas de las fábricas.
La asamblea general de 14 horas discutió con preferencia una segunda marcha a Billancourt y re-expidió para la sesión de la noche el arreglo de todos los demás problemas. La F.E.R. intentó sin resultado invadir la tribuna y su líder habló, igualmente sin resultado, par impedir esta segunda marcha; o al menos si a pesar de todo tenía lugar, que enarbolase un solo slogan -para-estaliniano-: "Frente único obrero". Sin duda, la F.E.R. se veía ya reconocida en un tal "Frente", con la S.F.I.O. y el P.C. Durante toda la crisis la F.E.R. fue al partido estaliniano lo que el partido estaliniano es al Gaullismo. El apoyo pasó antes que la rivalidad y evidentemente los mismos buenos servicios tuvieron, a sus respectivos niveles, el mismo salario de ingratitud. Acababa de aparecer un comunicado de la C.G.T.-Renault desaconsejando "a los iniciadores de esta marcha mantener esta iniciativa". La marcha tuvo lugar, fue recibida como la víspera. La C.G.T. se había desacreditado todavía más ante los obreros, fijando carteles en el interior y en el exterior de la fábrica con la ridícula calumnia: "Jóvenes trabajadores, elementos revolucionarios tratan de suscitar la división en nuestras filas para debilitarnos. Estos extremistas no son más que agentes de la burguesía que cobran incluso grandes recompensas del empresariado."
El Comité de Ocupación había aún editado, a las 13 horas, una octavilla procedente de los obreros que habían lanzado la huelga en Renault, explicando cómo jóvenes trabajadores habían atraído a la base de algunas secciones, obligando a los sindicatos a aprobar más tarde el movimiento que habían tratado de evitar: "Los obreros esperan que cada noche vengan a las puertas gentes para sostener en masa un movimiento de masa." A la misma hora se enviaron telegramas varios países que explicaban la posición revolucionaria de la Sorbona ocupada. Cuando por fin la asamblea se reunió a las 20 horas, las condiciones que habían alterado su funcionamiento en sus comienzos no se habían mejorado en absoluto. La sonorización no funcionaba más que el tiempo exacto que duraban algunas intervenciones y se paraba para otras. La dirección de los debates y sobre todo la puesta a votación de una moción dependía técnicamente de un grotesco desconocido, evidentemente testaferro de la U.N.E.F., que se había elegido desde el primer momento de la ocupación presidente permanente de las asambleas generales y que, refractario a cualquier desaprobación y humillación, se aferró a este puesto hasta el final. La F.E.R. que ingenuamente había publicado por la mañana su intención de "restablecer la situación" del movimiento, trató aún de invadir la tribuna. Los manipuladores de todas las sectas cooperan para impedir que la asamblea general se pronunciase sobre las actividades del Comité de Ocupación, que acababa de restituir su mandato, y principalmente sobre el llamamiento a la ocupación de las fábricas. Esta obstrucción se acompañó con una campaña de denigración, que se fijaba más bien en los detalles destinados a ahogar al pez: un "aspecto Sainé-Germain-des-Prés", desorden en el edificio, el desprecio demostrado a los pequeños partidos de izquierdistas y a la U.N.E.F., un comentario sobre la ocupación de Sainte-Anne en la que algunos pretendieron haber comprendido un llamamiento a la "liberación de los locos", otras miserias. La asamblea demostró ser incapaz de hacerse respetar. El ex-Comité de Ocupación, al no poder obtener el voto sobre su gestión y al no querer de ninguna forma representar un rol en las luchas de influencia y los compromisos que se hacían entre bastidores para el nombramiento del Comité siguiente, anunció su retirada de la Sorbona donde a partir de ahora la democracia directa estaba estrangulada por los burócratas. Todos sus partidarios salieron al mismo tiempo y el servicio de orden se disolvió, mientras que la F.E.R., que desde hacía más de una hora amenazaba la tribuna, aprovechó esto para abalanzarse sobre ella. No obstante, no pudo anexionarse la gestión de la Sorbona, donde deberían seguir hasta el final los mismos repartos de influencia. Por todos estos hechos, el veredicto del Comité de Ocupación fue desgraciadamente confirmado.
Si el fracaso de un esbozo de democracia de consejo en la Sorbona fue sin duda perjudicial para
la continuación del movimiento de las ocupaciones, que precisamente debía conocer en este
terreno su principal fallo, del que se deriva su fracaso general, de todas formas es cierto que al
punto en que se llegó en este momento por la crisis, ningún grupo tenía fuerza suficiente para
intervenir en un sentido revolucionario con un notable efecto. Efectivamente, todas las
organizaciones que tenían un cierto peso en el desarrollo ulterior eran enemigas de la autonomía
obrera. Todo dependería de las relaciones de fuerza en las fábricas entre los obreros, aislados y
separados en todas partes, y la potencia conjunta del Estado y de los sindicatos.
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