Escondites, camuflajes, huidas y ocultamiento de Ernestina Hernández Hernández.
En el pasado Re-encuentro de Libertarias en Tenerife, tuvimos la oportunidad de conocer más sobre la mujer que daba nombre a aquel VIII Encuentro : Ernestina Hernández Hernández. Para ello tuvimos el honor de contar con dos mujeres que nos acercaron a su historia: la historiadora Raquel Pérez Brito,
y Nedy, la sobrina-nieta de la propia Ernestina. Con ellas nos emocionamos, apredimos un trocito más de nuestra historia y quisimos rendir nuestro pequeño homenaje a una mujer luchadora y ejemplo para su tierra y para todas nosotras.Tambien pudimos disfrutar de la exposición presentada sobre la incidencia y la represión que la guerra civil supuso en la islas Canarias, y más concretamente en el entorno de Ernestina. Raquel nos llevo de la mano a traves de los paneles expuestos por la historia y vida de la familia de Ernestina, y despues escuchamos el testimonio directo de Nedy, quien nos contó vivencias familiares que ilustraron la huella de Ernestina.
Ponemos a vuestra disposición las transcripciones de las charlas de estas dos mujeres, que sus palabras lleguen muy lejos ...
*Habla Raquel Pérez Brito, historiadora
"Desde que empecé mi vida política y social he tenido presente que todo lo que hacemos es una manera de dejar huella en el mundo, y siempre he intentado que lo que se haga quede y se transmita. Desde antes de estudiar historia fui recabando toda la información que me parecía que tenía que estar en algún lugar. Todo eso fue formando parte de una investigación, una parte de la cual está publicada, y con el alumnado de cuarto de la ESO hicimos un trabajo de recopilación de una familia de Tacoronte que era muy representativa de todo lo que fue la Guerra Civil. Se trata de la familia Hernández-Hernández. El alumnado hizo una serie de encuestas y estadísticas para poder ver qué se sabe y qué no se sabe de la Guerra Civil en Canarias.
La primera idea que hay es que en Canarias no hubo Guerra Civil. De hecho, hay muchas y muchos historiadores que a día de hoy siguen sosteniendo que en las calles no hubo conflicto enfrentado. Sin embargo, Ramiro Rivas es uno de los primeros que se arriesga a decir que sí hubo Guerra Civil en Canarias porque desde el minuto uno las represiones que se aplicaron a otras partes del estado se aplicaron aquí, y aquí con más énfasis porque es un territorio limitado del que no se puede huir, en el que todo el mundo se conoce, y más en esta época, y en el que todas aquellas personas que habían sido partícipes del movimiento obrero estaban señaladas.
Esta exposición consta de cinco paneles. El primer panel hace una breve descripción de cómo era Tacoronte en la década de 1930. Tacoronte, a pesar de ser un entorno rural, se podía considerar que tenía ya algunas características urbanas porque conectaba con un tranvía La Laguna y Santa Cruz y eso, ya le daba una ventaja respecto a otros sitios, ya que el acercamiento al entorno urbano te daba la posibilidad de conocer otras ideas y otras maneras de funcionar.
Aun así, Tacoronte seguía siendo un entorno bastante rural donde mayoritariamente la población se dedicaba a la agricultura y donde las mujeres hacían trabajos de lecheras o GANGOCHERAS, que es como se llamaba a las mujeres que se dedicaban a ir y venir con mercancías para llevarlas de un pueblo a otro.
En el segundo panel de la exposición se presenta a la familia Hernández-Hernández. En este panel se puede ver una fotografía del matrimonio inicial: Anastasio e Isabel. Anastasio era carpintero e Isabel costurera, pero, aun teniendo profesiones humildes, heredaron tierras y disponían de un patrimonio que ya les hacía algo diferentes al resto del entorno, lo cual se va a ver reflejado en la historia de algunos/as de sus hijos e hijas.
