BRECHA
31 de Enero de 2003
CARCELES
Donde caben tres mil, caben 6.400
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Según
las estadísticas recientemente divulgadas por el Ministerio del Interior, la población
carcelaria asciende a 6.398 reclusos. La capacidad locativa de todas las cárceles del
país es de 2.900, lo que equivale a decir que aún faltarían cerca de 3.500 plazas para
evitar las actuales condiciones de hacinamiento.
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No debe esperarse a que ocurran hechos de alta visibilidad como un
motín o la muerte de algunos reclusos para prestar atención a lo que sucede en las
cárceles. El comentario-denuncia sobre la escasez de alimentación realizado por el
diputado Guillermo Chifflet el lunes 27 de enero en el programa Hola gente (Canal 12), no
tuvo un gran impacto mediático pero resultó útil para que la sociedad volviera a
atender la problemática carcelaria después del motín de Libertad, hace ya casi un año.
En aquella oportunidad, marzo de 2002, varios representantes del Estado realizaron
gestiones que llegaron a buen puerto: lograron que los reclusos depusieran su actitud y
liberaran a los rehenes, con el compromiso de que no habría castigos para los implicados
y de que se instalaría una comisión para analizar las acuciantes dificultades
carcelarias. Esa comisión, en realidad un grupo tripartito compuesto por representantes
del Poder Ejecutivo, de la Suprema Corte de Justicia y de la Comisión de Derechos Humanos
de la Cámara de diputados, analizó en detalle la temática y estableció los seis
principales macrotemas sobre los cuales habría que trabajar. Los dos primeros estaban
referidos a la salud (y en uno de sus puntos se ponía énfasis, justamente, en los
problemas de alimentación) y a la superpoblación carcelaria. Dentro de un panorama muy
amplio en complejidades, esta nota se centra en estos dos tópicos.
CABEN 2.900, HAY 6.398. La superpoblación carcelaria hoy
se ha constituido en una de las cuestiones más graves del sistema penitenciario nacional.
Según las estadísticas recientemente divulgadas por el Ministerio del Interior, la
población carcelaria asciende a 6.398 reclusos. La capacidad locativa de todos las
cárceles del país es de 2.900, lo que equivale a decir que aún faltarían cerca de
3.500 plazas para evitar las actuales condiciones de hacinamiento. El incremento más
explosivo se ha dado de un par de años a esta parte: en ese lapso ingresaron a los
distintos centros de detención 2.029 reclusos.
Estos números, y algunas de sus consecuencias (promiscuidad, falta de higiene y diversos
efectos del encierro ocioso, entre muchas otras), constituyen un cóctel explosivo que
conduce a situaciones de violencia, incompatibles con cualquier posibilidad de
rehabilitación.
El diputado Guillermo Chifflet, miembro de la Comisión de Derechos humanos, dijo a
BRECHA: "En todos los establecimientos nacionales las condiciones de salubridad y
de trabajo siguen siendo -más allá de los esfuerzos que ha hecho la comisión y el
actual director de Cárceles- insuficientes. No ha habido un aislamiento imprescindible y
como consecuencia se ha registrado una cadena de crímenes y de enfrentamientos. Las
cárceles, lamentablemente, siguen siendo un infierno (...)".
DIETA DE GUERRA. Goy Fonseca, integrante de la
organización Familiares de Presos en Lucha y padre de Nelson, quien purga una pena de
cinco años y seis meses por rapiña, brindó a BRECHA su visión sobre la imperante
escasez de alimentos. "Es sumamente preocupante -aclaró-. Puedo decirle, con
conocimiento de causa, que en estos momentos en La Tablada están dando, día por medio,
un litro de leche para cada celda (hay que tener en cuenta que son tres muchachos por
celda); y si hablamos del pan (que está administrado por el Comcar, donde funciona la
panadería), también falta desde hace un tiempo. En cuanto a lo que son los platos
principales, no sólo que muchas veces escasean, sino que últimamente es siempre
mondongo, con un gusto que no se puede comer; estimo que esa comida no debe cubrir los
mínimos valores en proteínas ni en vitaminas."
