Nos visitan los Olentzeros con su mensaje antidesarrollista
Martes 29 de diciembre de 2009, Berbatan

Yo, como tod@s sabéis, vivo en el monte haciendo carbón. Durante años y años he mantenido una relación de igual a igual tanto con mis vecin@s como con la naturaleza y he forjado mi forma de vida en base a esta relación. Este otoño en un acuerdo entre el gobierno vasco y las empresas constructoras me han sido expropiadas por la fuerza mis tierras por las que pasará el Tren de Alta Velocidad. Parte del monte donde vivo quieren usarlo para canteras para hacer hormigón y otra parte para escombreras. De pronto he visto como destruían mi entorno, mi forma de vida, para el progreso de las grandes ciudades y me pregunté: ¿Por qué necesitarán las grandes ciudades sacrificar los montes, valles y pueblos para progresar? Decidí bajar a ver…

Entonces vi el lugar donde vivís. Totalmente tomado por enormes centros comerciales para consumir y ser consumidos, bloques de hormigón donde vivir, TAV, autopistas y obras para hacer más autopistas, gente explotada por grandes empresas y ETTs, largas colas en el INEM de gente suplicando ser explotados para sobrevivir, los niños educados por la televisión, los medios de comunicación dictando los temas de conversación y las opiniones de la gente… Los que dirigen todo este entramado organizan al pueblo en su propia contra y nos impiden organizarnos contra lo que nos anula ¿Feliz navidad? ¡De eso nada!

Ejemplo de todo esto es el horrible Megapark, un templo del consumo donde además se aplasta a sus trabajadores en la precariedad. Se alza en lo que antes era un fértil humedal. Cuando el filólogo Wilhelm von Humboldt visitó nuestro país hace doscientos años (como cuenta en Los vascos), dijo que este humedal era uno de los parajes más hermosos de la península ibérica. Ahora alberga el centro de ocio y consumo, levantado a golpe de pelotazo urbanístico (Ikea), autopistas como la A8 y la supersur (ahora en construcción) y, si se hiciera, la peor infraestructura de todas: el Tren de Alta Velocidad.

Mientras tanto la gente que lucha por cambiar las cosas, aquellos que se rebelan, son estigmatizados, criminalizados y etiquetados para que sus ideas no hagan mella en la sociedad y su imparable ritmo de vida. El poder prevalece, la dominación triunfa y si alguien se pasa demasiado es juzgado y encarcelado. Pero la represión con que los poderosos golpean no sirve, porque aquellos que amamos tanto la vida que no nos podemos agachar, tragar y callar siempre estaremos en frente de lo que nos trata de oprimir.