Amig@s, compañer@s:
a continuación os damos los e-mails de distintos organismos de la administración que están implicados
en el proceso de desalojo contra el CSO 'el laboratorio'. Se trata de que mandéis e-mails de protesta y expreséis vuestro apoyo
y defensa del centro social. Para ello teneis aquí las cartas que hemos enviado tanto a Patrimonio del Estado (propietario del edificio que nos
denunció en abril, denuncia que ahora trae una orden de desalojo próxima) y al Ayuntamiento de Madrid (próximo propietario del
espacio- en meses- expropiado porque entra dentro del plan de rehabilitación de lavapiés. quieren hacer un parking y una de
esas cosas que ahora llaman 'parques de paseo'). Podéis o no inspiraros en ellas y en el plantemiento de la defensa del centro así como la
forma de conflicto que en ellas se dibuja- expresad como podáis o queráis vuestro apoyo y vuestra protesta. Podéis, por
ejemplo, mandar las mismas cartas, mostrar vuestro apoyo a éstas o bien escribir vuestros propios mensajes. De
todos modos, es conveniente que antes leáis las distintas cartas para inspiraros. Ánimo. Un abrazo y hasta pronto.
E-mail al Ayuntamiento:
E-mail al Patrimonio del Estado, Ministerio de Economía y Hacienda:
Asunto:
Con este escrito queremos hacer una serie de consideraciones en torno al conflicto que se ha planteado con la construcción,
desde el pasado 19 de abril, del centro social autogestionado "El Laboratorio". Conflicto que ha llegado al Juzgado de
Instrucción nº 46 tras la denuncia del Ministerio de Economía y Hacienda. Todo ello con la intención de lograr el desalojo de
este edificio, que ha permanecido vacío y abandonado durante cuatro años, y destruir así el proyecto de nuestro centro social.
Este proceso no sólo es responsabilidad del Ministerio como actual propietario, sino también del Ayuntamiento de Madrid,
puesto que es quien tiene previstas actuaciones que afectan a este inmueble como parte del plan de rehabilitación del barrio de
Lavapiés.
En primer lugar, difícilmente podemos tratar la irrupción de los centros sociales autogestionados y la ocupación de espacios
abandonados como una cuestión de orden público y delictiva, competencia estricta de la judicatura y la policía, sino como un
conflicto entre sujetos sociales con intereses más o menos enfrentados. Por un lado, tenemos las políticas y prácticas de
gestión de los espacios públicos, en las que está implicada la administración (en este caso, el Ministerio y el Ayuntamiento) y
los usos especulativos de inmuebles útiles por parte de los grandes y no tan grandes propietarios inmobiliarios y, por otro, los
proyectos e iniciativas de reconstrucción de espacios públicos y abiertos de comunicación, cooperación y experimentación de
nuevas relaciones sociales que llevan a cabo quienes dan vida a los centros sociales. Se trata, por tanto, de una diferencia
entre una iniciativa que parte de lo social y la incapacidad y rigidez de la administración a la hora de afrontar de forma
constructiva la irrupción de una nueva creatividad ciudadana.
Lo que tratamos de poner en juego en los centros sociales es una puesta en funcionamiento de capacidades de cooperación
social que no encuentran expresión en los marcos existentes que organizan el trabajo, la cultura, la participación política, la
formación y los servicios públicos. Existe una potencia social que excede estos marcos y busca momentos, espacios y
recursos que le permitan determinarse. Los centros sociales como El Laboratorio son modos de esta determinación, iniciativas
a la vez sociales, políticas y fundamentalmente éticas. En ellos se trata de recrear lo social enriqueciendo sus capacidades de
autoorganización y dando contenido y fuerza material a formas de democracia radical que atañen a todos los aspectos de la
vida cotidiana. Organización de la creatividad difusa (talleres de teatro, artesanías, música, pintura, idiomas, conciertos, etc);
experimentación de formas de autogestión de un espacio público (rehabilitación del inmueble, organización del espacio,
limpieza, producción de servicios como un comedor a precios populares o una biblioteca y realización de un proyecto de
vivienda); reconstrucción de lugares de encuentro, discusión y participación activa junto a otros colectivos del barrio como las
asociaciones de vecinos, de inmigrantes y ONGs: todo esto da cuenta de la riqueza y el valor de los centros sociales.
Resulta difícil de entender que frente a esta realidad sólo quepa un tratamiento jurídico que inevitablemente acaba en la
criminalización y en la violencia que trae consigo un desalojo. Frente a esto, proponemos abrir otra vía que es la construcción
de un marco público que afronte este conflicto sobre la base de la discusión entre el Ayuntamiento de Madrid, último
responsable del proyecto que afecta a este edificio, y el centro social y los sectores sociales que han manifestado su apoyo y
han participado de distintos modos en este proyecto. Una vía política que abra un diálogo y una negociación en la que buscar
la continuidad y el reconocimiento de este centro social.
Distintos sectores de la administración han aludido ya a posibilidades similares, por ejemplo, las manifestaciones de un
concejal de este Ayuntamiento al que ahora nos dirigimos en las que dejaba abierta la oportunidad de nuestra permanencia en
el centro de la calle Embajadores mientras no entrara en marcha la fase del plan de rehabilitación de Lavapiés que afectaba a
este edificio, o el ofrecimiento de la oficina del Defensor del Pueblo como instancia de mediación entre El Laboratorio y la
administración. Asímismo, más de seiscientas personas, entre ellas parlamentarios del congreso de los diputados y de la
asamblea de Madrid, se han autoinculpado como ocupantes del Laboratorio y se han pronunciado contra el tratamiento
represivo hacia los centros sociales. Son, además, numerosos los colectivos y organizaciones que coinciden con nosotros
sobre la apertura de esta vía y que, con seguridad, se lo comunicarán tal y como nosotros lo hacemos.
Existen numerosos precedentes de formas de negociación pública entre centros sociales, ocupantes de espacios públicos y
administración en otros países europeos. Estas formas de negociación han llevado a diversos acuerdos sobre las garantías y el
estatuto de los centros sociales o a distintos procesos de legalización. Esto ocurre en países como Holanda, donde la
ocupación de inmuebles abandonados no se considera un acto ilegal y donde los ocupantes cuentan con garantías de
permanecer en los edificios ocupados si estos se hayan abandonados o si los propietarios no demuestran que están haciendo
uso de ellos. En Italia, cada vez son más numerosas las experiencias de negociación entre centros sociales autogestionados y
ayuntamientos que han llevado a la cesión sin condiciones de los espacios ocupados o de otros de propiedad pública.
Existen, por tanto, razones suficientes para que este Ayuntamiento solicite al Juzgado de Instrucción n? 46 la paralización del
proceso judicial que acabaría con el desalojo del edificio del centro social El Laboratorio y adquiera la propiedad y la
responsabilidad sobre el inmueble, tal y como estaba previsto en los acuerdos con el Ministerio.
Estas iniciativas abrirían la posibilidad de una resolución constructiva de este conflicto a través del diálogo entre la
administración y los miembros del centro social, que además han promovido la constitución de un consejo en el que participan
múltiples fuerzas políticas, colectivos y sujetos que se sienten implicados y solidarios con este proyecto y que son la base
ciudadana que pugnaría en favor del centro social en ese diálogo.
Esperamos que considere esta vía de diálogo que proponemos con el fin de evitar experiencias desagradables de desalojo,
que a nadie benefician, como la que recientemente se vivió con el centro social La Guindalera.
Demandamos una respuesta pública e inmediata a esta carta.
CSOA El Laboratorio
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