Los autores reivindican a menudo una relación especial con los
programas que escriben y afirman que por lo tanto sus deseos e
intereses con respecto a los programas son mayores que los de cualquier
otro. Mayores incluso que los de todos los demás. (Normalmente,
las compañías, y no los autores, son quienes poseen los derechos
de autoría del software, pero se espera que pasemos por alto esta
discrepancia).
A aquellos que proponen esto como un axioma ético ("el autor es
más importante que tú") sólo puedo decirles que yo, un notable
autor de software, digo que eso es una bobada.
Pero hay únicamente dos razones por las que el público en general
podría sentir
alguna simpatía con la reivindación de derechos innatos:
Una razón es la analogía, cogida por los pelos, con los objetos
materiales. Cuando cocino espagueti, pongo objeciones a que alguien
se los coma, porque entonces no me los puedo comer yo. Su acción me
perjudica tanto como a él le beneficia. Sólo uno de los dos puede
comerse los espagueti, por lo que la pregunta es ¿quién?. La más
mínima diferencia entre nosotros es suficiente para inclinar la
balanza ética en uno u otro sentido.
Pero el hecho de que utilices o cambies un programa que yo escribí
te afecta directamente a ti, y a mí sólo me afecta indirectamente.
Si le das una copia a tu amigo, os afecta a ti y a tu amigo mucho
más de lo que me afecta a mí. Yo no debería tener el poder de
decirte que no hagas esas cosas. Nadie debería tenerlo.
La segunda razón es que se le ha dicho a la gente que los derechos
innatos de los autores son una tradición incuestionable en nuestra
sociedad.
Históricamente, es justamente al contrario. La idea de los derechos
innatos de los autores se propuso y se rechazó contundentemente
cuando se redactó la constitución de los EE.UU. Por ello la
constitución permite un sistema de copyright, pero no
requiere uno. Por eso dice que el copyright debe ser
temporal. También dice que el propósito del copyright no es
recompensar a los autores, sino promover el progreso. El
copyright recompensa en alguna medida a los autores, y mucho
más a los editores, pero como una medida para modificar su
comportamiento.
La auténtica tradición establecida en nuestra sociedad es que el
copyright coarta los derechos innatos del público, y que
ésto sólo se puede justificar si es en beneficio de la sociedad.
La última razón argüida a favor de los propietarios de software
es que así se consigue producir más software.
A diferencia de los otros argumentos, éste al menos adopta un
enfoque legítimo sobre el asunto. Se basa en una meta
defendible, para satisfacer a los usuarios de software. Y es
demostrable empíricamente que si se remunera adecuadamente la
producción de un bien, se producirá más cantidad del mismo.
Pero el razonamiento económico tiene un defecto: se basa en la
suposición de que la diferencia solamente radica en cuánto dinero
tenemos que pagar. Asume que lo que se desea es la "producción de
software", sin importar si éste tiene o no propietarios.
La gente acepta fácilmente esta suposición porque concuerda con
nuestra experiencia con los objetos materiales. Consideremos por
ejemplo un bocadillo. Supongamos que el mismo bocadillo puede ser
obtenido, bien de manera gratuita, o bien pagando. En este caso, la
única diferencia entre ambos bocadillos es la cantidad que se paga
por cada uno de ellos. El bocadillo tendrá el mismo sabor y el
mismo valor nutritivo, sea comprado o no, y en ambos casos el
bocadillo sólo podrá ser ingerido una vez. El hecho de que sea el
propietario quien nos proporciona el bocadillo, no afecta
directamente más que a la cantidad de dinero que acabaremos
teniendo al final.
Esto es cierto para cualquier objeto material--el hecho de que
tenga o no un propietario no afecta directamente a lo que es, o a lo
que se puede hacer con él si se adquiere.
Pero el que un programa tenga o no propietarios afecta a lo que es,
y a lo que se puede hacer con una copia si se compra. La diferencia
no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de propietarios de
software alienta a éstos a producir algo, pero no a
producir aquello que necesita realmente la sociedad. Y esto provoca
una polución ética intangible que nos afecta a todos.
¿Qué necesita la sociedad? Necesita información que
esté realmente disponible para sus ciudadanos. Por ejemplo,
programas que la gente pueda leer, corregir, adaptar y mejorar, no
sólo utilizar. Pero lo que normalmente distribuyen los propietarios
es una caja negra que no podemos estudiar o modificar.
La sociedad también necesita libertad. Cuando un programa tiene
propietarios, los usuarios pierden la libertad de controlar parte de
sus propias vidas.
Y por encima de todo, la sociedad necesita alentar el espíritu de
cooperación voluntaria entre sus ciudadanos. Cuando los
propietarios de software nos dicen que la ayuda a nuestros vecinos
es una forma de "piratería", están corrompiendo el espíritu
cívico de nuestra sociedad.
Por ello decimos que el software libre se refiere a las libertades,
y no a la gratuidad3.
El argumento económico que esgrimen los propietarios es erróneo,
pero el problema económico general es real. Hay gente que escribe
software de utilidad por el placer de escribirlo o por admiración
y amor. Pero
si queremos tener más software que el que esta gente escribe,
necesitamos conseguir fondos para ello.
Hace ya diez años que los desarrolladores de software libre vienen
utilizando varios métodos para buscar financiación, habiendo
conseguido algunos éxitos. No es necesario hacer rico a nadie; el
ingreso anual medio de una familia estadounidense, alrededor de los
35.000$, parece ser suficiente incentivo para muchos trabajos que
son menos satisfactorios que la programación.
Durante varios años yo viví de realizar mejoras a medida del software
libre que había escrito, hasta que una beca lo hizo innecesario.
Cada mejora se añadía a la versión estándar que se distribuía,
y acababa estando disponible para el público en general. Los
clientes me pagaban para que realizase las mejoras que ellos
querían, en lugar de las que yo habría considerado
como más prioritarias.
La Free Software Foundation, una fundación exenta de
impuestos para el desarrollo de software libre, obtiene sus ingresos
mediante la venta de CD-ROM, camisetas y manuales (todos los cuales
pueden ser copiados y alterados libremente por los usuarios), y
mediante las donaciones que recibe. Actualmente tiene una
plantilla de cinco programadores, más tres empleados que gestionan
las peticiones por correo.
Algunos desarrolladores de software libre obtienen sus ingresos de
la venta de servicios de soporte. Cygnus Solutions, con unos 50
empleados, estima que alrededor del 15 por ciento de la actividad de
su plantilla se dedica a la realización y mejora de software libre--un
porcentaje respetable para una compañía de software.
Varias compañías, incluyendo Intel, Motorola, Texas Instruments y
Analog Devices, se han aliado para financiar el mantenimiento
continuado del compilador libre de GNU para el lenguaje C. Mientras
tanto, el ejército del aire de los EE.UU. está financiando el
compilador de GNU para el lenguaje Ada, por pensar que ésta es la
forma más económica de obtener un compilador de calidad. (La
financiación terminó hace algún tiempo; el compilador de Ada de
Gnu está actualmente funcionando, y su mantenimiento se financia
comercialmente).
Todos estos son pequeños ejemplos. El movimiento del software libre
es aún reducido y joven. Pero el ejemplo de las cadenas de radio
mantenidas por los oyentes de este país (EE.UU.) muestra que es
posible mantener una gran actividad sin forzar a que cada usuario
pague.