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BRECHA
15 de Marzo de 2002


LA «TERRIBLE COMODIDAD» DE LA TABLADA
Apalear es invisible a los ojos

Hubo cientos de miles de testigos. Sólo no vieron los golpes de la guardia carcelaria contra los presos los televidentes que miraron hacia otro lado.
Es la misma lógica que permite nombrar director de una cárcel a un torturador de la dictadura.

TITINA NUÑEZ

«Se parece como si fuera un gran barco. Todos gritando y uno caminando ahí adentro.» Es lunes 11, de noche, y quién habla tiene la cara «borrada» en la pantalla de Tveo y su nombre cambiado por el de «exrecluso». Cuenta como vivió el primer día en el penal de Libertad y dice que la fuga es un derecho, un derecho a buscar la libertad.
En otro fragmento del programa Sala de Redacción*, el «Marito» aparece tras las rejas con los ojos desorbitados y un celular en la mano derecha, que lleva en alto.
Minutos antes, imágenes tomadas por un camarógrafo del mismo canal transmiten tres minutos de golpiza. Los que están de pie son seis. Primero hablan y señalan. Llevan gorros azules con visera, un escudo de acrílico transparente en una mano y la cachiporra en la otra. «Policía» se lee en las espaldas de las remeras, en blanco sobre azul.
Es evidente que alguien -¿uno, dos, cuántos?- tira patadas desde el piso o ataca de alguna forma. No se los ve. Sí se ve claramente cómo el policía retrocede ante el golpe, toma impulso, levanta la cachiporra y vuelve a dar. Fin del video.
El ministro del Interior Guillermo Stirling es el invitado central del programa. Mira al periodista Jorge Mederos con cara de póker y ante la pregunta de si existió o no represión cuando el traslado de los presos hasta La Tablada dice que «más allá de un empujón no hubo represión». Que así se lo dijo el fiscal policial Miguel Carrosio, cuenta.
El periodista Alfonso Lessa le pregunta si lo que estaban viendo fue confirmado. No, no, vuelve a responder Stirling. Lessa sigue comentando lo confuso de la situación en donde se ven forcejeos de ida y vuelta. «Los reclusos reconocen que hay empujones, situaciones casi naturales» (sic), dice el ministro. «Ahí parecía muy claro -dice Lessa a la vez que hace el ademán de aterrizar un palo al lado del ministro-, pero bueno...» Stirling lo mira, no contesta y vuelve a poner cara de póker. De rey del póker.

OJOS QUE NO VEN. Al ministro no le gusta que le pregunten sobre la violencia policial. El, cuando vio el video. no vio golpes. «Sólo vi un policía que levantaba la mano», dijo el ministro a BRECHA. «Pedimos el video, lo hicimos ampliar y notamos una situación confusa. Por eso decidimos pedirle a un hombre independiente y de confianza como es el fiscal (Miguel) Carrosio que hablara con los presos», afirma.
El fiscal habló con dos presos y así lo asentó en el expediente. Ambos -aseguró el fiscal- afirmaron que sólo recibieron empujones.
«A ver, diga, ¿que haría usted?», responde Stirling cuando BRECHA le señala que es absurdo que alguien le pregunte a un preso lo que puede ver con sus propios ojos. Pero el ministro se enoja. El no vio golpes. Que es la frondosa imaginación de la periodista, dice. Que él tiene poca imaginación y que no vio seis policías; sólo uno que levantaba la mano. «Vimos dos videos distintos, tráigame el que usted vio», dice, y pide que pasemos a la próxima pregunta.

