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LA REPUBLICA
1 de Abril de 2002


Tortura sicológica, abuso sexual y chantaje denuncian Daniel Chávez y Ana Fleitas

Matrimonio argentino narró el calvario que padeció en Jefatura

Literalmente huyeron de Uruguay. Un matrimonio que reside en Argentina denuncia haber sido envuelto en una trama delictiva por al menos tres policías de la Jefatura capitalina y en un posterior chantaje para "no inventarles una causa". Dicen que los torturaron sicológicamente y que a la mujer la manosearon en un cuarto oscuro y para "arreglar" le dijeron "que debía acostarse" con ellos.

 

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Once horas "secuestrados" en Jefatura tras ser involucrados en una acción delictiva.


La narración fue hecha a LA REPUBLICA por Daniel Chávez y Ana Fleitas, padres de Camila, de cinco años, y Lara, de cuatro, quienes a su corta edad también vivieron estos atropellos. La entrevista se concretó pocas horas antes de que dejaran el país. "El consulado nos dijo que teníamos que irnos porque esta gente no opera sola. Por eso venimos al diario para que se sepa quiénes somos y qué fue lo que nos pasó", resumió Chávez su intención y los temores de la familia.

El es uruguayo y tiene familia en Uruguay, como también algún vínculo empresarial por su profesión: diseñador de ropas. Comparte la misma ocupación con su esposa y entre las pruebas que mostraron sobre su trabajo figuran sus rostros y diseños en revistas argentinas como Caras. Dicen haber vivido una película de terror: "Es bueno que estén en prisión porque un montón de ciudadanos uruguayos se van a ver librados de este malandraje, de estos piratas. Son piratas, delincuentes, no hay una palabra que pueda encerrar en un solo término todo lo que ellos son y lo que nos hicieron".

Se vieron envueltos en una investigación sobre el robo y contrabando de teléfonos celulares para su venta en el mercado negro uruguayo. De alguna manera fueron inducidos por los policías, pertenecientes al Departamento de Hurtos y Rapiñas, a involucrarse en un episodio que desde su óptica no tenía nada irregular.

El comienzo

Para celebrar la llegada de 2002, la familia de Daniel Chávez decidió reunirse en Montevideo. "El 1º de enero me conducía con mis primas, sobrinitas e hijas a la playa y ahí se cortó la cadena de distribución. Llamamos al Automóvil Club del Uruguay (ACU) y empezamos a gastar un montón de dinero en remolques y demás", recordó el empresario.

Explicó que ante el imprevisto y los gastos que éste generó, decidieron, junto con su esposa, vender los teléfonos celulares propios. Sacaron una dirección de un aviso clasificado y fueron hasta un local sobre 18 de Julio. Ingresó a dialogar la señora Fleitas, a quien un hombre le entregó una tarjeta con la dirección de un supuesto socio.

"Fuimos a un lugar que decía agente oficial Ancel, cerca de un cementerio y de la plaza Colón. Mi esposa bajó y vendió los teléfonos", recordó Chávez, quien agregó que en ese breve intercambio se entabló una conversación sobre el porqué de la venta, la situación y sus ocupaciones. A Fleitas no le pareció mal dejar su teléfono por si al comprador le surgían inconvenientes con los aparatos.

"No había problemas porque eran comprados y estaban a nombre mío", razón por la cual Fleitas no puso reparos a la hora de dar el teléfono: "Se ve que el hombre anotó mi nombre en su agenda".

Llamadas

El matrimonio finalmente concluyó sus vacaciones y abandonó el país sin sospechar lo que pocas semanas después les comenzaría a pasar. "En muchos momentos, incluso ahora que terminó todo, nos miramos y nos preguntamos si lo que nos pasó fue cierto porque fue peor que una película de terror", coincidieron los entrevistados.

En febrero recibieron en la casa de una tía de Chávez una primera llamada preguntando por ellos; después vino otra y otra. "Esta gente hizo varias llamadas al teléfono nuestro para saber cómo se podía hacer para traer teléfonos", afirmaron. Con "esta gente" se refería a la Policía, que venía investigando el robo de teléfonos y el presunto contrabando hacia Uruguay para ser comercializados en el mercado negro.

