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Artículo publicado en el periódico EN LA CALLE.
Edición Nro 39. Julio-Agosto 2001
En Uruguay la justicia tampoco existe.
Cuatro Jovenes Torturados,
Encarcelados y Condenados
La justicia es tela de araña, se llama el hermoso disco de Alfredo Zitarroza, y será por aquello de que esta hecha para atrapar bichos chiquitos, porque los grandes la rompen y pasan sin drama.
Gerardo Giménez (22) y Miguel Giménez (20) son dos hermanos suecos, hijos de padres uruguayos exiliados en Suecia durante la última dictadura militar uruguaya. Alexander Montero (19) y Alexis Tourné (19) son los dos compañeros apresados con ellos.
La policia los detuvo el 27 de Septiembre de 1999, acusados del asalto a un almacén del barrio (a la vuelta de la casa de Alexander) que había sucedido a las 21:30. Ellos charlaban en una esquina a 250 metros sobre la avenida principal. Vieron pasar el patrullero a toda velocidad. Uno de los policías que cruzó en el móvil declaró que también los vio, hasta ahí raro.
Pero en pocos minutos el mismo patrullero regresó en sentido contrario por la misma avenida y se detuvo en ellos.
No encontraron armas, ni la mercadería del asalto, ni dinero, pero en la comisaría 17 buscaron construir una confesión en base a golpes en los testículos, paseos arrastrados de los pelos, trompadas y patadas. La mayor saña fue para los gringos e hijos de exiliados políticos. A Miguel le pisaron la cabeza, sintió como una explosión, era su oído al estallar.
A dos días de apresados, el juez William Corujo Guardia los detuvo en la cárcel COMCAR donde los vuelven a torturar carceleros anti-motines. Durante 85 días, Alexander permaneció incomunicado. Miguel fue sedado contra su voluntad y sufrió un intento de asesinato pero sus compañeros le salvaron la vida.
El 15 de setiembre de 2000, el juez dictó sentencia y condenó a los cuatro muchachos a siete años por delito de rapiña, aunque la justicia uruguaya prevé penas de cinco años para este tipo de transgresiones.
Pero la justicia uruguaya sentencia sin pruebas y legaliza la tortura. La policia armó la causa, el veredicto desconoce las lesiones, desoye que los muchachos no han sido reconocidos por los comerciantes, que no existen pruebas materiales y no reconoce la ciudadanía sueca de dos de ellos.
Pero existen datos mas sugestivos. Estos 4 chicos realizaban labores sociales en el barrio, como la restauración de un polideportivo y la creación de una red urbana de computadoras para los jóvenes de la zona.
Y la policía los venía hostigando hacía tiempo. Los meses antes de la detención los paraban para pedirles documentos y palparlos de armas.
Hace catorce años, cuando una comisión policial fusiló en una esquina de Ingeniero Budge, en un barrio de Lomas de Zamora, a tres muchachos indefensos, tambien la policia armó un teatro en el que la víctima se convertía en responsable de su propia muerte y la justicia en garante de la impunidad y el crimen.
Los muchachos uruguayos por fortuna están con vida, por eso dependen de todos y todas, de cada uno y de la lucha organizada para ser libres otra vez.
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