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EL PAIS
2 de Marzo de 2002


Penal de Libertad. Anoche se cerró un acuerdo entre el gobierno y más de 200 presos que causó un devastador motín con rehenes, en reclamo de la clausura de la prisión

El carnaval de los violentos

El control seguirá en manos de los presos hasta las 8. A esa hora llegará el juez de San José a evaluar los daños

 

 

J. L. ALVAREZ Y G.TRINIDAD

 

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CAPUCHAS.
Ocultos tras capuchas improvisadas y consumiendo drogas a la vista de las autoridades, los presos "demolieron" el penal de Libertad


Acá hay gente que viene por violación y se va a los tres años, pero hay gente que entra por rapiña y se come veinte años. ¿Usté qué prefiere, ministro que lo roben o que le violen a su hija?" El preso que interpelaba al ministro Guillermo Stirling tenía el rostro totalmente cubierto. El ministro se quedó en silencio y el preso insistió: "Vó, Stirling, conteste ¿qué prefiere que le roben o que le violen a su hija?". "Que me roben", concedió finalmente el ministro. No era lo único que el secretario de Estado estaba concediendo. A cada momento el recluso que lo apremiaba se volvía para aspirar cocaína y lo encaraba aún más exaltado. Eran las 20.50, el último de los siete rehenes todavía no había sido liberado.

Los presos insistían en que apenas se retiraran los negociadores la Policía iba a tomar represalias. Bajo la promesa formal de que no habría represión ni sanciones a las 20.53 el último guardia fue liberado.

Fueron nueve horas de tensión extrema. Por momentos la vida de los siete guardias estuvo en verdadero peligro. Un grupo de presos los condujo hasta las azoteas del edificio carcelario y a punta de cuchillo amenazaron con arrojarlos si no se avenían a sus condiciones.

Gruesas columnas de humo negro se levantaban desde los techos, mientras el ruido ensordecedor traspasaba los muros del penal y se escuchaba desde decenas de metros. Todavía se desconoce la magnitud de los destrozos, el control del sector ocupado será entregado recién hoy a las 8 de la mañana al juez letrado de San José que ingresará con la guardia policial.

El motín terminó. Un acuerdo entre el ministro del Interior, el presidente de la Suprema Corte y el diputado Guillermo Chifflet en representación del Poder Legislativo y los reclusos lo hizo posible. Pero la situación interna del penal es sumamente precaria. Los propios presos lo saben cuando dicen: "Esto es una bomba de tiempo".

RANCHO. A las 12.30 el guardia comenzaba a repartir la comida en el celdario, el "rancho". De pronto se vio rodeado por un grupo de presos armados de "cortes" afilados. Lo dominaron rápidamente y le quitaron las llaves, decenas de presos comenzaron a sumarse. En pocos minutos una decena de guardias fue reducida, finalmente siete quedaron como rehenes. La alarma de motín sonó y el Operativo Reja se activó.

El grupo de familiares que aguardaba para ingresar a la visita fue desplazado hasta la ruta 1. La confusión se instaló rápidamente. Unos 200 reclusos habían tomado el control del penal, casi la mitad de la población que actualmente tiene el establecimiento de Libertad.

En una rápida evaluación de la situación la dirección del penal comenzó a apreciar que el incidente cobraba magnitud.

"Tenemos un motín con toma de rehenes, todavía no sabemos cuántos son ni cuál es su situación", respondió el director nacional de Cárceles ante una consulta hecha por El País sobre las 14 horas.

Apenas unos minutos después se desplazó el primer contingente de efectivos de la Guardia Republicana que fueron a reforzar a la guardia carcelaria. Paralelamente, mientras un helicóptero sobrevolaba la zona, el Hospital Policial se aprestaba para recibir a los heridos.

ORQUESTADO. Sobre las tres de la tarde desde las ventanas superiores asomaban lenguas de fuego. Como primera medida se cortó la luz y el agua. Hasta entonces algunos presos conseguían comunicarse a través de celulares con sus familiares. Pero pronto se quedaron sin baterías y no tenían como recargarla.
"Era como un trabajo de demolición, un ruido infernal de hierros contra las paredes y de vidrios rotos", así lo vivió el productor rural Daniel Campanella, cuyo campo está a 300 metros del penal. Campanella dice que, en realidad, el motín comenzó a asomar en la tarde del jueves. "En la tranquilidad de la tarde se escuchaban una cantidad de gritos que no son comunes a esa hora, los que vivimos cerca del penal por los ruidos sabemos cómo está el ambiente", explicó. "Los días de neblina y de tormenta incitan a los reclusos, pienso yo porque sienten más frío", dice, "hoy al mediodía sentí la sirena del penal y las corridas y me dí cuenta de que se había desatado el motín que se venía anunciando".

A las cinco de la tarde todo el sector ocupado tomó fuego. Los bomberos aún no podían entrar. Un grupo especial de negociadores llegó al establecimiento. Para entonces ya estaban en su interior el ministro Stirling, el alto magistrado Gervasio Guillot y el diputado Guillermo Chifflet.

