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EL PAIS
28 de Abril/2002


Ministro del Interior
La violencia engendra control

Guillermo Stirling .Admite que se vive un pico de violencia en los últimos sesenta días. La realidad obligó a ajustar las estrategias de seguridad ciudadana. El pedido de identificación a los ciudadanos y operativos pinza en toda la ciudad fueron exigencias formuladas esta semana a la Jefatura.

RENZO ROSSELLO

Los montevideanos y la seguridad

Un motín con rehenes terminó por destruir el Penal de Libertad. Ha aumentado la violencia de los delincuentes. Una sucesión de muertes violentas ocurridas en los últimos días tensó la sensación de inseguridad. En consecuencia la Policía acentuó los controles en las calles. El número de menores de edad que participan en delitos violentos va en aumento. El panorama de la seguridad pública no es el mismo de hace cuatro años, casi el tiempo que el escribano Guillermo Stirling lleva al frente del Ministerio del Interior.

Stirling no puede ocultar su preocupación. Para peor, debe enfrentar la situación aplicando severos recortes de gastos e invertir buena parte del dinero disponible en las economías de su cartera para edificar una nueva cárcel de alta seguridad.

Además, el ministro Stirling tiene un frente interno complicado. En lo que va de este año ya han sido procesados 48 policías, desde 1995 a la fecha han sido remitidos 652 funcionarios. Pero la mayor cantidad de policías procesados se registra a partir de 1999 y si la cantidad de remitidos entre enero y abril se proyecta al cierre del año 2002, podría ser un año récord.

Pese a ello Stirling no cree que el fenómeno de la corrupción tenga el carácter de una enfermedad incurable, ni que sea amenazante para la fuerza policial.

Con todos esos problemas sobre su mesa de trabajo, Stirling continúa siendo el ministro con el índice de popularidad más alto del gabinete.

MAS VIOLENCIA. Durante este mes fue perceptible un aumento de los delitos violentos, particularmente de las rapiñas. También se registraron varios hechos de sangre, entre ellos el homicidio de un taxista y el del redactor responsable de El Observador, cometido por atracadores. El Ministerio recomendó a la Jefatura extremar medidas, controles permanentes, inspección de vehículos y peatones, pedir documentos.

--¿Esto significa que se vaya a una política de seguridad más "dura", con más énfasis en el control?

--Es una continuidad en la línea de trabajo, acentuando esa línea en mérito a la característica del fenómeno delictivo que se está dando, que es la mayor violencia. Entonces, en los últimos meses se nos han incrementado las rapiñas en determinados sectores, por ejemplo en taxis y ómnibus. Rapiñas con especial violencia, al grado tal de que fue muerto un taximetrista y heridos varios trabajadores. Rapiñas que obligaron a la Policía a realizar centenares de controles noche a noche, sobre todo en lugares donde las estadísticas demuestran que son más proclives a este tipo de delito. ¿Qué ha traído aparejado esta mayor presencia? Una disminución en el sector más afectado por estos delitos. Hoy sentimos una responsabilidad en el sentido de que trabajadores de una rama especial como es el transporte, corren riesgos que no los corre ninguna otra actividad, salvo la del policía.

--En estos días se habló de extender esos controles más allá de las zonas críticas, o las llamadas zonas rojas, para incrementar la presencia policial en el resto de la capital.

--Claro, porque el delincuente tiene la capacidad de ubicuidad, es decir se ubica en los lugares donde tradicionalmente no hay tanta vigilancia porque tampoco tradicionalmente se cometen delitos en esos lugares. ¿Quién va a pensar que a las tres de la tarde en Pocitos se iba a asaltar a un taximetrista, o a las siete de la tarde en Malvín un ómnibus? Sin embargo sucedieron, razón por la cual ya no es en determinadas zonas, sino que hay que ir buscando el control en cualquier lugar. Se ha incrementado el pedido de cédula, una forma de ir garantizándole a la inmensa mayoría de las personas que son las víctimas de estos delincuentes que el cernidor cada día se afina más.

