El 1o. de marzo del 2002 se produjo una rebelión en el Penal de
«Libertad».
Fueron momentos muy duros. Sin embargo se salió en el marco de un compromiso asumido por
altas autoridades del Estado uruguayo (Ministerio del Interior, Suprema Corte de Justicia
y el parlamento a través de la Comisión de DD.HH.). No iba a haber castigo ni represión
a los presos en lucha y al mismo tiempo se iniciaba un proceso de elaboración de una
política carcelaria basada en el respeto de los DD.HH.. El acuerdo logrado y del que fue
testigo todo el que lo quiso ver en directo por TV, no fue cumplido por las autoridades.
El Ministerio del Interior y sus Dirección de Cárceles (que finalmente sus máximas
jerarquías terminaron en prisión por corruptos) siguieron el camino de la represión.
Cientos de presos apaleados, torturados, aislados durante meses, hambreados..., al tiempo
que los escombros de «Libertad» se convirtieron en el pasillo de la muerte con la
trágica lista de presos asesinados (asesinatos que en un primer momento De Avila y el
Ministerio del Interior quisieron hacerlos pasar por «suicidios», y si no quedaron
registrados así fue por la acción decidida de los familiares que reclamaron justicia). Y
en todo este tiempo y en esos escombros baleados, torturados, apaleados, hambreados y
muchos de ellos enfermos han permanecido más de un centenar de presos muchos de ellos
llevados de otras prisiones del país...
Cuando como consecuencia de las denuncias realizadas por presos y familiares las
jerarquías carcelarias fueron procesadas y enviadas a prisión, se podía llegar a pensar
que -por fin- en las cárceles iba a haber un poquito de justicia. No fue así. Los
milicos fueron a cárceles de lujo y para los presos sociales la realidad inhumana de los
campos de concentración siguió siendo la realidad.
Con «mano dura» quieren solucionar los problemas carcelarios...
Al frente de las cárceles nuevos milicos que con «mano dura» iban a solucionar los
temas carcelarios. Muchos discursos sobre motines, rebeliones de presos y promesas de
represión a sangre y fuego..., como si la realidad que se había vivido y se vive no
demuestra que las rebeliones de los presos son absolutamente legítimas ya que responden a
una realidad donde los DD.HH. humanos no existen para las personas detenidas.
Millones de dólares para enloquecer a la gente
en «jaulas de acero y hormigón»
Decíamos en marzo del año pasado que el régimen tenía dos caminos y uno de ellos era
el de la reforma carcelaria con la participación de todos los involucrados. Sin embargo
el camino que se ha seguido ha sido el de pergeñar nuevos campos de concentración más
sofisticados, más inhumanos donde dicen que gastan millones de dólares. Así se han ido
metiendo en esa historia de la «cárcel de acero» (los contenedores), que hará pasar a
la historia a los responsables de ese nuevo infierno como simples violadores de DD.HH., ya
que para lo único que servirán esas jaulas serán para enloquecer y exterminar a la
gente que ahí lleguen a estar recluidas.
Millones de dólares gastan en esas nuevas «perlas» de la represión y el exterminio al
tiempo que no aseguran la alimentación y la atención médica de los presos, y el
argumento es que no hay recursos.
La Justicia y la Cárcel uruguaya
lo único que condena es la pobreza.
Así llegamos a esa estadística que nos marca que cada 13 días muere un preso. Y si a
esta realidad horrible de muerte, le agregamos los presos hacinados, amontonados sin
espacio físico para desarrollarse, la hambruna que se vive en todas las prisiones, la
inasistencia médica, sin entrar en el disparate que es tener gente en las ruinas de
«Libertad» (disparate que sólo se le puede ocurrir realizar a gente que no tiene
ningún escrúpulo en violar sistemáticamente los DD.HH.). Si además vemos que todas los
derechos procesales de los presos son regateados o lisa y llanamente negados, y así vemos
que los presos que salen de la prisión lo hacen cumpliendo hasta el último día de su
condena sin derecho a media pena para los primarios o las dos terceras partes para los
reicidentes. Entonces, cabe preguntarse ¿A qué penas y que condena la «Justicia»
cuando envía gente a la prisión?
Evidentemente que las penas no son las escritas en los tratados de derecho, pues aquí
-según la ley- no se condena a nadie a muerte o al calvario y la tortura permanente. Y
eso es justamente lo que reciben los presos en la prisión.
Y por qué tanta dureza, que es lo que se está condenando. Y no lo decimos nosotros, lo
han reconocido jueces al hablar por que se desestimaba el régimen de medias penas para
los presos. A los presos no hay que soltarlos por que son pobres y si llegaron a la
prisión es justamente por eso, por ser pobres. Es decir la Justicia y la Cárcel uruguaya
lo único que condena es la pobreza.
La realidad de los campos de concentración
Hoy la realidad de los campos de concentración de la democracia uruguaya sigue siendo la
de un simple infierno.
COMCAR abarrotado de presos hambrientos, con el verdugueo sistemático y permanente a la
familia del preso para que no vayan a visitarlos más y con la amenaza lanzada por la
milicada de que uno de cada tres presos irán al penal de «Libertad».
La Tablada no escapa a esta realidad. La alimentación y la atención médica no existen,
al tiempo que se mantienen las carencias sanitarias y sobre los presos pende la amenaza de
que irán todos al infierno de «Libertad».
Podríamos hablar de Canelones y otros lugares pero la realidad sigue siendo la misma:
hacinamiento, hambre, falta de atención médica, arbitrariedad e injusticia permanente.
Y ni siquiera Cabildo escapa al hacinamiento y al hambre...
Es decir el régimen insiste en mantener a sangre y fuego este sistema totalmente inhumano
y violatorio de los DD.HH. Y como lazo de oro de este régimen de horror es que quieren
levantar sobres las ruinas de «Libertad» una cárcel, que según ellos será
indestructible, de acero y hormigón y de la cuál nadie podrá escapar, aunque las
personas que encierren allí enloquezcan totalmente.
A ese régimen -a un año de la rebelión de los presos en el Penal de «Libertad»- es
que debemos enfrentar hasta que logremos que sea un mal recuerdo en la historia de este
país.
Hoy más que nunca:
¡¡Penal de «Libertad», Nunca Más!!
¡¡Basta de campos de concentración!!
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