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 justicia ------------ 2/3/02  -  Pag. 14 ------------

Tiros, rehenes, destrozos y explosiones dominaron la tarde en la prisión de máxima seguridad

Destrozaron otra vez el Penal de Libertad tras ocho horas de motín

Sobre las 20 de ayer el alzamiento de los presos de Libertad entró en la recta final con la liberación de los últimos policías que todavía quedaban como rehenes. El centro de reclusión fue totalmente destruido, a pesar de la advertencia que se realizara tiempo atrás desde el Ministerio del Interior, acerca de que si el lugar era nuevamente destrozado los presos tendrían que dormir en carpas.

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Antes del epílogo, desbordadas por la situación, las autoridades del Ministerio del Interior debieron solicitar apoyo al Ministerio de Defensa que, cuando faltaban quince minutos para las 19 horas, hizo ingresar al predio del Penal de Libertad al menos siete tanquetas ocupadas por soldados con el fin de reforzar el perímetro externo y evitar una eventual fuga masiva.

Los militares permanecieron toda la noche en el lugar ante eventuales rebrotes de violencia. A pocos meses de cumplirse tres años del motín liderado por el delincuente conocido como "El Rambo", un nuevo alzamiento se registró en la cárcel de máxima seguridad del departamento maragato. En esta oportunidad Rambo no participó, al encontrarse desde hace varios meses en un sector aislado del resto de los internos.

Fue sobre el mediodía que trascendió que la situación en el establecimiento había quedado en control de los presos, cuya cantidad aproximada ronda los seiscientos.

Los motivos para el motín se encuentran en los mismos reclamos que los internos arrastran desde varios años: superpoblación, malos tratos, falta de condenas, de atención médica, etcétera.

En comunicación con los medios los propios reclusos explicaron algunos de los motivos. Uno de ellos dijo: "Estamos en son de paz, vio. Estamos rompiendo todo porque acá no se puede estar. No estamos matando a nadie".

Las negociaciones para destrabar la situación fueron asumidas por el ministro del Interior, Guillermo Stirling, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Gervasio Guillot, quienes se presentaron en el penal junto a diputados de la Comisión de Derechos Humanos.

A la luz de los hechos, los intentos por controlar la situación no dieron los resultados en el tiempo esperado. Sobre las 19 y 15 una fuerte explosión se escuchó dentro del celdario, marcando entonces sí el principio del fin.

Las primeras informaciones indicaron que se trató de un explosivo empleado por los grupos de choque para avanzar sobre las posiciones de los presos, que llegaron a dominar todo el complejo.

Los datos indicaban, al cierre de la presente edición, que el Penal de Libertad fue nuevamente destruido por completo y quemada gran parte de las estructuras y materiales combustibles, cuando aún no habían terminado las reparaciones necesarias tras el conflicto de junio de 1999.

En su momento, y ante las amenazas de nuevos motines, el ministro y el subsecretario de la cartera habían asegurado que si rompían el establecimiento los internos deberían dormir en carpas.

 

Heridos

Sobre el mediodía, y aparentemente haciendo uso de armas de fuego propias o cortes de fabricación casera, un grupo de reos logró dominar a un guardia y a partir de ese momento continuaron con la toma de funcionarios como rehenes.

Algunas fuentes manejaban un total de diez y otras afirmaban ser menos. Lo cierto es que la tensión y el nerviosismo se instalaron en los alrededores del centro de reclusión, que convocó a periodistas y familiares de los amotinados.

Estos reclamaron que la salida a la crisis no fuera mediante el uso de violencia, pedido que contrastaba con las imágenes que se apreciaban sobre el movimiento de efectivos, vehículos y armamento.

Las fuerzas de choque intentaron en varias oportunidades hacerse con el control de la situación, pero no lo consiguieron. El acceso a la información durante la pasada jornada se vio dificultado por el hermetismo de las autoridades. La posibilidad de que hubiera heridos se manejó durante toda la jornada, pero en ningún momento se vio salir a algún policía o preso con lesiones para ser trasladado a algún centro asistencial.

Al terminar el motín se supo que no había secuelas humanas que lamentar. Finalmente el desenlace se dio cuando los canales de televisión ingresaron para filmar las negociaciones de los reclusos con las autoridades, requisito puesto por los primeros.

Si bien la violencia dominó la jornada, el epílogo llegó sin el uso de la violencia extrema. De acuerdo con lo informado por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Gervasio Guillot, junto al ministro Guillermo Stirling y el diputado Guillermo Chiflet, encabezaron las negociaciones.

Por parte de los presos, Mario Soria, procesado por varios homicidios, fue la voz cantante de los amotinados. "Cumplimos con el agua y con el ingreso de los canales, ahora cumplan ustedes", dijo Guillot al inicio de las conversaciones.

El alto magistrado hacía referencia a la liberación de los policías que a esa altura todavía estaban en poder de los rebeldes. Eran entonces poco más de las 20 horas y entonces los cinco guardiacárceles que aún estaban privados de su libertad comenzaron a salir.

El primero de ellos, visiblemente cansado y tenso, declaró que "todos están bien", ratificando que no había que lamentar heridos de consideración entre los rehenes.

Si bien al cierre de la presente edición no estaban claros los puntos acordados entre ambas partes, se supo sí que los presos recibieron la promesa de que no habría represión como represalia tras este hecho.

También se dijo que los presos deberán permanecer en ese centro de reclusión ante la falta de espacios para albergarlos en otros penales.

Las autoridades explicaron que el gobierno adjudicará en estos días la construcción del nuevo centro de reclusión, que en un plazo de entre dos y tres años podrá albergar a unos 600 presos. Sin embargo, Guillot anunció que se formará en los próximos días una comisión que analizará caso por caso para intentar la reinserción en otras cárceles, en un plazo no definido. Si bien sobre las 21 horas la situación comenzaba a estar en control de los funcionarios carcelarios, hasta la medianoche estuvieron presentes en el establecimiento altas autoridades para garantizar el cumplimiento de los puntos acordados. *


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