Cómo llegar:
Hay varios tipos de naves, barcos, aviones, OVNIS, el Challenger, etcétera. Y también naves del tipo de cuatro paredes, almacén, fábrica, fundición...
Otras naves son los submergibles o submarinos, pongamos por caso el Nautilus. Enigmático y misterioso donde los hay, que aún ahora, depués de más de un siglo de navegación no sabemos si el Capitán Nemo tiene una base en los mares del Sur o es un tritón infatigable que no descansa nunca.
Ahora yo puedo ver el mar desde la Barceloneta donde observo y siento el rumor de la gente y el dulce batir de las olas, es una postal de doscientas pelas con recargo si eres guiri, pero si eres una persona mínimamente normal y te gastas los cuarenta duros en una caña, alguien te puede hablar de las naves.
¡Tómate una caña!
Las Naves, así es su nombre, están en Gràcia, al barrio me refiero, naturalmente y su estructura es la misma que la de todas las naves.
Las Naves son un recinto sumergido, con paredes, no identificado y con rumbo a Ninguna Parte.
El viaje a Ninguna Parte, sí que de verdad es patrimonio de lo que hay dentro de las fronteras de la piel de cada uno.
Para los tripulantes de tan singular navío la disciplina es estrictamente personal y el rumbo se determina día a día de forma asamblearia.
Por el ojo de buey veo Las Naves, como veo el mundo cuando tengo ocasión.
La ventaja de imaginar a través de una máquina intermediaria de tus impulsos visuales produce imágenes únicas, reales y que buscan expresarse, donde antes había realidades ocultas, ocultas por el silencio, la variedad, la falta de información, y en el peor de los casos por patéticas realidades más feas.
La realidad oculta de Las Naves les obliga a navegar sumergidas aunque con saludable agitación, a muchos pies de distancia del maremagnum político de nuestros días, donde faenan a sus anchas los arrastreros electoralistas que aprovechando las corrientes lanzan sus redes y llenan sus bodegas de conformismo, cegeuera y apatía. Sus carnadas para el palangre son mensajes para que cada merluza/o orgánico, físico y fiscal engulla desde su monitor mensajes de jóvenes sobradamente puteados, familias decididamente aseguradas y ancianos prematuramente olvidados.
Ya por palangre, ya por arrastre, los bancos de votos serán capturados, izados a cubierta e introducidos en la panza del buque congelador de conciencias, un estado perfecto para ahuyentar la putrefacción y el mal olor.
Pero en el fondo pasan cosas. Las criaturas de los abismos emiten fosforescencias como si de fuegos fatuos se tratase, que chisporrotean bulliciosos provocando gestos de asombro y sospecha.
Decisión y ansiedad se reflejan en las caras de los Okupantes de Las Naves.