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EL PAIS
3 de Marzo de 2002


Motín en el Penal. Director de Cárceles estimó que las reparaciones demandarán más de un mes. La guardia no ingresará a los celdarios

Los reclusos tendrán que vivir entre los escombros

Luego que el juez de San José inspeccionara el establecimiento, los presos fueron reintegrados al celdario

Los presos vivirán entre los escombros que dejaron tras el motín y la guardia carcelaria no ingresará más al celdario. No habrá sancionados, ni represalias, pero ahora los reclusos deberán asumir que sus condiciones de alojamiento son aún más precarias.

"Ellos van a vivir en el sector destrozado porque así lo han querido", dijo el director nacional de Cárceles, Carlos De Avila, al ser consultado sobre el estado actual del penal de Libertad.

Tras una inspección de cinco horas por parte del juez letrado de San José, la autoridad carcelaria recobró el control del establecimiento, aunque con la excepción de los celdarios. Aún hasta media mañana se veían grupos de presos deambular por las azoteas del penal. Los techos volvieron a quedar desiertos poco después del mediodía.

El panorama arrasado que se adivina desde las decenas de vidrios rotos de las ventanas del pabellón central, anticipa una situación extramadamente compleja para la prisión de máxima seguridad.

El difícil equilibrio por el que atraviesa un sistema carcelario totalmente desbordado ­la población reclusa de todo el país supera ya los 5.500 internos­, sólo alcanzará un respiro con la habilitación de la futura cárcel de máxima seguridad con capacidad para 600 internos a construirse en el predio de Libertad y la del ex hospital Musto como Centro Nacional de Rehabilitación con capacidad para 300 reclusos en régimen de seguridad mínima. Ninguna de estas dos soluciones, según la información brindada por el Ministerio del Interior, será inmediata.

RECORRIDA. En medio de un total hermetismo y por espacio de cinco horas, el juez letrado de San José, Oscar Núñez Ramalho tomó contacto en forma oficial ayer por la mañana con el destrozado Penal de Libertad. Era la primera visita luego del violento motín del viernes protagonizado por casi 300 reclusos que tuvieron a siete policías de rehén durante nueve horas.

El magistrado se hizo presente en el lugar alrededor de las 8.30 de ayer y en el marco de un amplio dispositivo de seguridad, que impidió el acceso de los medios de prensa, inspeccionó la entidad de los daños causados por los reclusos, de los que se labró las actas correspondientes. La medida ya había sido anunciada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Gervasio Guillot, al cabo de las tensas negociaciones.

A la hora 13, en el mismo móvil policial que lo había conducido hacia el lugar, acompañado por un importante número de funcionarios administrativos del Poder Judicial y por el comisario Darcy González, Director de Investigaciones de la Policía maragata, el juez Núñez Ramalho abandonó el lugar. El magistrado no atendió los requerimientos de los medios allí apostados, que quisieron abordarlo, al igual que unos treinta familiares de reclusos que se habían dado cita en el lugar y que también requerían noticias de lo que sucedía en el interior del establecimiento.

Poco antes de las autoridades judiciales también había abandonado el Penal, el Director de Coordinación Ejecutiva de la Policía de San José, inspector principal Angel Fiordelmondo, quien argumentó ante los medios no estar autorizado a brindar información sobre la situación interna del Penal.
Lentamente, la rutina pareció instalarse en el interior del recinto, ayer silencioso luego de la agitada jornada del viernes.

ESCOMBROS. "Ahora todo depende de los reclusos, el celdario va a ser manejado por ellos que van a tener que vivir con los destrozos que dejaron", dijo el inspector Carlos De Avila, titular de la Dirección Nacional de Cárceles.
El jerarca informó a El País que los daños dentro del penal "son importantes". A la llegada del juez Ramalho los 300 reclusos fueron sacados bajo una fuerte custodia al patio de recreo. Entre las 7.30 y las 10 de la mañana la guardia penitenciaria pasó revista y constató que no faltaba ningún interno y asimismo se verificó que no había heridos.

Empero, hasta media mañana todavía se avistaba desde la ruta a personas que recorrían los techos y tenían el aspecto de reclusos. Lo cierto es que ya en horas de la tarde la totalidad de los reclusos reingresó al celdario sin novedad.

Al ser consultado sobre el refuerzo de la custodia militar en el perímetro externo del penal, el inspector De Avila señaló que la custodia que había quedado era la normal. "No tuvimos que recurrir a los efectivos militares para controlar la situación interna", precisó el jerarca.

En el correr de esta semana deben ser nombrados los delegados que integrarán la comisión tripartita que monitoreará la situación del penal. Dicha comisión estará integrada por un representante del Ministerio del Interior, otro designado por la Suprema Corte de Justicia y otro por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, los que una vez al mes visitarán el penal y se entrevistarán con los reclusos.

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