«Las empresas de armas vascas exportan con impunidad»
ONG denuncian las ventas a estados que violan los derechos humanos

Las empresas armamentísticas radicadas en Hego Euskal Herria exportan en armas ligeras y munición la mitad del material que sale al exterior desde el Estado español. Entre los estados receptores hay 48 que, según el Código de Conducta aprobado por la Unión Europea en 1998 sobre licencias de exportación de armamento, no deberían recibir ningún tipo de armas. Otros 49 tendrían que estar sujetos a rigurosas condiciones de control.

Estos son algunos de los datos aportados en el informe que Amnistía Internacional, Greenpeace, Intermón y Médicos sin Fronteras entregaron ayer al Parlamento de Gasteiz, al que piden la adopción de medidas que saquen a la luz este lucrativo negocio que mueve bastantes millones más de los 5.000 que reflejan las contadas estadísticas que se pueden consultar.

Las ONG redactoras del documento pidieron al parlamento de Gasteiz una serie de pasos tendentes a controlar este mercado. Algunas de esas demandas pasan por solicitar al Gobierno que haga públicos los datos de la producción anual vasca de armas y municiones, que el Parlamento discuta si esas ventas cumplen los requisitos del Código de Conducta de la Unión Europea o que se impida la exportación cuando no haya garantías del uso de esas armas en los estados receptores.

Vicenç Fisas pidió a las instituciones vascas que hagan llegar a la sociedad y a las empresas implicadas el mensaje de que países que violan los derechos humanos no pueden ser receptores de este tipo de armamento. «Aquí no se puede estar soñando en una situación de paz mientras se está exportando muerte», concluyó.

El uso militar de las Bardenas sigue generando muertes
Los accidentes graves provocados por la utilización del polígono de tiro son ya 28

La semana pasada tuvo lugar un extraño choque entre los dos cazas a unos 40 km de Tudela, sobre cielo de Aragón. El accidente se produjo cuando ambos aviones regresaban de cumplimentar una misión de instrucción sin armamento real en el polígono de tiro de las Bardenas, según informaron fuentes oficiales. Ambos aparatos cayeron a poco más de dos kilómetros de la localidad Zaragozana de Ejea de los Caballeros.

Con éste son ya 28 los accidentes graves producidos en torno al polígono de tiro de las Bardenas desde que el 9 de junio del año 1951 comenzó a ser utilizado por el Ministerio de Defensa español, si bien diversos colectivos que reclaman la supresión de las prácticas militares sospechan que el número real de accidentes ha sido más elevado.

El polígono de tiro de las Bardenas ocupa 1.710 hectáreas de superficie y está situado en uno de los enclaves naturales más llamativos de Euskal Herria, el Parque Natural de las Bardenas, dado que se trata de una amplísima zona (41.362 hectáreas) completamente deshabitada y muy árida, en la que no existe ningún curso de agua permanente. Otro dato destacable es que todos los partidos políticos se han posicionado en contra de este polígono de tiro, al igual que innumerables organizaciones ecologistas y sociales.

Además del riesgo que entraña y de las numerosas molestias que la utilización del polígono de tiro causa a los habitantes de las poblaciones próximas, un dato que no ha pasado desapercibido es que su uso se incrementa notoriamente cuando se prevé una acción bélica importante o cuando se ha iniciado un conflicto armado. Los casos más recientes fueron los de la Guerra del Golfo y la intervención en Bosnia.

Lucio Tabar, portavoz del colectivo «Bardeak armarik gabe 2001», manifestó que la utilización militar del polígono de tiro de las Bardenas «entraña un riesgo real para la población de los pueblos limítrofes, y hasta que no se produzca una gran desgracia no llegarán los lamentos y las quejas».

Tras señalar que el accidente se ha producido a escasos segundos de vuelo de varias poblaciones, expresó sus sospechas de que ha habido otros accidentes que han sido ocultados.

