La persona que está detrás de las ondas, recibe nuestras vibraciones. Vibraciones que hoy hablan de refugio. Nosotras, nos refugiamos en vuestras casas a expensas de que los bombardeos no nos pillen sin techo. Refugiamos nuestras voces en vuestros oÃdos esperando que las palabras sentidas sean más fuertes que los prejuicios. Somos almas vagabundas y buscamos un lugar en el que descansar. En el que descansar y alimentarnos. Venimos de un largo viaje, lleno de aventuras y desventuras; crueldad, abuso, muerte, desesperación, hay gritos en mi cabeza que no puedo acallar.Â
Te suplico un poco de pan y de vino, una conversación al lado de la chimenea, la luz de unas velas. Te suplico un soplo de vida, de alegrÃa, de hospitalidad. Quiero encontrar la esperanza de que todavÃa queda algo más allá de los bombardeos de ideas, terror y balas. Quiero creer que puedo confiar en ti, que sabes lo que es el respeto, que te mueve el corazón con sus latidos. Quiero escuchar el susurro de tu amor. Quiero saber que merece la pena traer a alguien a este mundo, que todavÃa queda algo de belleza, que la armonÃa no se encuentra solo en una partitura musical. Pensar que existe todavÃa alguien como tu, que brilla en el desierto buscando la constelación de la sabidurÃa. Que el mar trae la vida y no la muerte, y la magia de la creación se bambolea cuando está llena. Sentir el calor de tu hogar, el aliento de tus costumbres, el uso de tu vida. Ahondar en el por qué de esa forma de hacer, fundirme en ella, saborearla, coger el fruto que me sacia y embutirme en las tripas de tu poesÃa.  Quiero que seas parte de mi refugio.