SinDominio.Net
Archivo de materiales sobre los sucesos de Génova


Este texto fué reproducido en el diario "El Mundo"

Testimonio de torturas en Génova

Yo no tengo un espíritu excesivamente fuerte como el que pueden tener otras personas, aun así, ayer despues de la primera carga y de que me detuviesen, intente tomarmelo todo con algo de humor, mas cuando mi situación parecía que iba mejorando algo. Los palos en la calle y las agresiones en las furgonetas son algo que hay que asumir, es una pena y una desgracia para la gente que aún creemos en los derechos civiles, de esta manera los golpes mas fuertes y la brecha que tengo en la cabeza me la produjeron un cuerpo de antidisturbios de los carabinieri dentro de la furgoneta en la que me retuvieron durante algun tiempo hasta que la sangre que me salía a borbotones de la cabeza les asustó lo suficiente como para que me llevasen a una ambulancia. Esposado con unas bridas de plástico, tan apretadas que todavía tengo adormecida parte de la mano izquierda, era lo que mas me dolía. Alli estuve sufriendo agresiones verbales de los carabiniere, que me amenazaban con matarme, insultando y vejándome continuamente. Se hizo muy larga la espera hasta que después de dos horas o tres -no podia calcular el tiempo- se decidieron en llevarme al hospital. No lo hicieron antes porque la ambulancia ha de ir acompaņada de una escolta policial que no venia nunca.

En el hospital crei que todo iba ir a mejor, iluso de mi. Por eso digo que me lo tomé con humor. Me lo monté de tal manera que pude llamar a un gran compaņero mio, al que le pedí que me pidiese el indulto y sobretodo que me trajese un gintonic, o una docena. El trato fué muy bueno, me cosieron la cabeza, me hicieron radiografias a tutti-plen y curaron todas mis heridas. Pensé en intentar salir del hosital por mi cuenta, esconderme o algo así, para que no me llevasen a comisaria. No lo hice porque pensé que las consecuencias podrían haber sido peores, ahora estoy seguro de estar equivocado, ya que me ronda constantemente una idea en la cabeza: hubiese merecido la pena.

Mientras estaba tumbado intente ver si había mas activistas heridos allí. Hablé con el hombre que estaba delante de mi y le pregunté que tal estaba, no había sido muy grave y parecía que iba a salir ya. Empezamos a hablar tranquilamente y me sentí mejor, de repente pasó una persona vestida de oscuro en una silla de ruedas y me lancé a decirle algo, sin embargo, como le levaban tan rápido no me dió tiempo y levanté el puņo como quierendo decirl "SALUD COMPAGNO". Me equivoqué totalmente al verle, era un carbinieri y estoy seguro que no lo hice al levantar el puņo. Después una vez pasada la consulta vi que había mucha gente de paisano y el doctor me lo confirmó, aunque no dejó ni diez segundos hasta que llegase un policía de paisano y me llevase hasta la planta de la calle donde vi el gran dispositivo que habia montado, lecheras, autobuses, motos, coches, de paisano -burguesi- y de uniforme, carabinieri y fiscale, ahí había de todo, de todo lo peor.

Una vez que me montan en el coche me sentí bastante bien. La salud la tenía un poco mejor, el coche de policía no olía mal y tenía el aire acondicionado puesto. Fuimos a toda velocidad por el centro de la ciudad y de este modo, por fin!!!, conseguí traspasar las barreras que impedían el paso a la zona roja. Hubiese sido mejor hacerlo de otro modo, de la manera en la que lo teniamos pensado hubiese sido fantastico; no podían permitírselo. En esos momentos me acordé de lo que gritamos antes de salir a la calle desde el "campo per la desobediencia civile carline", ZR00 [zeta, erre, cero, cero]: zona roja, cero heridos, cero detenidos. Me noté una sonrisa que nos sale mucho a la gente que perdemos todo el rato porque nos sorprende aún la manera en la que logramos ilusionarnos una y otra vez pese a los palos que recibamos, y así a la siguiente, mas curtidos, volvemos a pensar que podemos hacer cosas geniales como la que estaba planteada.