El director nacional de Cárceles, Enrique Navas, da su versión: "La
alimentación es racionada, en virtud de que tenemos que administrar muy bien los víveres
disponibles. La escasez es porque ahora hay un plato solo, antes se podía servir más de
un cucharón. Lo que no hubo en un tiempo fue carne y lo que no hay de momento es harina,
porque al no pagársele a algunos proveedores, éstos han dejado de entregar mercadería;
de todas maneras no creo que en la actualidad no se cubran los valores proteicos mínimos
(...). Yo soy el primer preocupado. Pero a la vez me consta que el ministerio está
haciendo gestiones ante Economía y Finanzas para que liberen rubros y así poder ponerse
al día con los diversos proveedores".
Una vez concluido aquel motín de marzo de 2002, salieron a la luz diversos hechos de
corrupción, entre ellos la muy importante (en valores) fuga de víveres. "El
control va marchando muy bien. Habiendo disminuido la cantidad de víveres, en
determinados momentos llegamos a servir mejores platos que en el período anterior al
nuestro (...). Que a un funcionario o policía se lo descubra retirando víveres de
cualquier cocina será considerado una falta muy grave, con eventual sometimiento a la
justicia", dijo a BRECHA el inspector Navas.
La Comisión de Derechos Humanos y el Grupo Tripartito de Trabajo ha hecho hincapié en
este punto, solicitando a las autoridades carcelarias información oficial sobre compras
de alimentos y elementos para la cocina y limpieza de cada establecimiento carcelario,
detallándose cantidad y precio de cada rubro. De esta manera se cuenta con elementos para
despejar toda acusación sobre robos y gastos inútiles, y se controlan los rubros
destinados a gastos de cada establecimiento.
¿TRABAJO? "Suele decirse que el preso no quiere
trabajar, y eso no es así, al preso no le ofrecen trabajo -asegura Fonseca-. Lo
que los muchachos no quieren hacer es construir lo que a ellos los encierra, nadie
construiría su propia celda. En lo que sí están de acuerdo es en mejorar los sistemas
que sean beneficiosos para las visitas de los familiares, como por ejemplo la
construcción de algún baño u otra cosa necesaria."
La situación de las cárceles no es ajena a las difíciles situaciones que atraviesan
otros organismos (en áreas como salud y educación) dependientes del Estado. "La
solución carcelaria no pasa por el encierro sino por el trabajo comunitario",
sostienen diversos profesionales estrechamente ligados al tema. En estos momentos la
rehabilitación se ve por el lado de que no se invierta tanto en edificios de encierro
(los nuevos módulos de acero adquiridos a Estados Unidos tuvieron un costo de 2,8
millones de dólares), y que sí se invierta en proyectos en los que el preso pueda ocupar
su tiempo ocioso, inclusive afuera, donde suele faltar mano de obra para mejorar algunos
servicios públicos. "Ciertos recursos mejor empleados podrían destinarse,
inclusive, a darle a los presos una mínima recompensa monetaria por el trabajo, y así
ellos ayudarían mínimamente a sus familias", opina Fonseca, quien asegura que
se han presentado algunos proyectos, sobre los que no ha habido definiciones. "A
veces creemos que no hay voluntad", agrega.
La coyuntura exige propuestas que puedan ser llevadas a la práctica en forma inmediata,
con los menores costos posibles. Algunos sostienen la idea de que la creación de más
huertas y criaderos de animales, tan en boga en estos momentos, es vital para intentar un
total autoabastecimiento y descomprimir así el gasto del Estado. "Creo que la
productividad de trabajar la tierra no pasa por obtener un máximo rendimiento, sino en el
resultado que tiene en el estado de vida del recluso -asegura el diputado Ernesto
Agazzi, quien en su condición de ingeniero agrónomo colaboró en los trabajos del Grupo
Tripartito-. En realidad, un hombre trabajando manualmente puede producir alimentos
para bastante más que una persona. Si trabaja con máquinas podría producir alimentos
para cien personas -es el promedio de la agricultura uruguaya-, pero se supone que en este
caso se va a preparar la tierra a mano, se va a limpiar manualmente de malezas y de
enemigos de las plantas, con lo cual se tiene la posibilidad de que la gente salga de la
celda y se discipline en el trabajo, ya que después de que se planta una semilla, todo lo
que pasa luego a uno lo lleva a tener obligaciones. Por eso digo que es algo que ayuda a
organizar la vida."
Claro que para esta actividad que es socializante, que implica trabajo grupal, se precisa
una organización general y voluntad de todas las partes para llevarla adelante. |
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