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BRECHA
4 de Octubre de 2002


EL PROXIMO MOTIN

Una de paz y una de sangre

Decir, ante el escándalo de 19 presos muertos en lo que va del año, que si hay motín correrá sangre, como dijo el director de Cárceles, es pretender apagar el incendio a baldazos de nafta.

JORGE VELAZQUEZ

El nuevo Director Nacional de Cárceles, Enrique Navas, aseguró que intenta corregir procedimientos administrativos por medio de la transparencia, «evitando que las hormiguitas se lleven los víveres». El comentario fue pronunciado en la reunión de la comisión tripartita *, llevada a cabo el 9 de setiembre, donde también expresó su disposición para escuchar los reclamos que realizan los presos, para conversar con los familiares e intentar mejorar la atención sanitaria. Pero siempre «dejándoles en claro a los reclusos que no habrá trasladados hacia otros centros de reclusión por más que destruyan y vuelvan a destruir el lugar donde están». Dijo Navas que les propuso luego comenzar «una nueva etapa, porque nadie quiere mortificarlos ni que haya violencia».


Sin embargo, a su anuncio de un tiempo de paz el inspector contrapuso el pasado lunes, en declaraciones al diario El Observador, un anuncio de guerra: «En caso de motines, si es necesario habrá derramamientos de sangre».


Consultado por BRECHA, el abogado y docente Carlos Uriarte, del Instituto de Estudios Legales y Sociales de Uruguay (IELSUR), señaló que «hablar de paz y a la vez de sangre es contradictorio y propio de régimen policial-militar», y que visualizar la posibilidad de un motín como un movimiento caótico, es olvidar la existencia de conflictos sin resolver. Cuando se pretende mantener un orden de cualquier manera es porque se carece de capacidad para prever un plan de pacificación, señaló Uriarte. Pero lo más preocupante es que «cuando alguien dice que no puede haber motín, es porque lo está esperando. Hablar de derramamiento de sangre se inserta en la lógica de un doble discurso: hacia afuera se promete seguridad y hacia adentro intimidación. Es un discurso por fuera de la Constitución, porque ésta establece que se debe organizar una cárcel que respete derechos», concluyó el abogado.


BRECHA recabó también el punto de vista del integrante del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) Guillermo Payssé, quien considera que no se puede hablar de sangre si se apuesta a la paz: «La Constitución y la ley no habilitan amenazas y en cambio obligan a proteger derechos, sobre todo el derecho a la vida que hoy no es respetado en las cárceles». Se pregunta si alguien puede pensar en derramar más sangre en un sistema tan violento que provocó en lo que va del año la muerte de 19 presos**.


Para Payssé los problemas del sistema carcelario sólo se tornan visibles cuando hay fugas, desórdenes, muertes y por ende sale a luz la corrupción de autoridades policiales, como la del antecesor de Navas y de otros jerarcas carcelarios, aunque la responsabilidad «también le cabe al Ministerio del Interior, que designó a los involucrados».


Uriarte y Payssé coinciden en que hubo un proceso legislativo culpable de optar por más tiempo de cárcel en vez de priorizar medidas alternativas que aliviarían la tensión que produce un hacinamiento cada vez mayor.



SOLO EL COLLAR ES DISTINTO

El inspector Navas estuvo al frente del penal de Libertad entre 1986 y 1990 (véase BRECHA 2-VIII-02). El actual presidente del Colegio de Abogados, entonces defensor de oficio, Ronal Herbert, realizó durante ese período una denuncia judicial contra las autoridades del establecimiento por el maltrato físico que padecían los presos. Herbert hizo estas apreciaciones ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento, el 5 de agosto de 1993, donde agregó que al interesarse por el expediente en el juzgado de San José, en 1989, supo que su denuncia -«hacían levantar a los presos a las dos de la mañana, los obligaban a correr por los patios y los forzaban a gritar ¡viva la guardia!, para luego mojarlos con agua»- no había sido investigada.


Hoy el inspector Navas es responsable de las cárceles de Libertad, COMCAR, La Tablada, Cárcel de Mujeres y ER 2 (Tacoma). ***


Si bien en casi todas las cárceles las condiciones son malas, considera Payssé, en Libertad son «siniestras». Debajo de una de las alas del penal hay una fila de contenedores (diez o doce). Unidos de a dos, con altas rejas en los extremos, conceden un mínimo espacio común si se abren al mismo tiempo las puertas de ambos contenedores. Una lámpara de 60 vatios ilumina malamente el interior. El número de reclusos varia entre cuatro y ocho por contenedor. Interrumpe el encierro un recreo de dos horas diarias, igual tiempo pero en diferente horario que el recreo de aquellos reclusos considerados responsables del motín que se encuentran en la otra ala, pero no debajo sino en el primer piso del penal. Las 28 celdas de uno de los lados de «la planchada» o patio interno y las 25 del otro lado están prácticamente destruidas y algunas frazadas ofician de puertas. Sin embargo allí moran casi 150 personas. Detrás de las rejas vigilan los guardias. «Los presos parecen ganado y la situación resulta insostenible», entiende Payssé.


Sin motines la sangre corre igual. El martes a la hora 14.40 según un informe de la Dirección Nacional de Cárceles, en el penal de Libertad se «autoinfligieron» heridas en el cuerpo con elementos punzantes Gustavo Muniz, Angel Sánchez, Víctor Fernández y Hugo Olivera. Internados en el hospital Pasteur, declararon que se hicieron las heridas para ser trasladados a otro lugar.


Son cerca de 300 los reclusos que habitan las ruinas del penal o los contenedores, que carecen de agua potable y reciben una alimentación cada vez más escasa. Un periodista radial preguntó a Navas si esos heridos eran peligrosos. «Muy peligrosos», respondió el director, como si explicara con ese concepto la no resignación de algunos presos a entrar en el promedio de dos muertos por mes o, si el inspector Navas cumple su amenaza, todos al mismo tiempo.


* La tripartita se creó para analizar la situación carcelaria y está integrada por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de diputados, representantes del Ministerio del Interior y de la Suprema Corte de Justicia. Se sumaron luego el Colegio de Abogados, el Servicio Paz y Justicia, el Ministerio de Salud Pública, el Centro Nacional de Rehabilitación y el Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados.
** El SERPAJ planteó ante la tripartita que se solicite al Ministerio del Interior un informe de las muertes ocurridas este año en prisión.
*** Cárcel Central y el Centro Nacional de Rehabilitación dependen directamente del Ministerio del Interior, y el resto de las prisiones son responsabilidad de la Jefatura de Policía de cada departamento. El número de presos en todo el país se estima en unos 5.700, de los cuales más de 3.000 están bajo la órbita de Navas, de ellos 2.500 en el COMCAR y unos 280 en Libertad.


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