--¿Pero el Ministerio va a seguir buscando la aproximación de la Policía con la comunidad?

--Se están incorporando nuevas modalidades, por ejemplo Policía de Proximidad. Esta modalidad que tan buenas experiencias ha generado en España y que nosotros hemos tratado de tomar un montón de aspectos que estamos aplicando en Uruguay. En la Policía de Proximidad de Montevideo, el policía tiene una preparación especial, donde procuramos que el funcionario sea accesible a los ciudadanos, que se interese, que esté en contacto con los comerciantes, los directores de escuelas y liceos. Es decir con la sociedad viva y que se constituya en un factor de referencia dentro del barrio. Que sus diez manzanas que tiene para cubrir sean identificadas por el ciudadano. La experiencia que estamos recibiendo hoy es que los ciudadanos están colaborando de una forma insólita, a traves de informaciones permanentes.

--¿Hay entonces una combinación de dos grandes estrategias en materia de seguridad?

--Hoy lo que el ciudadano está reclamando, básicamente, es no seguir perdiendo calidad de vida. Que mucha gente la ha ido perdiendo en aras de un avance de ciertos aspectos de la delincuencia. Es tan conocido que nosotros vivimos enrejados y los delincuentes viven en libertad, eso creo que es una apreciación que nosotros tenemos la obligación institucional de revertir. Nuestro país se ha caracterizado por tener una modalidad, todos los uruguayos tenemos un estilo de vida. Ese es el gran tema del Ministerio del Interior, asegurar y presevar los derechos humanos de los ciudadanos.

MINORIDAD. El fenómeno de la minoridad infractora cobró especial relevancia en estos meses, al aparecer como protagonistas de varios de los hechos delictivos más violentos. La Policía ha criticado las escasas condiciones de seguridad con que Iname contiene a los infractores.

--No parece haber un diálogo fluido entre las autoridades policiales y el Iname, que tiene el cometido de la contención y el tratamiento de los infractores. ¿Qué medida se puede tomar al respecto?

--Pero se ha iniciado el diálogo. En días pasados tuvimos una larga entrevista con el presidente de Iname, Martín Marzano, otra directora de Iname, la doctora (Stella) López ha estado en reuniones barriales y creemos que el tema minoridad pasa por una mayor coordinación y continentación, mayores esfuerzos entre la Justicia de Menores, Iname y nosotros. Es impensable que nosotros no tengamos esa actitud de tratar de encontrar campos comunes para buscar la respuesta a un tema que realmente lo vivimos. El menor de la calle, el consuetudinario infractor, donde tenemos que empezar a buscar fórmulas sancionatorias no sólo para los menores. Para los menores las de reeducación, la que tiene que ser sancionatoria es para los padres que son omisos en las obligaciones del cumplimiento del ejercicio de la patria potestad.

--Hay un proyecto piloto que se está realizando en Las Piedras, con la participación de Iname, Policía Comunitaria y Justicia, que precisamente procura sancionar la responsabilidad de los padres de infractores. ¿Eso puede hacerse extensivo a Montevideo?

--Claro. Creo que tenemos que ir a sanciones, debería pensarse en la viabilidad de sanciones económicas a los padres, más allá de lo que pueden ser las eventuales pérdidas de sus derechos sobre el hijo, pero sanciones económicas sobre aquellos que son omisos en forma absolutamente reiterada de las conductas y desviaciones de sus hijos.

--¿Esa medida se está discutiendo en algún ámbito?

--Nosotros lo estamos analizando a nivel interno del Ministerio.