En el procedimiento fue detenido el comprador de Colón y al incautarse su agenda hallaron el teléfono de los argentinos, lo cual les resultó sospechoso. "La tía de mi esposo le dijo que yo estaba en Buenos Aires --sostuvo la diseñadora--. Le preguntaron si yo venía y les dijo que en cualquier momento lo haría. Hace unos quince días vuelven a llamar haciéndose pasar por esa persona diciendo que quería hablar conmigo porque querían comprar celulares".

Finalmente la llamada se realizó directamente a Argentina y "nos preguntaron cómo podían hacer para comprar teléfonos. Nos preguntan si se puede hacer un negocio con teléfonos, que eran agente oficial Ancel y que la compra sería con cheques respaldados por Ancel". Fleitas indicó que analizaron con su esposo la situación y aprovechando la condición de exportador e importador que tienen por su actividad profesional, y dado que su ramo está muy estancado, decidieron no dejar pasar la oportunidad.

"Entonces pensamos cuánto ganaríamos por cada teléfono y fuimos con Ana a la Aduana. Como era una compra importante les dijimos que teníamos un escribano en Montevideo, que teníamos que reunirnos y que ellos tenían que adelantar el dinero para hacer todo como correspondía", relató Chávez.

Dos celulares

El matrimonio Chávez Fleitas decidió hacer una inversión y viajar a Montevideo para reunirse con esta gente. "Como yo tenía que venir a ver a mis familiares decidimos venir con la muestra de lo que a ellos supuestamente les podía llegar a servir", señaló el hombre. La muestra eran dos teléfonos celulares que, dijeron los entrevistados: "Compramos en un supermercado Carrefour; tenemos los recibos y las facturas; todo legal".

El pasado jueves 21 de marzo los cónyuges y sus pequeñas hijas entraron a Uruguay y cerca del mediodía estacionaron el auto frente a la casa de la tía de Chávez. En ese preciso instante comenzó el calvario. Aclararon que si bien habían coordinado que vendrían a Montevideo para la reunión, no había ni cita ni lugar establecido para ello: "Quedamos en que hablábamos acá".

"Cuando estacionamos apareció una camioneta Nissan blanca; salió uno con un arma y mi esposa empezó a correr porque pensó que era un asalto. Treinta metros más adelante le ponen la sirena y ahí se detiene. A mí me hacen abrir el baúl y ven la caja con los dos celulares. Nos dicen que los vamos a tener que acompañar y yo pregunto por qué. Me contestan que habíamos traído contrabando y que estábamos vendiendo muchos teléfonos en Uruguay".

Intentaron aclarar la confusión haciendo un rápido y breve repaso sobre los motivos que los habían llevado a vender sus celulares personales a principios de enero, pero no sirvió de nada. A Chávez lo subieron a la camioneta. "A mi esposa la hacen subir al auto con las niña. Se mete un tal Osorio arriba del auto", acotó Chávez al tiempo que revelaba la identidad de uno de los artífices de la maniobra.

Desde las once de la mañana hasta las ocho menos diez de ese jueves 21 de marzo estuvieron "secuestrados" en Jefatura, donde vivirían las peores horas de sus vidas.

Robo y torturas

"Nos sometieron a todo tipo de torturas y presiones sicológicas. Me llevaron a una habitación llena de teléfonos y me decían que 'acá lo que no es se inventa'", recordó Fleitas una de las primeras frases que escuchó y de las que más temor le causó. Ella estaba segura que no había cometido delito, pero no lo estaba en relación a lo que esa amenaza podía depararle.

A ella y a las niñas las pusieron en una de las oficinas del Departamento de Hurtos y Rapiñas, y a Chávez en otro recinto. Durante cinco horas no supieron cómo estaba cada uno, salvo por las versiones maliciosas que los implicados (los agentes Torres y Osorio y el oficial principal Lara) les daban.

