COMBATE
POR EL SOCIALISMO
No.3 /Junio-Julio de 2002
Cárcel Departamental de Canelones
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Compañeras y
compañeros, hoy les envío una carta de unos jóvenes, que si bien no lo aclaran, están
viviendo un infierno. Sancionados, aislados, sin visita y por motivos como habérseles
encontrado marihuana comprada a los propios milicos. Hoy dejo que se expresen ellos, no
sin antes contarles una anécdota: el 24 de diciembre, varios reclusos se disfrazaron para
repartir caramelos a los niños de la visita que corrían detrás de ellos, reían y
festejaban los disfraces de los presuntos «payasos», que eran simplemente equipos de
cuadros de fútbol con las medias por fuera, camisetas y gorros; igual lograron momentos
de alegría. Pero hubo un osado que durante muchos días fue preparándose un traje de
Papá Noel y lo logró bastante bien. Cuando estaba por terminar la visita apareció
también tirando caramelos a los niños que aplaudían, gritaban y festejaban. Este
recluso, de apellido Corujo, tuvo la feliz idea de aparecer sobre el techo de los
pabellones para sorprender más a los niños. ¿Saben que hicieron las autoridades? Lo
sancionaron y encerraron en el calabozo por haber subido al techo, y ahí está,
incomunicado, sin visita, por el atrevimiento de dar un poco de alegría a esas criaturas
de ojos tristes que vienen a visitar a sus padres aquí.
Les envío un abrazo fraterno y las gracias por este espacio.
Vuestro corresponsal en el Hotel 5
Estrellas
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Compañeros de Combate por el Socialismo. Al ver publicada la
carta de un compañero de reclusión nos animamos a escribirles porque vimos que alguien
nos escucha. Somos un grupo de presos que en este momento estamos hacinados en un calabozo
con capacidad para una sola persona. Queremos llegar a los que quieran enterarse de los
abusos, injusticias, maltratos y faltas a los derechos humanos a los que estamos
constantemente sometidos aquí todos. No nos olvidamos que alguna vez cometimos una falta
con la sociedad que estamos pagando -en algunos casos fumar marihuana-. Hay presos que
robaron comida para sus hijos como último recurso que les dio esta sociedad. No buscamos
lastima ni libertades que según las leyes no nos pertenecen, si reclamamos por lo que nos
pertenece y son los derechos humanos y el respeto.
En este establecimiento no hay médicos ni enfermeros, los que ocupan ese lugar son
personas incompetentes que ante cualquier malestar, ya sea dolor de cabeza, problemas
digestivos o heridas, nos inyectan bencetazil para que no molestemos más.
No tenemos acceso a psiquiatras, psicólogo ni asistente social. Hay reclusos con
enfermedades importantes como HIV, tuberculosis, cólera sin asistencia y reciben el mismo
trato con toda la población carcelaria.
Los guardias están constantemente sancionando injustificadamente buscando reacciones de
los presos. Nuestra visita recibe malos tratos porque saben que nos duele más que si lo
hacen con nosotros.
Existen reclusos con huesos quebrados que no son llevados a tratar. Los guardias suelen
estar alcoholizados lo que aumenta su violencia, hacen jueguitos como tirarnos gases
lacrimógenos por la ventanita del calabozo cuando estamos durmiendo o simplemente entrar
a golpearnos.
Los calabozos tienen constantes goteras de materia fecal de los baños de arriba y no
tenemos un lugar decente para hacer las necesidades. Castigos de 30 o 90 días en
calabozos inhabitables; nos dan salida cada 72 horas o más durante 5 minutos para ir a
bañarnos y volver.
Aquí es imposible que alguien se recupere para la sociedad, el rencor por las injusticias
se va acumulando y desgraciadamente hay mucha gente joven.
Invitamos a Uds. y a cualquier medio de prensa a venir y comprobar lo que decimos, les
ofrecemos todas las garantías que crean necesarias. Podrán comprobar que somos seres
humanos con los que se puede tratar con palabras y no sólo con golpes. Omitimos nuestras
firmas por las represalias, pero si lo creen necesario les damos nuestros nombres.
Y la última gota: hace pocos días fueron ferozmente apaleados dos reclusos de Las
Piedras en el calabozo. Quedaron tirados semiinconcientes en un charco de sangre, los
guardias juntaron en tarros la orina de todos ellos y se la volcaron encima. Al otro día
vimos como subían a golpes a uno de ellos para trasladarlo no sabemos a donde. Esposado,
lastimado, engrillado, pero con la frente en alto dio vuelta la cabeza hacia los
pabellones y nos gritó:
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«¡¡Arriba los que luchan!!» |
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