El problema de los niños no acompañados que un día decidieron emprender solos la aventura de la migración es una realidad palpable en Melilla. En torno a tres centenares de lo que comúnmente se conocer como menas deambulan por las calles de la ciudad autónoma malviviendo a la espera de ver realizado un sueño común: quemar la frontera y adentrarse en un barco que los lleve a la Península.
A los niños de la calle de Melilla no les queda más remedio que madurar mucho antes que sus iguales y en sus rostros de deje entrever las dificultades de una existencia expuesta a multitud de calamidades. Escapar de un centro de menores, en el que no pocas ocasiones son maltratados o extorsionados, o vivir bajo la presión social de una población que en ocasiones jalea en las redes sociales las agresiones de las que son objeto.
Desde Radio Onda Expansiva hemos tenido la oportunidad de entrevistar a una voluntaria de la asociación Harraga, entidad que desde Melilla trata de intervenir en la situación de estos niños condenados a ser adultos de forma prematura.