Madrid, capital del pagaportodo

¿Quién se forra en Madrid? ¿Para quién se gobierna en Madrid? ¿Quién sufre en Madrid?

Se forran los dueños de los mejores negocios de la (del) capital: inmobiliarias, promotores, constructoras, especuladores. Ningún negocio más rentable y más seguro que construir y poseer y vender casas: aun a precios muchimillonarios, las casas se venden: se aprovecha la necesidad de la gente para sacarles hasta la última peseta de sus sueldos; y eso a quien puede pagarlo, porque quien no puede se queda sin casa o paga alquileres que son aún mayores que las letras de un piso. Eso lo favorecen el ayuntamiento y el gobierno autónomo: recalificando suelos, legislando a favor de la construcción desmedida, olvidando las políticas sociales de vivienda, permitiendo que miles de casas permanezcan vacías, criminalizando a quienes buscan y proponen soluciones, impulsando la propiedad en contra del alquiler, favoreciendo planes de vivienda que extienden la ciudad hasta límites inconcebibles para que el gasto energético y el tráfico motorizado privado se multipliquen.

Se forran las grandes superficies, que encuentran el apoyo de las instituciones locales para instalarse en terrenos que se revalorizan con su presencia, que implican nuevos gastos de infraestructuras que las constructoras agradecen para seguir acumulando beneficios. Se forran los bancos y los especuladores financieros, con ayuda de las instituciones, que subvencionan los créditos para asegurar su beneficio. Se forran los dueños del dinero, los dueños del suelo, los dueños de las máquinas, los dueños de la vida. Y el ayuntamiento lo llama libre mercado: pero no lo es. Es el fruto de su gobierno. Es un mercado intervenido por los poderes públicos: intervienen para que los equipos de fútbol se forren con las recalificaciones de terrenos, intervienen donando terrenos a la Iglesia, intervienen con planes generales de urbanismo que no corrigen los abusos del mercado, intervienen dejando vía libre a los beneficios privados, intervienen no realizando planes sociales de vivienda, intervienen entregando la gestión de espacios públicos a empresas privadas, intervienen subvencionando parte de los beneficios empresariales en los planes de rehabilitación y en las viviendas públicas, intervienen creando leyes que acaban con los derechos sociales.

La responsabilidad del sufrimiento de la gente es también de esas instituciones que se dicen públicas, pero que son meros intermediarios de los dueños del dinero. Y quien sufre es quien menos tiene: quien no puede acceder a una vivienda, quien no tiene recursos suficientes, quien trabaja en condiciones precarias, quien no puede gozar de la mínima autonomía para vivir, quien no tiene espacios para desarrollar sus propios proyectos, quien padece la persecución legal y policial por no tener papeles o por desobedecer las leyes injustas o por llevar una pinta poco adecuada o por haber nacido y vivir en un lugar inadecuado. Quien tiene que pagar por todo y no tiene con qué: pagar por vivir, por moverse, por comunicarse, por conocer, por estudiar, por beber, por tener luz por la noche. Quien sufre es quien acepta en silencio el reino del dinero.

Y a quien se atreve a decir que se puede no sufrir, que se debe no sufrir, que hay que organizar la vida de otra forma, que hay casa para todo el mundo, que hay espacio para todo el mundo, que hay riqueza para todo el mundo, que otro mundo es posible, que otra ciudad es posible, que hay que escapar del dominio del dinero, que hay que volver a imaginar la vida y que eso lo puede hacer cualquiera, incluidos los poderes públicos, éstos les persiguen, les acosan, les expulsan, les desalojan, les golpean: tratan de exterminarl@s... pero no pueden: porque la vida es resistente y está empeñada para siempre en liberarse, crecer, gobernarse en libertad.

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