Gloria (57), una de las familiares que aguardaba en la ruta, logró comunicarse por celular con su hijo que purga por rapiña especialmente agravada. "Dicen que están bien, que no están heridos y que van a seguir hasta las últimas consecuencias. Quieren que venga Batlle", informó Gloria.

Poco después Gloria contó a El País que también ella había percibido algo extraño en su última visita. "Yo noté algo raro, porque en la última visita mi hijo me dijo: 'vos cuidame al Brian (su hijo), es lo único que te pido. Decile a la Susana (su esposa) que me lo cuide y que se cuide ella, pero decíselo, es lo único que te pido". "Esto se estaba preparando hace tiempo, ahora me doy cuenta", reflexionó Gloria.

TANQUETAS. A las 18.40 ocho tanquetas militares y tres camiones cargados de efectivos del Ejército ingresaron velozmente al predio del penal. El fuego se había extendido al sector opuesto y los presos parecían dominar toda la parte superior del edificio carcelario.

Más tarde el ministro Guillermo Stirling informó que el contingente militar sólo reforzó la custodia perimetral. Debían pasar aún dos horas más antes de que se concretara el acuerdo. La compleja gestión llegó a buen puerto, aunque el riesgo parece permanecer en forma latente.

"Felizmente todo terminó bien, aunque el Penal ha quedado completamente destruido --comentó Stirling--. Lo único que se ha negociado es garantizar que no va a existir represión, por parte de las autoridades carcelarias y aseguramos la integridad física de los reclusos en la medida que ellos también protegieran la condición física de los rehenes".

Los presos mantuvieron la tensión hasta el último momento. Como condición para liberar a todos los rehenes exigieron que los canales de televisión y los medios de prensa registraran el último tramo de la negociación.

Sin abandonar sus capuchas, ni los exabruptos los presos forzaron la medida a la que finalmente accedieron los negociadores.

"Esto no fue un capricho, esto es la consecuencia del sistema, se está pudriendo y nos estamos pudriendo todos. Esto es una bomba de tiempo", gritó a voz en cuello uno de los reclusos encapuchados. El olor de la marihuana inundaba el recinto, muchos presos ni siquiera se ocultaban para "esnifar" cocaína a vista y paciencia de las autoridades.

A las 21.30 los periodistas, fotógrafos y camarógrafos comenzaron a retirarse. Para algunos reclusos persistían las dudas. "Cuando se vaya la prensa nos van a cagar a palos", auguraban. Una vez más el propio Ministro debió dar certeza de que ello no ocurriría. El motín había terminado, la plataforma de acuerdos fue simple pero aparentemente satisfactoria para todas las partes.

ACUERDO. El Ministerio del Interior no aceptó la posibilidad de traslados a otras prisiones. En cambio, convino no aplicar sanciones a los reclusos amotinados y comenzar a estudiar las condiciones de reclusión.

La expresión del acuerdo negociado ayer fue la formación de una comisión tripartita que realizará el seguimiento y monitoreo de la situación interna en Libertad. Un delegado del Ministerio, otro designado por la Suprema Corte de Justicia y un tercero nombrado por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados conformarán la comisión que se comprometió a visitar una vez por mes y de aquí en más el establecimiento. El compromiso es que los delegados estudien las mejoras en el penal, posibilidades de traslados a otros centros y poco más.

El Ministro adelantó que son difíciles las soluciones por las limitaciones económicas del presupuesto. No obstante, indicó, de todas formas se va a hacer un esfuerzo para buscar soluciones alternativas. Señaló también que se harán esfuerzos para reanudar las obras en el penal.

"Pensé que estaba en otro país"

"En un momento me pareció que perdimos el control, que todo se nos iba de las manos", comentó el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Gervasio Guillot, finalizada la extenuante negociación. En un momento tuve la impresión de estar viviendo una irrealidad. Me parecía estar en otro país, en una cárcel de Centro América. La verdad es que por momentos no sabíamos cómo podía terminar esto", comentó.

Los reclusos durante la negociación con las autoridades mantuvieron a los siete rehenes a punta de cuchillo en la cornisa del establecimiento amenazando con matarlos. "Un oficial de policía que revista en el establecimiento me dijo: 'si matan a un policía mueren todos'. Yo comprendí la magnitud del problema que había que enfrentar, eso me dio la fuerza necesaria para emprender la tarea hasta encontrar una solución sin que hubiera que lamentar cualquier hecho que desencadenara una masacre", confesó Guillot.

El magistrado explicó que no se prometió nada que a sabiendas no iba a poderse cumplir. "Salvaguardar la vida humana fue primordial. Ellos quieren destruir y cerrar la cárcel, quieren ser trasladados a otro establecimiento, pero la realidad indica que eso es imposible". Guillot razonó que no hay que ser simplistas al encarar el problema. "La base del problema es física y económica", dijo Guillot. "No hay posibilidad de trasladarlos a otra cárcel simplemente porque no las hay". Por ejemplo ellos también denuncian carencias de medicamentos y atención médica, pero hay hospitales de todo el país que no tienen medicamentos, ese es un problema económico", expresó Guillot que resaltó la tarea negociadora del diputado Chiflet y del ministro del interior Guillermo Stirling, que con audacia y firmeza logró controlar la situación.

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