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El 19 de junio de 2003, después de tres días de ejemplar y durísima resistencia de un grupo de personas que se habían inmovilizado en el regazo de los muros, que se habían casi fundido con las piedras intemporales de hogares condenados, una gran excavadora de la Compañía Pérez del Río, derribaba Jakue, Bernatena y la Iglesia de Santa Eulalia, las últimas edificaciones del pueblo de Itoitz
En esta página os presentamos una serie de fotografías del periodista Pablo Sánchez realizadas durante todos los días que duró la destrucción del pueblo de Itoiz. Se pueden ver todas las fotografías del reportaje en su página web: http://www.psqpix.com/itoiz/itoiz.htm. También os ofrecemos un resumen del texto de Jesús García Blanca que escribió para la ocasión en Rebelión. Con ello queremos hacer un pequeño homenaje a todas las personas que resistieron y ayudaron a hacerlo en Itoiz, entre ellos varios "fundamentalistas".
El asalto final al pueblo de Itoitz comenzó a las ocho y media de la mañana del 16 de junio de 2003. La Guardia civil y la Policía foral ordenaron el desalojo antes de las 12. Pero mucho antes comenzaron a ponerse nerviosos. Cortaron la luz. Derribaron una puerta para entrar en una vivienda. Golpearon una ventana encaramados al techo de un furgón. En el cruce de entrada al pueblo, un control impedía el paso a grupos de personas solidarias, medios de comunicación y abogados. Mientras la Policía foral detenía a cuatro personas que portaban una pancarta en lo alto de un tejado, una treintena se encerraba en la casas. Durante horas, se buscó, persiguió y detuvo a muchos. A las cinco de la tarde las excavadoras, gigantes con brazos de hierro de varios metros y zarpas de metal intentaron derribar edificios a pesar de que aún quedaba gente en su interior. Algunos solidarios se habían encadenado a las estructuras de las casas, se habían agazapado entre las piedras, refugiado en el regazo de los muros como fetos que esperaran amanecer a otra vida que les devuelva la justicia, el futuro, los hogares condenados. Entretanto, la guardia Civil cargaba en el vecino pueblo de Aoiz contra una manifestación de apoyo y detenía a cuatro personas. En Itoitz caía la noche mientras los refugiados aguantaban, en una especie de bunker rodeado de material inflamable, inmóviles, sin comida ni agua -que les ha sido arrebatada por los asaltantes. Por la mañana del segundo día, concentración ante el Juzgado de Aoiz. Amenaza de carga. Cien personas se reunían a las puertas del Ayuntamiento. En Itoitz se producían nuevamente intentos de derribo con la gente dentro. Llegaron los bomberos. El Gobierno navarro difundía una cínica nota de prensa pretendiendo convertir el desalojo en rescate: "Dada la precaria situación higiénica y consiguiente riesgo de salud de los ocupantes de este edificio y del deterioro de la estructura de este, hay razones de urgencia para acelerar el proceso de liberación y desalojo de las personas encadenadas. A este fin ha sido emplazado al lugar una dotación de bomberos para participar en la labores de desencadenamiento de la gente antes de su puesta a disposición judicial". Por la tarde, asamblea en Aoiz. Se decidían más acciones de protesta y apoyo a los encerrados: tres personas encadenadas a las banderas del Juzgado; una pintada en la pared del edificio; seis personas encadenadas a los balcones del Ayuntamiento; unas sesenta personas concentradas en la plaza; finalmente, otras dos personas encadenadas en una grúa a unos 25 metros de altura. Al poco rato, la Guardia Civil ocupó la plaza, cortó calles, patrulló por un pueblo enteramente tomado al asalto. La gente se refugiaba en los bares y casas. Las puertas se abrían para recibir a los que huían de una brutal carga con ráfagas de pelotas de goma que penetraban por ventanas y rompían cristaleras. Una pequeña resultaba herida por un pelotazo en el interior de su vivienda. Otro grupo de guardias cargaba contra un bar provocando el pánico en los adultos y el llanto y la angustia de un grupo de niños. Las personas encadenadas fueron detenidas durante la tarde. A las ocho nueva manifestación y otra carga de la Guardia Civil. En total 23 detenidos al caer la noche. Para el tercer día, los asaltantes no querían testigos en un último intento de agujerear el bunker con martillos neumáticos a pesar del peligro que representaba para las personas ancladas en su interior. Dos de ellas abandonaban su refugio ante la amenaza de derribo indiscriminado. Poco después explicaban lo sucedido en una rueda de prensa en Aoiz cercada por la Guardia Civil. Por la tarde, los bomberos lograban sacar a los dos últimos encerrados. En ese momento la policía dejaba pasar a la prensa para que pudieran tomar imágenes de un pueblo "rendido sin resistencia". La excavadora gigante regresaba. La zarpa de hierro arrancó los últimos tejados, destrozó los últimos muros, redujo a escombros balcones, macetas, paredes, rincones perdidos de hogares arrebatados.
Finalmente, el 19 de junio, después de tres días de ejemplar y durísima resistencia, una gran excavadora de la Compañía Pérez del Río, derribaba Jakue, Bernatena y la Iglesia de Santa Eulalia, las últimas edificaciones del pueblo de Itoitz. Algo se derrumbaba en el alma de todos los que luchan. Era como si aquella gigantesca mano de hierro nos hubiese lacerado las entrañas. Al pie de la gigantesca estructura de hormigón, sólo quedan cadáveres de casas entre flores amarillas y reflejos de un sol que ya nunca será como antes. |