Comunicado de los colectivos convocantes de la manifestación contra el desalojo de El Laboratorio (domingo 2 de septiembre de 2001) Después del desalojo del Centro Social El Laboratorio, fue convocada para este día, acogiéndonos al derecho de manifestación y al carácter de especial urgencia de la respuesta ciudadana a este suceso irregular, recogido en la legislación que regula el derecho de manifestación, una concentración-manifestación en Tirso de Molina a las 12 de la mañana. Esta plaza madrileña acoge todos los fines de semana a miles de personas que se encuentran en ella para intercambiar informaciones, publicaciones, libros, música y otros materiales, además de ser una de las puertas de entrada al Rastro. En la mañana de hoy, han sido suspendidos todos los derechos ciudadanos en esta plaza pública. Con el pretexto de una irreal ilegalidad de la convocatoria de apoyo a El Laboratorio, decenas de policías antidisturbios han tomado la plaza y han impedido con amenazas, insultos y violencia el desarrollo de la vida pública en Tirso de Molina. Decenas de personas han sido identificadas con suma agresividad por los policías por el mero hecho de estar en la plaza, advirtiéndolas de que es ilegal (¿?) estar más de veinte personas juntas (¿a cien metros de esta plaza cientos de ciudadanos y ciudadanas “incumplían” la ley en el Rastro?). Es cierto que algunas de las personas acosadas por la policía durante esta hora de confusión acudían a apoyar a El Laboratorio, como también es cierto que muchas otras eran viandantes o paseantes del Rastro. Unas y otras han sido tratadas como si no tuvieran derechos, como sospechosas de no se sabe qué quebrantamiento del orden público. Una comisión de la organización de la manifestación ha tratado en todo momento de establecer una vía de comunicación con los mandos policiales para explicarles no sólo el carácter absolutamente legal de la convocatoria, sino también el interés de que no hubiera ningún tipo de incidente dada la voluntad pacífica de los colectivos convocantes. Tener que explicar este carácter pacífico de la convocatoria es, aunque indignante, poco menos que obligado, porque la policía y la delegación del gobierno, contra toda evidencia, insisten en caracterizarnos como grupos agresivos y violentos. Quienes han estado en esta manifestación, como en la anterior en la plaza de Lavapiés, saben que nada más lejos de la realidad: que la única violencia constatable ha sido la de los policías, aleccionados contra cualquier ciudadano crítico como si fuera un enemigo público y, por tanto, exento de derechos. En los momentos de excepción que hemos vivido esta mañana, hacer valer los derechos ciudadanos, incluido el derecho de manifestación, ha sido un desafío que miles de personas han asumido como propio. Lejos de obedecer al despotismo y la violencia policial, miles de personas nos hemos agrupado para defender la libertad de expresión, el derecho de manifestación y, desde luego, las okupaciones y los centros sociales autogestionados y a denunciar el desalojo de El Laboratorio. Después de mucho tiempo de tensión, de agresiones verbales y físicas, de imposibles intentos de negociación, hemos conseguido realizar una pequeña manifestación sin ningún incidente hasta la plaza de Lavapiés. Allí un impresionante cordón policial ha rodeado la llegada de las personas que se manifestaban. La manifestación ha sido desconvocada y poco a poco la gente ha ido evacuando la plaza. Pero se trata de un espacio, de una plaza pública, muy transitada, muy frecuentada todos los domingos: algunas decenas de personas se han mantenido en ella, conversando, haciendo citas y valoraciones. La policía ha aprovechado ese momento para descargar su odio, un odio sin duda inducido por sus mandos políticos, tratando de detener arbitrariamente a dos personas jóvenes que aún estaban en la plaza y provocando un altercado de dimensiones mínimas (voces, protestas) que los propios policías han zanjado cargando contra todas las personas que se encontraban -rodeadas- en la plaza. El balance provisional es de cuatro personas detenidas, por cargos que ignoramos, y decenas de ellas contusionadas, cinco de las cuales han recibido asistencia hospitalaria. Nos ratificamos en una de las ideas que movían la convocatoria de hoy: NO HAY LIBERTAD SIN DERECHOS. Ansuategui debe dimitir. Ningún franquista debe ocupar puestos en la seguridad del Estado. El Laboratorio se queda en Lavapiés. Volver |