En estos momentos, mientras escribo estas lineas desde el indymedia-center de Génova, y mientras se produce una manifestacion por toda la ciudad en protesta por los dos compaņeros muertos de ayer (no crei que escribiria esto alguna vez, dos muertos)[NOTA: Se trata de Carlo Giuliani, asesinado por un carabinieri, y una compaņera francesa atropellada en la frontera], mientras el helicóptero pasa muy muy cerca, mientras los teléfonos no paran de sonar seguramente trayendo malas noticias de detenidos, heridos y cargas, y mientras siento estar acorraladao y asediado por los cuerpos de seguridad de Italia, mientras pasa todo eso, yo no se como volveré a salir a la calle debido a todo lo que os voy a contar ahora.

Llegamos a una comisaría que está al otro lado de la parte de la ciudad. Era un recinto cerrado lleno a rebosar de policías de todo tipo. Habia mucho policía de paisano, no los macarras que me cogieron en el hospital, si no detectives o inspectores. Creo que le que nos dio la 'bienvenida' debía ser el comisario -no se si de la gestapo- ya que vestía muy pijo, llevaba unas gafas de sol modernas pero no horteras, etc. Nos pusieron en fila y nos fueron metiendo para adentro, nos distribuían en salas en las que habia muchos mas compagnis. No se cuántos podía haber, intenté calcularlo, contando las celdas y la gente que estaba en la mía, podrian ser 16 por cuatro, pero la gente cambiaba, asi que serían mas. Al llegar a mi sitio me empujaron bruscamente contra la pared, me hicieron ponerme con la cabeza contra la pared y me vaciaron los bolsillos. Así estuve mucho tiempo, es algo que pasa en todas la comisarías del mundo mientras Amnistia Internacional nos cuenta que vivimos en grandes estados de derecho. Uno se empieza a preguntar algunas cosas, tal como por qué sale antes gente que ha llegado después de ti. Te empieza a dar miedo ver que los burgessi que quedan ya no son tan majos y se van pareciendo mas a una panda de macarras mafiosos con la cabeza rapada, guantes negros y un tono continuamente violento y vejatorio para todos los que alli nos encontrábamos. En la comisarías se pega habitualmente, pero aquí la cosa iba cada vez a a mas. Mas insultos, mas golpes, mas ordenes absurdas o preguntas a las que no podías responder porque no entiendes italiano, con el consiguiente castigo. Lo que iba en aumento y si que asustaba de verdad eran los gritos de dolor, y no eran gritos de dolor causados por una patada o un pellizco, era agresiones mas fuertes, eran torturas. Después de tres o cuatro horas frente a la pared viendo como le daban a todo el mundo, y después de que te hicieran gritar varias veces, cada vez mas alto, "viva el duce", después de todo eso tienes miedo. Pensé entonces que la llamada que hice desde el hospital podria surtir efecto, que aunque todavía no me habían dicho nada de abogado, ni nada parecido, es posible que el grupo de legal del Genova Social Formun estuviese en marcha. Se que suena a iluso, pero en esos momentos necesitas pensar en que las cosa van a ir a mejor, o que tu situación va a cambiar a mejor un poco, al menos tu rutina. Si no puedes ir a mear y estás parado, lo único que puedes hacer es hacértelo encima, si lo haces te pegaran brutalmente y te vejaran, porque esa es su mentalidad, te obligan a fallar en su codigo fascista de comportamiento; si te mueves al menos aguantas mas. Así fué mi caso, al poco tiempo de tener que someterme al fascismo criminal italiano me condujeron a otro pasillo en el que estuve con las manos entrelazadas en la cabeza un buen rato. Me conducían siempre con insultos y todos los antidisturbios que pasaban por allí no se ahorraban las patadas ni los escupitajos. Por primera vez en muchas horas me sacaron fuera, vamos a otro recinto y todo esta muy oscuro. Allí me hacen ponerme contra la pared con las manos entrelazadas encima de la cabeza, no me gusta tener un grupo de burguessi tan grande detrás. Enseguida me doy cuenta de que están torturando a un chico. Grita muchísimo porque su dolor debe ser enorme. Recuerdo oir algo terrible que le decía uno de estos matones "no grites, solo sufre". Nos quemaban la moral de muchas maneras, atacaban nuestra cobarde reacción al no hacer ni decir nada por lo que presenciábamos. En esos momentos cuando ya me habían golpeado de manera continuada durante un rato uno ya no sabe si es un cobarde o simplemente es mas pragmático que de costubre pensando que no habia manera de cambiar esa situación. A él le iban a pegar, a ti te tocaría mas tarde, la persona que tenías a continuación no se iba a librar, en lo único que podías confiar era en caer en manos de uno algo menos bestia, es decir, te podía tocar un psicópata sediento de ver dolor que sabe técnicas dignas de la gestapo, o en cambio podías caer en manos de un forzudo que solo sabía usar la fuerza de la manera en la que la usan las bestias; los dos dan mucho asco pero los primeros hacen mas daņo, está claro. El mío fue de los segundos y me dió patadas y golpes en la cabeza, me fue dando flojito por la espalda, los brazos y las piernas para averiguar donde me dolía, donde tenía magulladuras de los golpes de los carabinieri, de esa manera si veía que me movía mas de lo normal sabía que había golpe y que al poder haber denunciado este golpe en el hospital, aunque me hubiese aumentado ya no podría demostrar que me habían hecho esto en una comisaría. "Aquí no hay democracia, se ha suspendido, fuera si la hay y la respetamos" oíamos mientras nos golpeaban. Después de este baņo de dolor, en el que lo peor -al menos y por suerte en mi caso- fue la tensión que sufrí, la sensación de impotencia y la rabia mayor del mundo, me introdujeron en la sala donde te hacían la ficha policial, no destacaría nada salvo que ahí les oí hablar del nombre del grupo: unidad de intervención móvil (móvil por toda Italia se entiende). La sala estaba llena de cámaras biométricas, sistemas digitales de identificación de huella, y lo mismo en analógico. Nada mas acabar con todo el proceso me hiceron firmar ocho papeles en blanco. Es obvio que no los hubiese firmado de no ser por lo que habia vivido antes, confié en que para la justicia italiana tuviese mas importancia el testimonio ante el jueza que ante la policía, aunque lo pensaba solo como forma de animarme ante la posibilidad de las consecuencia que podia tener lo que habia hecho.