A SEGURO LO LLEVARON PRESO. En dos días de motín, con 260 reclusos como protagonistas y siete policías como rehenes, el penal de Libertad fue destruido para siempre. La situación conmocionó al país y puso el tema en blanco sobre negro para una gran parte de la sociedad. Desde el «que los maten a todos», proferido por parte de una alta autoridad carcelaria (véase BRECHA, 8-III-02) hasta la exaltación de todos los reclusos como víctimas de un sistema, hubo opiniones para todos los gustos.
Para algunos, una persona como el Marito -que, según su prontuario, mató a quemarropa a un hombre de 54 años para robarle 11 mil dólares, a otro de 64 para quitarle 60 mil pesos y a un tercero de 23 años por un «ajuste de cuentas» -no merece la menor consideración. Ni los 500 dólares por mes que el Estado gasta en su manutención, ni atención médica cuando esté enfermo, ni agua cuando la pida, ni las manos y las piernas fuera del grillete, ni almorzar a salvo de las ratas o dormir lejos de la mierda.
La sola idea de que un violador o un asesino tenga derechos básicos garantidos por la ley es rechazada por muchos.
Para otros, los hoy victimarios fueron víctimas ayer.
Sólo en un punto la mayoría parece coincidir: en que, de centros de rehabilitación, las cárceles uruguayas no tienen nada.
El índice de un recluso cada mil habitantes ya casi fue duplicado en Uruguay y la mayor parte de los establecimientos tienen más del doble de la población que pueden albergar. A ese ritmo, con el penal de Libertad destruido, la superpoblación llegará al triple antes de que finalice el próximo año.
Cuando la tormenta apenas se había disipado, el ministro Stirling separó de sus cargos el martes 12 a los inspectores Pablo Machado y Antonio Cardozo, directores de Libertad y del COMCAR.
La entrada de droga, alcohol y teléfonos celulares y la venta de servicios varios de parte de los guardias a los presos fue evidente y se transformó en la gota que colmó el vaso.
El lugar de aquellos fue ocupado por los también inspectores José Sande Lima y Perazza. Sande integraba la OCOA durante la dictadura y fue denunciado por Juan Gelman ante el juez Baltasar Garzón como uno de los responsables de la desaparición de su nuera María Claudia García y de su nieta. La perla más ridícula en la historia de Sande fue la fuga de tres reclusos cuando regenteaba la cárcel del Cilindro. Uno de ellos, Alberto Grille, pesaba cien quilos cuando escapó por una banderola de treinta centímetros de alto por un metro de largo. El papelón le costó la destitución inmediata del cargo.

PENAL NUEVO CON VIEJOS VICIOS. El ministro Stirling piensa destinar 4.4 millones de dólares para instalar al lado del penal de Libertad, en cuatro meses, un establecimiento de máxima seguridad, de acero, prefabricado, construido en Estados Unidos y con capacidad para unos 600 reclusos.
Stirling dice ser consciente de que el factor humano determina el buen funcionamiento del penal. «Combatir la corrupción siempre fue un objetivo de este gobierno, a la vista está que siempre que hubo una denuncia se procedió a investigarla y se actuó en consecuencia», dice.
Mientras el penal nuevo llega y se planifica la construcción de otro edificio que terminará de levantarse dentro de dos años, la nueva comisión interinstitucional que hizo sus primeras armas precisamente en ocasión del motín y que integran la Suprema Corte de Justicia, el Ministerio del Interior y la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes ya definió acciones concretas.
El diputado Guillermo Chifflet (PS,EP-FA) anunció a BRECHA que próximamente habrá buzones herméticamente sellados donde los presos puedan depositar sus quejas o iniciativas, un número de teléfono en el Palacio Legislativo atenderá y grabará denuncias durante tres horas todos los días, y se estudia un convenio con la asociación Médicos Sin Fronteras para atender la salud en las cárceles.
Chifflet aseguró que en tres entrevistas que la Comisión realizó en el COMCAR con reclusos provenientes del penal de Libertad, nadie denunció haber sido maltratado ni conocer casos de ese tipo. En cuanto al video en cuestión, el legislador dice que aún no lo vio, por lo que no emitió opinión alguna.
Stirling reitera que cuando ordeno la indagatoria después de ver la filmación, los presos le dijeron al fiscal Carrosio que no habían sido agredidos.
--Dijeron que se sentían terriblemente cómodos -dice Stirling.
--¿Eso dijeron? ¿Terriblemente cómodos?
--Sí. Terriblemente cómodos -concluye el ministro.

  • Sala de Redacción. Conducido por Alfonso Lessa y Jorge Mederos se emite los lunes a las 20 horas por Canal 5-Tveo.

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