CUPULA POLICIAL. La falta de respuesta de la Policía ante el incremento de delitos ha motivado drásticas medidas, sobre todo en el interior del país. La semana pasada en Salto el Ministerio del Interior dispuso la remoción de toda la cúpula policial de esa jefatura. Poco tiempo atrás, y con el argumento de que la Policía no estaba respondiendo adecuadamente en el combate al contrabando, fue removido el jefe de Policía de Cerro Largo. En Montevideo se pidió a la Jefatura extremar los controles y obtener más resultados en la recuperación de objetos robados.

--¿Esto significa que el Ministerio se dispone a hacer relevos, es un llamado de atención a los mandos policiales?

--Una primera precisión, el jefe Luis Burgos ya había adelantado hace mucho tiempo su intención de renunciar, la reiteró en otra oportunidad. El sustituto Julián Rodríguez, que tomó posesión hace unas semanas, no encontró una respuesta hacia la situación delictiva que se estaba dando en la ciudad de Salto, básicamente. Mayor presencia, mayores patrullajes, que la capacidad policial fuera más disuasiva con respecto al tema delictivo. Recogía, en cierto aspecto, la inquietud que me había transmitido la Asociación Comercial de Salto y algunos indicadores de que estabamos viviendo en esta ciudad el inicio de una frecuencia delictiva preocupante. En estas semanas, evidentemente que el jefe buscó una respuesta mayor, mayor presencia en la calle, más actitud de prevención. Ha dispuesto estos relevos en función de buscar las personas con las cuales él ha trabajado muchos años, buscando mayor eficiencia en el trabajo policial.

--¿Esta situación se puede plantear en otras jefaturas?

--Nosotros hacemos un seguimiento semanal de toda la evolución delictiva de las jefaturas del país y evidentemente que estoy satisfecho con el trabajo que se viene haciendo en todas las jefaturas. Las tasas delictivas en el interior son de un aumento muy bajo. No se da la misma frecuencia en Montevideo, nosotros tenemos tasas delictivas que han ido subiendo, pero más que en cantidad en calidad, con más violencia. Por ejemplo, a todos ha impactado la muerte de un taximetrista, a todos ha impactado la muerte del doctor Alfredo Iraola y eso yo creo que tiene una repercusión directa en la sensación de inseguridad. En ese sentido, yo esta semana he hecho algunas reflexiones en cuanto a que la Policía está trabajando, sobre todo en Montevideo donde se notan estos perfiles delictivos preocupantes, está trabajando muy bien, hay mucha gente procesada.

--Sin embargo la gente sigue reclamando mayor presencia policial en la calle, actuando contra la delincuencia.

--De acuerdo, pero una cosa muy importante son los resultados. Los últimos crímenes han sido resueltos en pocos días. Sí creo que tenemos que tener más gente en la calle. Sí creo que tenemos que tener mejor respuesta en cierto tipo de delitos. Es decir, han existido desde hace unos años robos a farmacias, que es un robo bastante calificado, porque las personas que entran y roban saben lo que están robando. Eso tiene que tener una boca de salida. Sí creo que tenemos que tener una mayor contundencia en el recupero de los automóviles robados. Sí creo que la Policía debe tener una mayor contudencia en el recupero de los hurtos de casas de familia, que en eso es muy baja la tasa de recupero. Y eso, para mí también es muy preocupante.

CORRUPCION. Los casos de corrupción han golpeado al instituto policial en los últimos tiempos. Oficiales de alto rango y subalternos involucrados en una red de abortistas, policías remitidos por cobro de coimas, funcionarios involucrados en las redes del contrabando. Entre enero y abril ya han sido procesados 48 policías por distintos delitos.

--El fenómeno de la corrupción policial ha aparecido con fuerza al conocerse varios casos. ¿Más allá de los resultados de las distintas investigaciones, la corrupción se puede estar transformando en una amenaza para el instituto policial?

