La tormenta era tan fuerte que pronto me di cuenta de que habÃa perdido al resto de la expedición, ya no podÃa ni ver ni oÃr nada a mi alrededor, asà que traté, como supongo que hacÃan el resto, de poner a salvo mi pellejo. A estas alturas a nadie le importaba ya nuestra misión inicial, casi olvidada y sólo recordada por lo ridÃculo de la idea, y tal era el desprecio por la misión, que cada uno lo hacÃa por su cuenta, reduciendo al mÃnimo cualquier posibilidad de éxito, no sólo de conseguir los objetivos que nos habÃamos marcado sino de que alguien de toda la expedición consiguiese sobrevivir a aquel temporal, que además nos golpeaba durante mucho más tiempo de lo que era habitual en aquellas tierras inhóspitas.
La Tormenta Perfecta, el programa de la literatura prohÃbida, el neoesoterismo y las calles sin nombre. Siempre en compañÃa de los mejores artistas del jazz, funk, rock y hiphop y su lado más relajante. Reposa tu cabeza y déjate llevar, esta tormenta es inofensiva.