El matrimonio aseveró que en ningún momento fueron sometidos a interrogatorios, pese a que supuestamente estaban involucrados en una red internacional de contrabando de celulares. Por el contrario, coincidieron en que en determinado momento los policías comenzaron a decirles que habían comprobado que no tenían antecedentes de ningún tipo, y que sería una lástima que terminaran procesados "por contrabando, por drogas o cualquier cosa...".

Chávez narró: "Fui sometido a todo tipo de torturas sicológicas y presiones. Me agarraba uno y hacía de bueno, venía otro que hacía de malo y después se cambiaban los papeles. Jugaron con eso y con el paso del tiempo para desesperarnos. Yo ofrecía cualquier cosa, pero que dejaran ir a mi esposa y a las nenas porque sabía cómo nos habíamos conducido siempre y que no teníamos nada que ocultar. Por más que me pusieran armas o drogas, yo sé quién soy y todo el mundo nos conoce".

En determinado momento les comenzaron a decir que "había que arreglar". Chávez afirmó que no tenía dinero (les pedían tres mil dólares) y que precisaba tiempo para reunirlo. Les mostró la billetera: "Torres me la sacó y se quedó con 200 dólares, 300 pesos uruguayos y a la plata argentina me la tiró y me dijo que con esa mierda le comprara caramelos a mis hijas. Hablamos del precio, que tres mil era imposible. Quedamos en 1.700 dólares".

Abuso sexual

Por su parte, Fleitas revivió los peores momentos que le tocaron vivir junto a sus hijas, la más chica asmática y con un virus que le afecta los bronquios, lo cual hace que ante situaciones difíciles necesite un medicamento para respirar.

"Ese tal Osorio era el que estaba permanentemente conmigo. En una oficina muy chiquita se sentó frente a mí dando vuelta una silla y me dijo 'mirá, en realidad tu esposo está en una tesitura durísima y no quiere arreglar; dice que no va a pagar y que le demos para adelante. Yo te aviso que tanto vos como tu esposo van a ir presos, van a perder todo y tus hijas van a ir a un Juzgado de Menores".

Ella le dijo que no entendía la situación ya que no le habían dado cuenta a la Justicia, no había podido hacer una llamada y no sabía formalmente de qué la acusaban. "Me dijo: 'Es muy malo que te quede un antecedente, sea por droga o por contrabando. Y en realidad como tu esposo es el que no quiere arreglar, vamos a seguir para adelante. A menos que en realidad vos quieras arreglar de alguna manera por los dos'".

Fleitas se negó a interpretar de entrada lo que le estaba proponiendo, y entonces habló de dinero: "No entiendo qué es lo que tengo que arreglar y segundo quiero saber qué es lo que hay que arreglar si no cometimos ningún delito. Osorio me dijo: 'bueno, mirá, si no llegamos a la cantidad que nosotros ponemos, vamos a ver, tenemos que consultar con nuestro superior', que resultó ser este oficial Lara, de cuyo despacho entraba y salía".

En este sentido describió la propuesta que en definitiva le estaba haciendo: "Me guiñó un ojo y cabeceándome me dijo que éramos grandes y: 'vos sabes cómo podemos arreglar la historia, somos nosotros y el oficial principal'. En esos momentos yo me quedé totalmente desconcertada porque no podía entender si lo que me estaba pasando era verdad. Me dijo que me dejaba sola un rato para que lo pensara".

Cuando el agente retornó, relata Fleitas: "Apagó la luz de la oficina, cerró una cortina y la puerta y el tal Osorio se me puso atrás y me tocaba, me manoseaba. Empecé a los gritos y ellas se asustaron y a los diez minutos a la más chica empezó a salirle sangre de la nariz. Eso fue por espacio de tres horas; le quedó toda la ropa con sangre (está en el juzgado)".

Fleitas recordó: "Le dije que era asmática y entonces Lara me grita desde otra oficina que haga callar a la nena, que me siente y espere que ya me van atender. Me levanté, me acerqué y le dije que la nena era asmática y que necesita atención porque si no se iba a morir, ahí se dieron cuenta de la situación y les pedí de juntarnos con mi esposo. Para ese entonces eran las cinco de la tarde".