¿Y por qué rescatar la historia de esta familia? Porque en ella quedan representados todos los modelos de represión que hubo en Canarias a raíz de la Guerra Civil: un hijo fue fusilado, Paulino; otro fue desaparecido, Amadeo; al menos una de las hijas sufrió represalias y torturas, Domitila; otra hija permaneció oculta un tiempo, Ernestina y el propio padre, Anastasio, también fue condenado y encarcelado. En pocos meses la madre, Isabel, tuvo la noticia de que varios de sus hijos e hijas (hasta cuatro de ocho) sufrieron la represión y persecución franquista. Por lo tanto, es una familia que se merece ser reconocida y ser rescatada del olvido, es la demostración de que en Canarias sí hubo Guerra Civil.
En el tercer panel encontramos a Domitila que es la mayor de las hermanas. Ella estuvo varios años encarcelada. No es que formara parte de un activismo político como tal, pero posibilitó que en su casa se reuniesen sus hermanos con otros compañeros y compañeras del sindicato, motivo por el cual estaba señalada, ya que no dejaba de ser cómplice. Domitila hizo esto (foto adjunta, caja) estando en la cárcel. Esta foto me la mandó su familia. Ella estuvo en la cárcel con uno de sus hijos pequeños durante una temporada.
En el cuarto panel encontramos la información de otro miembro de la familia, Paulino. Él era un activista convencido, participó en muchos mítines. Trabajaba y pertenecía al Sindicato de Oficios Varios junto a su hermano Amadeo, con quién participó en varias convocatorias de huelgas e insurrecciones entre otros activismos políticos. Se les acusó de actos violentos y de un artefacto que se hizo explotar en una fábrica, aunque nunca se pudo demostrar su autoría. Se les acusó también de una bomba que se puso en el tranvía, incidente que provocó la muerte de su chófer, aunque tampoco se pudo demostrar nunca que ellos fuesen los responsables. Eran personas que estuvieron en primera línea de la lucha obrera.
Paulino fue fusilado: fue detenido al cabo de poco tiempo del golpe y al cabo de un mes le fusilaron. Él estaba muy unido a Ernestina, de quien trata el último panel.
A Ernestina la conocí así, con esa edad (señala la fotografía del póster). Ella se dedicará durante un tiempo a dar clase de refuerzo a niños y niñas y durante el franquismo empieza a dedicarse a labores agrícolas, pero no tuvo un trabajo remunerado como sí tuvieron sus hermanos, por tanto, su contacto con el mundo del sindicalismo y de la CNT no fue desde la línea de la lucha de clases, sino más bien desde el aspecto ideológico llevando a cabo tareas más propagandísticas."
*Habla Nedy, sobrina-nieta de Ernestina
ESCONDITES, CAMUFLAJES, HUIDAS Y OCULTAMIENTO DE ERNESTINA HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ. MUJERES LIBERTARIAS.La Esperanza 30/11/2024
"Muchas veces me he preguntado por qué razón sé tan poco acerca de mi familia. Nunca me faltó curiosidad por descubrir e investigar sobre aquel fatídico pasado que les había lastimado sin piedad y marcado para el resto de sus vidas. Al estar cerca de cualquiera de mis tías abuelas e incluso de mi propia abuela, percibía y respiraba algo que las hacía diferentes a otras personas: eran muy locuaces y elocuentes, pero también irritables y coléricas, lo mismo lloraban de rabia que de alegría, sus emociones siempre a flor de piel les ocasionaba estados de ánimo muy variables, lo mismo estaban de buen humor o de malas pulgas. En ocasiones parecían endurecidas por una férrea coraza y en otras afloraba una tierna sensibilidad con hermosos gestos de ternura y cariño. Casi todas tenían momentos que denotaban una leve pérdida de la razón y, a veces, tocaban la locura o la perturbación ¡Cuánto daño!