--Lo que hay es una actitud por parte de los jerarcas policiales en limpiar la casa. Hay una generalizada política por parte de todos los jerarcas de la Policía de no ocultar ningún caso que se denuncie o se detecte de corrupción. Una clarísima actitud política, digamos institucional, de parte mía en respaldar ese accionamiento que tienen los jerarcas. Sería impensable generar esta acción de depuración de las filas policiales si no exisitiera el respaldo, el apoyo, la voluntad y la firmeza de los jerarcas de ir separando a aquellos funcionarios que son desleales. Yo diría que los resultados más espectaculares de los últimos tiempos los protagonistas han sido la propia Dirección de Inteligencia, los propios mandos de la Jefatura de Montevideo, Interpol, donde se detectaron en las primeras instancias la eventual participación de policías y se hicieron trabajos de verdadera inteligencia para poder ir desbrozando el camino no sólo para encontrar a los policías, sino a quienes estaban involucrados en actos delictivos.

--Al iniciar una investigación de este tipo seguramente se abre un panorama muy amplio de la situación. ¿Qué percepción queda después de recorrer ese camino con respecto al tema corrupción? ¿Es una enfermedad institucional que presente un cuadro muy agudo?

--Yo digo que no. Hago una lectura de nuestra realidad social y evidentemente que en todos los ámbitos uno ve actos de corrupción. Yo creo que no hay ningún ámbito donde no se vean actos de corrupción. Lo que sí manifiesto es que la organización policial quizás es la más expuesta a la contaminación de la corrupción, porque es la que tiene que convivir con el delincuente, el gran corruptor. Tiene que convivir con el contrabandista, con el traficante de drogas, con el ladrón, con el gigoló, el que explota a las prostitutas, tiene que convivir. Hay una relación diría permanente y en ese sentido, los actos de corrpución, frente a los más de veinte mil funcionarios ejecutivos, son relativamente pocos para el peligro de contaminación que tienen los funcionarios.

BALANCE PROVISIONAL. Stirling admite que algunos problemas relativos a la seguridad pública son más graves ahora que al iniciarse como ministro del Interior. También le preocupa la escasez de medios con que debe enfrentar el tema. A punto de cumplir cuatro años de gestión, reflexionó sobre estos aspectos.

--¿Los problemas que tiene ahora son mayores que los que tenía cuando entró al Ministerio del Interior?

--Son distintos. Algunos se han agudizado, también la falta de recursos del Ministerio incide. Yo acepto a conciencia los recortes, porque no pienso en el Ministerio del Interior, pienso en el país, en la necesidad que hay de que bajemos el déficit fiscal, ya que eso va a tener una contribución directa a todo el entorno del país. En las consideraciones de la categorización de las consultoras que califican el riesgo, el incremento es importante en los últimos meses, por eso todos tenemos que hacer un gran esfuerzo. Son necesarios estos esfuerzos que hacemos todos los ministros. Sin lugar a dudas que repercute, cuando no se puede invertir. Pero no va a repercutir en lo esencial del Ministerio que es en la parte operativa.

--¿No tiene la sensación de estar sentado en un polvorín?

--Sin duda. Por el tipo de actividad que es, no termina nunca. Yo no me voy el viernes, cierro el despacho y lo reabro el lunes. Yo me voy el viernes y tanto el subsecretario como toda la secretaría quedan con los teléfonos abiertos porque este es un trabajo de 24 horas al día, los siete días de la semana. Porque son las noticias, son los imprevistos, son los pedidos, son las urgencias. Es tal el riesgo que se está corriendo sobre temas tan delicados que son los que competen a nuestro Ministerio, que evidentemente uno no puede estar inmunizado de todas las consecuencias que la conducta de alguno de los 27 mil funcionarios puede llegar a generar. Pero no puedo vivir tampoco pensando en eso, estoy trabajando con mucha convicción.

La ETA, los agitadores y violentistas

* Hace una semana fue detenido en Bayona, Francia, un ciudadano vasco integrante de ETA que estaba requerido por la muerte de 16 personas y varios atentados en España. El vasco José María Zaldúa Corta vivió clandestinamente en Uruguay y su presencia fue descubierta por la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, cuyos datos permitieron la captura internacional.