Extorsión

El encuentro entre los esposos puso más nervioso a cada uno de ellos cuando se contaron lo que estaban viviendo. Para ese entonces le habían dicho a Fleitas que la dejarían ir a ella y a las niñas, pero que tenía que volver con los primeros 700 dólares y que al día siguiente debían entregar mil más para olvidar el asunto.

Salió de Jefatura y observó que la seguían. Había pensado en ir a la Embajada de Argentina, pero cuando vio que era vigilada decidió ir a la casa de la tía de su marido, donde los habían detenido en la mañana. La mujer estaba al tanto de lo que pasaba y cuando Fleitas llegó dejaron a las niñas con otro familiar y volvieron a Jefatura con el dinero.

"Cuando llegamos pedí por Torres, que nos abrió una puerta y me hizo pasar. Entonces ve que estoy con la tía y dice: 'Usted se queda afuera'. La tía de Daniel me entrega el dinero delante de él, se los saca del soutien, y me hizo pasar a una oficina que estaba llena de celulares. Le entregué los 700 dólares y me devolvió todos los documentos y las llaves del auto. Le pregunté si me estaba dando todo ya que aún faltaban mil dólares, y me dijo que él sabía que igual yo iba a volver porque, como me había dicho antes Osorio, no vaya a ser cosa que me quede una causa por droga o cualquier otra cosa. Me dijo que sabía dónde vivíamos en Montevideo, que conocía a mis hijas y que cualquier cosa no íbamos a poder salir de Montevideo".

Con los 700 dólares lograron la libertad de Daniel Chávez y regresaron temerosos a la casa de la tía, previo paso por el Aeropuerto de Carrasco para ir a buscar a la madre del empresario que venía con los mil dólares restantes.

Fuga

Durante la noche recibieron varias llamadas que se cortaban. El viernes 22 salieron y vieron que el auto que les habían devuelto estaba en desorden. Optaron por tomar un taxi y pidieron ir a la Embajada Argentina, a la cual ingresaron pidiendo socorro.

Los atendieron, contaron la situación y fueron llevados al consulado. Los diplomáticos se comunicaron con el comando de la Jefatura de Policía de Montevideo, que se hizo presente en el lugar y escuchó el dramático relato del matrimonio. El jefe de Policía, inspector Nelsi Bobadilla, dispuso que la investigación sea llevada a cabo por la Seccional 2ª, bajo la supervisión del subdirector de Seguridad.

Después todo transcurrió rápidamente. El sábado los investigadores detuvieron a los policías denunciados y el domingo se realizó la instancia judicial que incluyo careos entre los policías y el matrimonio; reconocimiento de los acusados por parte de las víctimas y de la tía de Chávez e interrogatorios.

Fleitas recordó: "Cuando entré a esa oficina a pagarle la coima para que nos dejara ir había cajas y cajas de celulares y me dijeron que todo eso lo habían incautado a la gente de la organización. En el careo el oficial dijo que en todo el procedimiento pudieron rescatar 19 celulares; entonces yo le dije que eso era mentira y le expliqué al juez que había visto cantidades infernales".

Visto los elementos, el juez Penal de 7º Turno dispuso que Lara, Torres y Osorio fueran procesados con prisión por "concusión", tal como se informara en la edición del pasado martes.

Pero el matrimonio sostiene "que había un ejército de policías que vio en las condiciones que estábamos y no puede ser que esta gente haga lo que hizo sin ningún tipo de conocimiento de un superior".

Para el matrimonio hay otras figuras penales que les cabría a los "policías", ya que fueron apremiados, abusados, robados, amenazados y privados ilegalmente de su libertad durante casi un día. Sobre la pérdida de valores dijeron que nunca recuperaron una cámara filmadora, una fotográfica, un libro, dos camisas, una calculadora, además del dinero y los dos teléfonos celulares que habían comprado en Carrefour. El matrimonio dijo que sus hijas deben estar ahora bajo tratamiento sicológico después de ver a sus padres en estas situaciones. Destacaron la labor del juez y del fiscal y que todavía no saben qué hubiera pasado si no llegaban a pedir refugio en la Embajada Argentina aquella mañana de viernes. *


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