CARTA DE MARCO CAMENISCH
Version corregida extraida de PDG[13
OCT 2001]
Es muy lindo estar otra vez junt@s, gracias a vuestra nueva
iniciativa. Os saludo con una sonrisa
feliz y orgullosa. Gracias de verdad a vosotras/os que estáis
aquí y gracias de verdad a las/los que, si bien no
están aquí, están cerca. Tenía
un pequeño malestar por estar un poco en el centro
de ésta y de otras iniciativas de solidaridad, criticadas
también por personalístas. Pero, reflexionando
y discutiendo con quien, como yo y vosotras/os, estamos comprometidas/os
en el cuidado y en la construcción de las relaciones
humanas solidarias y abiertas hacia las diversidades, y en
la lucha común por la vida y las libertades para todas
y todos de cualquier autoritarismo y explotación, esos
malestares en seguida me parecieron menos justificados.
Se trata de solidaridad en lucha por la justicia y la libertad,
y esta solidaridad humana auténtica no nace de la nada
o por capricho, sino que se mantiene o se genera sólo
a través de un persistente compromiso recíproco
en la confrontación, en el cuidado de las relaciones
y en el respeto y sostén de las diversidades que cada
una y cada uno de nosotras/os representamos.
Esta solidaridad, más que aquellas
limitadas sólo a la política o a la ideología
compartida, es también la base sólida para una
lucha social de liberación de l@s dueñ@s y de
sus cárceles.
Es una base necesaria por una lucha que tiene sus raíces,
su recorrido y su objetivo en el amor y en la vida digna,
y en el amor por la vida. Este momento de solidaridad y de
encuentro, como también los enlaces de origen, son
una conquista colectiva y acaso aún ejemplar. De eso
estoy orgulloso junto a vosotras/os; por cierto, no de mi
mismo.Creo que esta iniciativa tiene otra gran cualidad, a
pesar de cualquier consideración cuantitativa. No está
determinada por el poder en el tema y en la ocasión.
No hay una identificación en base a la hostilidad.
Es una iniciativa autodeterminada. Nosotras/os dentro y vosotras/os
fuera estamos junt@s, contra la vergüenza que son los
muros que encierran las cárceles y que quieren, patéticamente,
excluirlas del
mundo.
Somos todas y todos presas y presos,
ya sea las personas encerradas o las que encierran, ya que
una sociedad que necesita de la cárcel, de encerrar
y excluir, es ella misma una cárcel. Como una caja
china de tantas cárceles, una tras otra; un contenedor
de una humanidad vilipendiada y sufrida.
Es sólo una cuestion de grados de encarcelación,
división y aislamiento. Por supuesto, los grados más
rigurosos y destructivos amenazan o golpean a las/los que
son conscientes de que una sociedad gobernada
por una economía presunta, de real explotación
global, es una única e inmensa cárcel. Amenazan
y golpean a l@s que son conscientes de eso y se comprometen
para liberarse, para superar y suprimir esta cárcel
global, que ya ha llegado a tener las dimensiones y la virulencia
destructiva de un Auschwitz planetario.
Hoy, el horror histórico que es
esta economía del real-capitalismo, con sus metástasis
principales que son el Estado, la ideología hoy neoliberalista
y su tecnología para nada neutral, tiene como forma
de dominio totalitario la democracia desarrollada en occidente,
que compendia y exalta dignamentea las ideologías totalitarias
del pasado.
Hoy como nunca, el exterminio, la sumisión
y la opresión, la explotación y el control social
son así perfectos y perpetrados a grand escala. De
esa guerra total a la vida, la cárcel es uno de los
puntos mas simbólicos y virulentos entre el conjunto
represivo de la economía.
Es cierto que no se puede hablar de la
abolición de la cárcel sin comprender también
la abolición de la economía y de las funciones
de sus dueñ@s, verdug@s e instituciones. Aquí,
en la cárcel, no estamos padeciendo violencia física
y las provocaciones son casi inexistentes. Será por
la valentía y la, si bien exigua, fuerza solidaria,
social y rebelde, de la cual somos l@s componentes detenid@s;
será también por el particular momento de la
represión, momento de exiguo nivel de enfrentamiento
social por toda Europa.
Pero padecemos, junto a vosotras/os del exterior, la violencia
represiva de las persecuciones político-sociales emergenciales
fascistas, por parte del aparato policíaco-judicial.
Y dentro padecemos el grado casi máximo de aislamiento
hacia el interior de la cárcel y, todavía junto
a vosotras/os, el aislamiento hacia vosotras/os.
Padecemos la censura de la correspondencia,
la hostilidad sistemática en cada encuentro concreto
con vosotras/os u otras personas no estríctamente destinadas
a la vigilancia militar.Padecemos la suspensión, de
hecho, de los derechos de las presas y los presos al acceso
a los varios recorridos de liberación. Y siempre con
el mismo pretexto de la peligrosidad y de la seguridad
arbitrariamente establecido por la administración represiva,
en base a la homologación o por lo menos a los valores
dominantes, padecemos las gratuitas barreras arquitectónicas
aflictivas, como por ejemplo las rejas por doquier, para no
dejarnos ver el cielo. Así, están suspendidos
también los derechos a la salud, más allá
de los afectivos.En una situación patógena,
una estructura sanitaria perfecta tendría escasa incisividad.
Padecemos así, si bien en medida
mucho menos aguda que en otros feudos del reino, la tortura
del aislamiento, de la exclusión social y civil, de
la exclusión de un futuro en nuestro horizonte de vida,
de la privación sensorial y social. Es, de toda manera,
el aniquilamiento físico y social a rasgos más
o menos pequeños y perceptibles.
Pero nunca será encarcerable la alegría del
sueño de la liberación de l@s dueñ@s
y de sus cárceles, la alegría de una solidaridad
en lucha, la alegría del amor y del afecto que nos
unen. Todo eso nunca podra ser disuelto por el delirio terrorista
de un/a juez/a o un/a policía, ni siquiera por esa
pobre cosa que es la cárcel.
Es aniquilamiento, puro terrorismo, pero
fracasa y fracasará siempre hasta que no desaparezca
de la tierra, junto a los horrores que la reproducen: la economía
capitalista, la sociedad capitalista y la gran cárcel.
Saludo también a todas las compañeras y a todos
los compañeros de España, de Turquía,
de Chile, de Argentina y por doquier, fuera y dentro de las
cárceles que, como nosotras/os y con nosotras/os, están
luchando por la vida, la justicia y la libertad de todas y
todos, incluso de l@s carceler@s-encarcelad@s.
Y quiero mencionar y saludar, con vivo
amor, a todas y a todos las/los que, dentro y fuera de las
cárceles, donaron su vida en esta, nuestra lucha .
Merece la pena seguir luchando, hasta que la muerte no llegue
a ser una mercancía, sino un don de vida. La vida es
amor, lucha, imprevesible e irreductible rebelión.
Hasta que ardá el monstruo y sus cárceles, que
no son más que una pesadilla tambaleante destinada
a desaparecer. No hay ninguna razón para desanimarnos,
para resignarnos. Sólo hay razones para luchar cantando
a la vida!
Os abrazo, Marco Biella, 17 de junio
de 2001.
Enviado por stefano@sindominio.net
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