--¿Hay algún motivo por el que Uruguay sea un lugar apetecible como refugio para terroristas que actúan en países lejanos?

--No son tantos los que están, me refiero a los ciudadanos vascos vinculados a esta organización que han estado en el país. Sin lugar a dudas que Uruguay tiene una política contra el terrorismo muy clara, muy dinámica. Uruguay participa totalmente de aquellos conceptos de preservar la seguridad.

--Ligado a esto, pero en el plano netamente local, ¿el Ministerio del Interior entiende que haya organizaciones radicales que estén preparando algún tipo de acción directa?

--Mas allá de que se sientan, de tiempo en tiempo, rumores de saqueos de supermercados donde se toman todas las previsiones, donde se trata de neutralizar cualquier acción, no. Hemos sido muy precisos con los jefes de Policía del país en cuanto a permitir sí las manifestaciones gremiales, pero no permitir que se transgredan normas constitucionales como es el corte de caminos, es decir la libertad de circulación de los ciudadanos. Sin embargo hubo expresiones de sectores radicales. Se han expresado, se han manifestado, por lo tanto no podemos caer en la ingenuidad de decir esto no puede pasar. Tenemos que estar atentos a que pueda haber un sector de estos grupos que en algún momento quiera impulsar soluciones violentistas.

ENCUESTA | Sin distinción de ideología, edad y estudios, 8 de cada 10 quieren mayor control

Montevideanos reclaman "mano dura" a la Policía

Ocho de cada diez montevideanos dicen estar de acuerdo con que la Policía desarrolle operaciones masivas de control callejero tanto durante el día como la noche, de acuerdo a un sondeo desarrollado esta semana por Consultora Datos.

El 84 por ciento de los capitalinos creen que está bien que las fuerzas del orden público solicitan cédula a los ciudadanos en la calle, según la encuesta desarrollada entre el 24 y 26 de abril en base a 350 personas consultadas.

El planteamiento que realiza el Ministerio del Interior a la Jefatura de Policía en estos días tiene amplio consenso ciudadano: el 93 por ciento considera que los operativos deben ser a toda hora y en varias zonas a la vez.

El informe de Consultora Datos comenta a partir de las respuestas de los capitalinos que existe "necesidad de mayor control social", o "dicho de otra manera, aplicar la mano dura". Aunque sin embargo, el planteo contiene una contradicción: mientras se pide más guardia, casi la mitad de los montevideanos (47%) piensa que la Policía "no está preparada" para enfrentar el desafío.

Los montevideanos inclusive van más allá en su afirmación: ante la pregunta específica, un 67 por ciento de los consultados (casi siete de cada diez) dice "tener poca confianza" en los uniformados.

Como medidas de apoyo, los montevideanos creen que una ley seca no vendría mal. Tres de cada cuatro capitalinos (76%) considera que prohibir el consumo de alcohol en la vía pública mejoraría sensiblemente los problemas de seguridad ciudadana.

Las libertades individuales que podrían verse afectadas por el mayor control policial no parece preocupar a la ciudadanía, a la luz de los últimos índices delictivos. Ante la pregunta de Consultora Datos, seis de cada diez capitalinos (61%) afirman que el pedido de cédulas en la calle y otros operativos de seguridad no afectarán "en nada" esas libertades. El 36 por ciento admite que esta política sí limitará "un poco" el libre movimiento de las personas.

Las mujeres son más fervorosas en el pedido de mayor control policial: el 95 por ciento dijeron que sí, en tanto el 90 por ciento de los hombres coincidieron con esta postura. Ante la misma pregunta, otra sorpresa: son los menores de 29 años quienes más solicitan a los agentes en las calles: el 95% de ellos están de acuerdo con el plan, superando por poco margen a otras franjas etarias.

