| Los saqueos que se produjeron entre el 1 y el 2 de agosto pasado
llevaron a la cárcel a varias personas. Desde el gobierno se acusaba a organizaciones
«radicales» y desde sectores de izquierda se insistía en «una manija de los
colorados».
Sin embargo el tema parece más sencillo, al menos para los universitarios que
participaron en una mesa redonda en la Facultad de Psicología, al considerar que los
saqueos fueron consecuencia de la angustia social y el hambre que causa la situación
económica, social y política por la que atraviesa el país.
A la misma conclusión llegó un grupo de trabajadores, estudiantes y núcleos sociales
como el Ateneo del Cerro y de Las Acacias y luego el Plenario Paz y Justicia y las radios
comunitarias de Colón, Germinal, La Esquina, La Villa, y la cerrense Desde el Barro, que
forman el Espacio Solidario de Apoyo Mutuo. De inmediato lanzaron una campaña «Por los
presos del hambre» que se reflejó fundamentalmente en «pegatinas» en reclamo de la
libertad de los procesados (35 hombres y cinco mujeres).
El abogado de oficio Alberto Alonso -defensor de la mayoría de los encarcelados-
gestionó casi de inmediato la libertad de quienes no tenían antecedentes. Pero debió
realizar un segundo intento para que a los 45 días quedara en libertad el primero de
ellos: Pablo Peralta, un joven de 22 años que no fue acusado de hurto, ni de hurto
especialmente agravado, como el resto, sino de atentado. Respondió a las preguntas de
BRECHA mientras picaba un morrón en la cocina de su casa, en el barrio del Padre Cacho
(frente al Borro).
«Estuve 45 días presos por un garrón -dijo-. Fui con mi primo a hacer un mandado
después de la una de la tarde y vimos el alboroto, la Policía en la vuelta y gente
amontonada en San Martín. Regresamos a eso de las cuatro y el panorama era el mismo. Me
fui a ver a mi hija a la casa de la madre. Estaba en la puerta cuando pasó un grupo de
gurises corriendo. Unos policías en camioneta discutieron con unas vecinas y se fueron.
Me dirigí a lo de un amigo, a pocas casas, y minutos después conversaba con una vecina
sobre las corridas y el alboroto. En eso aparece otra camioneta y un policía me ordena
¡Subí!. No estaba haciendo nada malo por lo que ni se me ocurrió salir
disparando. Me llevaron hasta el supermercado que queda más lejos, a unas dos cuadras de
San Martín (el otro está sobre la avenida) y enseguida a la Seccional 17. Allí dijeron
que me habían detenido en la puerta del comercio. Uno que estaba en la comisaría y que
me pegaba piñas dijo que yo le había tirado piedras a la Policía» (en la zona se
concentraron muchas personas pero nadie entró en ninguno de los dos comercios).
«Estuve en la comisaría durante dos días, el juez no me atendía porque llevaban
gente de todos lados. Recién a las 48 horas pasé a juzgado y de allí a Jefatura. Eramos
35 varones en una especie de jaula y vinieron a comunicar los procesamientos. Unos por
hurto, otros por hurto especialmente agravado y a mí por atentado: dos policías dijeron
que les había tirado piedras. Dos días en Jefatura y nos llevaron al COMCAR en dos
tandas. Te gritaban Largo, largo y te daban unos palazos en las piernas. Nos
judearon un poco pero después adentro todo bien. Hay unos cuántos que se comieron un
garrón como yo, un muchacho que trabaja con Tacurú, venía con la ropa de trabajo pero
lo apresaron igual y él dice que le metieron un par de paquetes. Otro de acá cerca que
lo llevaron de la puerta de la casa y Juan, otro pibe sano, que no tiene nada que ver con
líos y lo procesaron por hurto. No conozco los otros casos, pero estos muchachos no
estaban en nada.
Cuando salí pensaba entablarles juicio, no por los policías sino para limpiar un
antecedente de algo que te juro que es un garrón, porque ni siquiera estaba cerca. Y para
el que tiene un antecedente después todo se vuelve más difícil. Pero ahora dudo porque
es otra vez en vueltas por el juzgadoy además cuando es la palabra de dos policías
contra la mía ¿alcanzará con tener razón?»
Días atrás otros cuatro procesados recuperaron su libertad y se espera igual resolución
para el resto de los que carecen de antecedentes.
|