La Coordinadora de Itoitz afirma que la sentencia del TC no autoriza el llenado
Reitera que el proyecto sigue siendo nulo, como avaló la decisión firme del Supremo

Como recordareis, para poder realizar la presa de Itoiz, la Administración decidió cambiar la Ley Navarra de Espacios Naturales, dado que tal y como estaba antes el pantano inundaria parte de las reservas naturales de las Foces de Txintxurriena, Iñarbe y Gaztelu. Semejante maniobra fue valorada como inconstitucional por la Audiencia Nacional y denunciada ante el tribunal constitucional, a la vez que declaraba ilegal el llenado del embalse hasta la cota superior de la presa. Ahora el Tribunal Constitucional ha declarado que el cambio de la ley de espacios naturales es perfectamente constitucional, lo cual deja a la sentencia de la audiencia nacional en entredicho.

Mari Jose y José Luis Beaumont, asesores jurídicos de la Coordinadora de Itoitz, explicaron en rueda de prensa que si las administraciones quieren legalizar «a posteriori» el proyecto de Itoitz, que en la actualidad sigue siendo nulo, no tendrían otro remedio que reiniciar el proceso y aprobar un nuevo proyecto, «aunque fuese idéntico al actual».

Ese nuevo proyecto contaría con la cobertura de la nueva Ley Foral de Espacios Naturales aprobada por el Parlamento navarro, cuya validez ha sido avalada ahora por el Tribunal Constitucional. Los abogados de la Coordinadora estimaron que la tramitación de un nuevo proyecto costaría unos seis meses, pero habría de incluir un nuevo estudio de impacto ambiental que debería tener en cuenta los aspectos sobre la seguridad de la presa y, en concreto, sobre los riesgos de deslizamiento de una de las laderas del pantano.

En cuanto a la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, Mari Jose Beaumont la calificó de «nefasta para el medio ambiente, porque se ha olvidado de otra sentencia que dictó en 1995 en la que dejó muy claro que los políticos no pueden hacer con los espacios naturales protegidos lo que les venga en gana».

«El caso de Itoitz está quizás ahora más vivo que nunca, ya no sólo en el ámbito de la opinión pública, incluida la internacional, sino también en el ámbito judicial». Así lo manifestaron los abogados de la Coordinadora, quienes mostraron su disposición a llevar el caso hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y anunciaron que los términos exactos del recurso los darán a conocer en su momento.

Beaumont informó de que ya existen dos sentencias de este tribunal sobre casos similares que dijeron lo contrario de lo que interpreta el Tribunal Constitucional. «La sentencia en el caso de Itoitz va a ser una de esas con las que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos no va a comulgar», aseguró.

La noticia de la sentencia del Tribunal Constitucional fue recibida con sorpresa por Greenpeace, precisamente cuando miembros de esta organización se encontraban en las inmediaciones del pantano de Itoitz denunciando la tala de vegetación del río Irati y la invasión de las máquinas, sin permiso, en los terrenos donde los ecologistas tienen instalada una base.

Eva Fernández, responsable de la campaña de Hábitats de Greenpeace, manifestó que dicha sentencia «marca un gravísimo precedente en materia de protección ambiental en el Estado». «De esta sentencia se desprende que cualquier Gobierno podría cambiar las leyes de protección de la naturaleza para adaptarlas a sus planes y proyectos, aunque carezcan de justificación socio-económica alguna ».

El desobediente

Eduardo Galeano
Wagner Adoum andaba en su automóvil con la vista siempre clavada al frente, sin echar jamás ni una sola ojeada a los carteles que daban órdenes al borde de las calles de Quito y de las carreteras del país. Los amigos le decían que eres un suicida y un peligro público, que ya basta de provocar zafarranchos y estampidas, tienes que respetar los carteles, hazlo por tu vida y por la vida de los demás.

Pero él se defendía. No lo hago por distraído, decía:

­Yo nunca maté a nadie. Y si tengo los años que tengo y sigo vivo, es porque nunca hice el menor caso a los carteles.

Gracias a eso, decía, él no había bebido un océano de cocacolas, ni había comido una montaña de hamburguesas, ni se había cavado un cráter en la panza tragando millones de aspirinas, y había evitado que las tarjetas de crédito lo hundieran hasta los pelos en el pantano de las deudas. Y así se había salvado de morir por ahogo, indigestión, hemorragia o asfixia.