El 81 por ciento de los menores de 29 años está de acuerdo en que la Policía solicite la cédula a los transeúntes. Sólo los mayores de 50 años superan en proporción este reclamo: 95 por ciento afirma que está bien incluir esta operativa en los controles diarios de seguridad. En esta franja de consulta, los universitarios son más reticentes, aunque son mayoritariamente favorables a la medida. El 73 por ciento contestó afirmativamente a la exigencia de cédula a los ciudadanos.

CARCELES

Una crisis provocada por agentes violentistas

* El sistema penitenciario llegó al clímax de su crisis el primero de marzo pasado, cuando los reclusos del Penal de Libertad protagonizaron un violento motín que destruyó el establecimiento. La cantidad de 5.615 reclusos en todo el país marca una cifra récord en materia de población reclusa. Lejos de disminuir, la agitación se mantiene en el penal de máxima seguridad donde se han producido cuatro muertes por ajustes de cuentas. Unos veinte internos han pedido protección a las autoridades porque están bajo amenazas de muerte. También se investiga a nivel judicial el pago de coimas a funcionarios para favorecer traslados.

--¿Qué diagnóstico hace el ministro del Interior en este momento del sistema carcelario?

--Creo que lamentablemente, todo lo que estamos viviendo lo fuimos denunciando en los últimos tres años, conjuntamente con las autoridades carcelarias. Y no era que había que ser un gurú para poder anunciar cuál podía ser la evolución del sistema carcelario. Lo que se denunciaba hace tres años y lo que está ocurriendo ahora, es la correspondencia por la ley de los hechos. Naturalmente, teníamos que terminar como terminamos. Además de la superpoblación carcelaria, yo creo que en esta instancia hubo factores detonantes que sí los podemos vincular a esas minorías violentistas que tienen incidencia, porque lo han declarado, porque lo han escrito, que el Penal de Libertad es una expresión de la dictadura por lo tanto hay que destruirlo tantas veces sea necesario. Acá se habla de luchadores sociales que están detenidos, han pintado muchas paredes, frente a mi casa una de ellas, dos ciudadanos suecos luchadores sociales. Libertad para ellos, cuando son simples rapiñeros, para la Justicia, no para la Policía. Rapiñeros que han sido sentenciados por un juez y fue confirmada la sentencia por un tribunal de apelaciones. Se está invocando que son luchadores sociales, se ha difundido en el mundo de que acá la Justicia está cometiendo una gran injusticia.

--¿A usted le molesta ver esas pintadas cuando sale de su casa?

--No, para nada. Ese tipo de violentismo es el germen que se va inoculando en una sociedad para generar más violencia. Por eso sí tenemos que decirlo, como lo he dicho de este ciudadano uruguayo que tuvo sus hijos en Suecia. El pertenece a un grupo anarquista, grupo que está legalmente permitido, pero que tiene una concepción de vida totalmente distinta a la nuestra. Y por eso está propiciando la destrucción del penal de Libertad. Con esos extremismos sí tenemos que ser muy firmes, muy firmes.

--¿Cómo administra el Ministerio ese equilibrio entre una situación carcelaria interna tan complicada y los sectores que operan desde afuera en esa crisis?

--Yo creo que son sectores minoritarios, pero que tuvieron la capacidad en el nacimiento del motín de colectivizar la causa. Y bueno, terminó como terminó. Pero también los presos están viviendo en las condiciones que ellos crearon. En eso el Ministerio ha sido inflexible, porque nosotros le transmitimos a la población carcelaria que no se podía redistribuirlos en todo el país, por la nefasta experiencia que en 1994 se había vivido. Hoy viviendo esa situación, lamentablemente están pagando las consecuencias de ese hacinamiento donde se han cometido, casi con total certeza, ajustes de cuentas en cuatro de los ahorcamientos. Donde han aparecido elementos en las requisas que seguramente han sido utilizados para llevar a cabo estos actos.


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