Me sacó Lucco (ese creo que era el nombre del agente de la unidad móvil que me conducía) de este edificio y me llevó de nuevo al hall del edificio contiguo donde había estado retenido antes, en el pasillo del que hablé antes. Ahora conocía a otro de estos fascistas que mantienen el orden en este país, me agarró del brazo violentamente y me condujo a una sala, me hizo sentarme y me dió unos papeles a firmar. Éstos a diferencia de los otros estaban ya escritos a máquina. Le pregunto pero me insultó y golpeó diciendo que los firmase de una vez, eso hice. Me seņaló el teléfono y me dijo "llama", justo cuando me daba la vuelta, dijo que me levantase y me condujo fuera de nuevo. Allí me hizo dar vueltas por delante de varios grupos de antidistrurbios, se paró en unos y les pidió que se acercasen diciendo luego : "solo uno, solo uno". De esta forma, me empezaron a empujar, a insultarme, a decir que éramos la peor raza del mundo, a escupir, mas golpes y patadas, y todo esto mientras estábamos llegando a la puerta. Entonces me dijo, "tu que vas a hacer maņana bastardo?", a lo que le contesté que me iría del país. Le pareció bien y aprovechó para hacerme un último comentario que consistió en volver a amenazarme con matarme él, o que si me veía en la mani del sábado se encargaría de que me pusiesen el cuerpo fatal antes de detenerme. Instantes después me empujó fuera del recinto de la comisaría, me estaba echando, no solo de allí, si no del país y para no volver mas. Fuera de la comisaría se congregó un grupo para insultarme y escupirme, me dijeron que me fuese andando al centro. Supliqué y supliqué todo lo que pude y mas para que me diesen mis cosas, me habian quitado mi mochila, el pasaporte, el teléfono, el dinero y algunas cosas sin importancia. No me hicieron caso y continué suplicando, por fin me hicieron caso y uno de estos perros entró dentro a a por mis cosas. Al mismo tiempo salían tres personas que habían sido golpeadas dentro de la comisaría y que tuvieron las suerte de topar con un policia de la fiscale que era de un sindicato afin a Refundazione, era sólo un error según este madero que lo que tiene de peor que los otros es que encima de legitimar la violencia y la brutalidad policial, encima dice que son unos pocos. Lo que yo viví en esa comisaría fué algo sistemático, algo ordenado desde arriba, de la misma manera que se permitió pegar tiros, y atropellar personas. Tuve suerte al final, esta gente me llevo al estadio Carlini y me vi salvado. Llegué muy confuso y emocionado por ver a la gente que quiero y a los compaņeros con los que vine de Madrid.

P.



SinDominio | ECN | Contra el G8