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Tríptico sobre la Rehabilitación

El barrio de Lavapiés empieza a sufrir una remodelación que se ha elaborado sin la participación del conjunto de l@s vecin@s, a quienes sólo se ha tenido en cuenta a la hora de convencernos de todas las maravillas que los planes de Ayuntamiento y Comunidad traerán al barrio, presentándonoslos como un hecho consumado que seguirá adelante al margen de lo que pensemos.

 El Plan de Rehabilitación comprende varias áreas de actuación: remodelación de edificios; acondicionamiento de calles y plazas; creación de nuevos equipamientos; mejoras en las condiciones sociales. Esto último sin duda hace gran falta en Lavapiés, ya que aquí no sólo se sufre la sistemática destrucción del tejido social que se vive en toda la ciudad, sino que además grandes sectores de nuestro barrio, como son l@s gitanos y l@s vecin@s inmigrantes, sufren doblemente la inseguridad y la precarización de la vida cotidiana como efecto del racismo institucional. A pesar de ello, o precisamente por ello, esta parte de la Rehabilitación es la única en la que no se ha tomado ninguna decisión ni está prevista ningún tipo de actuación. Y esto es así pese a que fuera del convenio firmado por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, hay 900 millones procedentes del Fondo Social Europeo, gestionados por la Concejalía de Asuntos Sociales y destinados a Lavapiés.

Respecto a la Rehabilitación de viviendas, lo único que las instituciones han sido capaces de proponer son subvenciones a la propiedad que como máximo llegarían al 60%, para que ésta se encargue de los arreglos. Así, quien no tenga recursos para cubrir el resto de los gastos quedará fuera de toda reforma, y lo que es aún peor: nada se propone para los propietarios que no quieran rehabilitar y prefieran esperar a que los edificios se deterioren hasta tal punto que no quede otra solución que derribarlos y desalojar a l@s inquilin@s para realojarlos en otro lugar (a fin de cuentas, el realojo corre a cargo del Ayuntamiento...); resultado que deja a los grandes propietarios con las manos libres para especular con solares y edificios de nueva construcción cuyo precio se multiplicará con la introducción de mejoras en las infraestructuras públicas... De hecho, tan sólo el 30% de los propietarios han decidido acogerse al Plan.

Algo parecido ocurre con lo cientos de infraviviendas que hay en Lavapiés. La decisión de eliminarlas se supone que está tomada, pero todavía nos se ha dicho cómo se van a eliminar. Plantear seriamente el deseo de eliminar las situaciones de infravivienda sin que ello conlleve la expulsión, el ‘exilio’, de quien no puede permitirse pagar una vivienda mejor, exige reconocer la precarización social que vive en la raíz del problema y elaborar una política social de la vivienda que asuma demandas como la expropiación de edificios vacíos o en ruina y la creación en ellos de viviendas sociales.

Pero no parece que éstas sean la intenciones de las administraciones municipales, cuando en sus documentos hablan de una ‘población adecuada’ para Lavapiés (joven, con estatus, ‘tradicional’) que no parece corresponderse con la actual composición del barrio. Es decir, los diseñadores del Plan parecen entender que rehabilitar Lavapiés significa también expulsar hacia la periferia a los elementos ‘marginales’ que lo habitan (jubilad@s, parad@s, gitan@s, inmigrantes, okupas...).

En cuanto a los equipamientos, la única respuesta que el Ayuntamiento ofrece a las múltiples necesidades del barrio se concreta en la construcción de un conservatorio, un museo de artes populares, un polideportivo y parkings, muchos parkings... Soluciones limitadas que son las de siempre: una y otra vez, en uno y otro barrio, se piensa en polideportivos y parques ‘altos en cemento’ sobre los parkings, como si nuestra única actividad cooperativa y social fuera el deporte, como si en los juegos de pelota y el atletismo empezara y terminara toda nuestra práctica comunitaria, nuestra vida social; qué decir de la idea de cultura que se esconde en el proyecto de museo (símbolos de ‘lo castizo’ para reafirmar la ‘identidad patria’). Tal vez estos sean equipamientos ideales para la población ‘adecuada’ y ‘sana’ con que sueñan Ayuntamiento y Comunidad para Lavapiés, pero desde luego resultan totalmente ajenos a la realidad multicultural y compleja de este barrio.

Con cuatro parkings, se pretende resolver el tema ‘coche’, lo que con toda seguridad no significa aliviar el centro de la ciudad de la asfixiante carga del tráfico motorizado, sino continuar abriendo paso al coche y facilitando el crecimiento del parque automovilístico. De esta forma, pese a que se prohibirá aparcar en muchas calles, las plazas de aparcamiento en total pasarán de 1500 a 1700, y para colmo, parte de las plazas del parking previsto en la Pza. de Agustín Lara no serán para residentes. Cabe preguntarse también, cuánto costarán las plazas para residentes y quién podrá pagarlas. No se contemplan peatonalizaciones , y menos aún carril-bici o algo parecido... Una vez más el Ayuntamiento parece creer que la ciudad no es un espacio para que la gente viva, ni mucho menos conviva, sino para ser atravesada por millones de coches: una jungla de asfalto, y cemento, y oficinas, y vías rápidas, y humo, y mierda.

En época de práctica desaparición del gasto público social, se consigue un chorro de varios miles de millones para la ‘remodelación’ de Lavapiés; una remodelación que consiste en la destrucción de uno de los pocos espacios sociales del barrio, el Centro Social Okupado ‘el laboratorio’, para sustituirlo por un parque de cemento, con arbolitos en tiestos de cemento, con campos de fútbol y baloncesto, y una piscina, todo con mucho cemento, para ocultar los parkings. Resulta alucinante, o al manos paradójico, que el Ayuntamiento se proponga demoler la piscina de La Latina con el fin de hacer una zona verde y al mismo tiempo construir sobre una zona verde una piscina... Una remodelación que deja vía abierta a la especulación y apunta a una recomposición de la estructura social del barrio (los sectores más desprotegidos que ahora lo habitan habrán de abandonarlo para que esto se convierta en el barrio chic y de lujo del centro presentable y ‘europeo’ de Madrid).

Pero lo más grave del tema es que todo esto se ha decidido sin tener en cuenta la opinión de l@s vecin@s. En ningún momento se nos ha preguntado qué infraestructuras o equipamientos queremos, en qué tipo de barrio queremos vivir. Desde el punto de vista de la administración, nuestros deseos no cuentan a la hora de decidir nuestros futuro, ni de gestionar nuestras vidas.


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