La nostalgia por debajo de todo

Internacional Situacionista

Nota editorial del # 2 de Internacionale Situationniste (2-XII-58). Traducción extraída de Internacional situacionista, vol. I: La realización del arte, Madrid, Literatura Gris, 1999


En un texto titulado "La poesía por debajo de todo", Péret abre el primer número del boletín surrealista Bief con un ataque a los situacionistas, a quienes atribuye el estúpido proyecto de poner la poesía y el arte bajo la "tutela" de la ciencia.

Las confusas declaraciones de Péret, motivadas por una torpe voluntad de propaganda antisituacionista, revelan crudamente una forma de pensar propia de otro siglo. La incapacidad para comprender los problemas actuales prima la intención deshonesta de combatir a quienes dan cuenta de ella. "La fisión nuclear y sus consecuencias", dice, "no producirán nunca un nuevo modo de sentir ni engendrarán una poesía original". Es cierto. Pero ¿quién quiere todavía "sentir" pasivamente? ¿Y quién busca "una poesía original", con el pretexto nuclear o sin él? Esta retórica de la preeminencia del cientificismo sobre la sensibilidad poética o a la inversa, estas polémicas que debían resonar alrededor de Sully-Prudhomme nos hacen sonreír. Nosotros no queremos renovar la expresión en sí misma, y menos aún la expresión de la ciencia: queremos hacer apasionante la vida cotidiana. La poesía no puede hacer ya nada en este sentido. No remendaremos el lenguaje poético y el arte que esa generación, que ha sido dadaísta, habría acabado por amar incondicionalmente. Vuestra juventud está muerta y vuestro amor también, como dice la canción.

¿Cuál es nuestro objetivo? Crear situaciones. No cabe duda de que en todas las épocas las personas han intentado intervenir directamente sobre el entorno en algún momento de su vida. Pensamos únicamente que no se reunían los medios para una extensión cuantitativa y cualitativa de tales construcciones, que seguían dándose de modo aislado y parcial. La religión, y después el espectáculo artístico, fueron los derivados que paliaron la incapacidad para cumplir este deseo. El movimiento de desaparición de estos derivados, fácilmente constatable, marcha parejo con el desarrollo material del mundo, que hay que comprender en su más amplio sentido. La construcción de situaciones no depende directamente de la energía atómica; y tampoco de la automatización o la revolución social, puesto que las experiencias pueden ser emprendidas a falta de algunas condiciones que el futuro debe realizar sin duda. El retraso de cualquier sector en el avance total de nuestro tiempo nos priva de medios de los que querríamos disponer, dada la esterilidad de nuestro campo actual. Pero ahora que la historia permite que aparezca por primera vez una perspectiva de este orden, placeres más pequeños nos parecen indignos de atención.

Péret está atrapado en las riquezas ficticias de la memoria, en la vana tarea de conservar las emociones en expresiones artísticas que se convierten en objetos que otros coleccionan. Péret y sus amigos son los conservadores de un mundo artístico que se cierra. Están de parte de quienes lo venden condensado en los museos imaginarios de Malraux. De parte de quienes quieren prolongar su "nobleza" decorando los frigoríficos con pinturas modernas. Pero esta nobleza se acabó con el viejo régimen de cultura. No están sino de parte de la nostalgia. Y el papel del sueño, que ellos tanto han encomiado, ha sido el de permitir seguir durmiendo.

Nosotros somos partidarios del olvido. Olvidamos nuestro pasado y olvidaremos nuestro presente. No nos reconocemos contemporáneos de quienes se contentan con poco. La pequeña ventaja que llevamos se expresaba perfectamente en el eslogan que nuestra sección belga lanzaba en abril de 1958 en la cumbre de críticos de arte reunidos en asamblea mundial: "la sociedad sin clases ha encontrado a sus artistas."

 

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