El tiempo me ha ido permitiendo conocer más, pero también reflexionar más. Ahora sé que mi ignoracia ha sido debida a ese silencio impenetrable que impregnó las casas de todas las familias que fueron segmentándose de la original, como si de un acuerdo tácito se tratara, y se hubieran unido en la abstención de hablar para guarecerse de aquel período de dolor y sufrimiento. El miedo, la aversión, el terror... debieron ser la causa. Y por eso, las respuestas a mis preguntas siempre fueron esquivas, encubiertas, disimuladas, desviadas... Cuento una anécdota que puede esclarecer esto: mi padre, al sentarse a la mesa decía siempre: “VAVI LE MONISMUCO” lo que repetiamos al unísono todos los comensales sin saber que aquello que recitabamos era VIVA EL COMUNISMO, por sílabas y al revés.
Se me hiela el corazón al pensar en mi bisabuela Isabel que, muy afectada tras perder dos hijos, uno asesinado (Paulino) y otro desaparecido (Amadeo) y tener a su hija mayor presa, debió enfrascarse en la dificultosa tarea de proteger a la pequeña, Ernestina, callando, ocultando o disfrazando la verdad para no perderla a ella también.
Mucho se ha dicho de Ernestina sobre sus huídas y fugas como manera de evasión, de los escondites en lugares y sitios secretos que utilizó, del uso de disfraces como medida de camuflaje y del ocultamiento, callando advertidamente, para evitar caer en manos de las milicias armadas de Falange, o de Acción Ciudadana, o de las fuerzas de seguridad como policías y guardias civiles.
Estos días he hablado con algunas tías y primas y me han dado sus versiones sobre este asunto:
Mi prima segunda, Isabel, me habla de una de las huidas de Ernestina por las costas de Tacoronte, con su hermano menor, Severo, a la altura de Guayonge, para escapar de la guardia que iba tras ellos, disparando a distra y siniestra, desde cierta distancia. Los higos chumbos, de color púrpura, iban desangrándose por las balas y al ver los guardias, las manchas líquidas que cayeron al suelo, las siguieron considerándolas rastros de sangre causadas por las heridas, lo que dio la oportunidad a los fugitivos de encontrar un escondite seguro. Días después fueron muchos los que pensaron que estarían muertos en el fondo del barranco de Guayonge. Claro queda, que si este relato es verídico, ambos escaparon de esa abatida. Algunos pescadores de El Pris, han contado que estuvieron un tiempo escondidos en cuevas y que ellos mismos le acercaban comida por el mar. Posiblemente por la desembocadura del mencionado barranco.
Mi tía Liduvina me cuenta, que en una de las casitas de mis bisabuelos, en la Calle Primera de El Cantillo, que ella misma heredó de Ernestina, encontró un zulo que tapó cuando la restauró. Según dijo, ahí pasó largo tiempo encerreda (Ernestina). Por otro lado, me dice que cuando comenzaron a registrar la casa con mucha frecuencia, la escondieron en la bodega dentro de una barrica donde durmió y pasó una larga temporada (esto lo suscribe mi prima seguna, Isabel).
Mi prima hermana, Luvi, habla en uno de sus ecritos sobre las/los Hernández, basado en narraciones que le hizo mi abuela Enedina, hermana de Ernestina, de cómo ésta se disfrazaba de hombre para salir a las huertas al amanecer y entretenerse un rato cultivando y respirando al aire libre, acompañada de Carmen, una de las mujeres que vivían en la casa familiar. Mis bisabuelos recogieron a dos niñas hermanas que habían sido abandonas, Carmen y Peregrina, que formaron parte de la familia como dos hermanas más.
Son muchas las personas de la familia y vecinos de Tacoronte que cuando se nombra a Ernestina, comentan lo que tuvo que hacer para disimular su apariencia habitual, mediante el disfraz (de hombre, de anciana...) o el enmascaramiento (velando el rostro o cubriendo el pelo con peluca o pañuelos) y poder salir a la calle.
Que el terror no vuelva a producir ese silencio impenetrable que marcó a esta familia de represaliados del franquismo, porque la memoria no puede ser silenciada, ni se puede borrar, porque encontrar nuestro pasado es esclarecer los hechos, es dignificar a las víctimas, es destapar la verdad y conceder justicia a los desaparecidos. Nunca más tanto sufrimiento y violación de los derechos humanos".
NEDY