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LA REPUBLICA
3 de Junio de 2002


Lo acusaron de violador y rapiñero; antes de terminar tras las rejas llevaba una vida normal

Un joven de 22 años estuvo 371 días en prisión siendo inocente

Luego de más de un año de reclusión en el COMCAR, el joven Daniel Pedersen, procesado por rapiña y violación, fue liberado al comprobarse su inocencia. Tiene tan sólo 22 años y afirma que le destrozaron la vida; ahora demandará al Estado. Los presos creyeron en su inocencia y lo contuvieron emocionalmente para que no se autoagrediera.

Daniel Pedersen rememoró para LA REPUBLICA el dramático vuelco que experimentó su vida a partir del 18 de mayo de 2001 y del cual padece secuelas a pesar de no estar tras las rejas. Estaba junto a un amigo en Paso de la Arena, donde vive, cuando fue detenido, acusado de haber violado y rapiñado a una pareja en esa zona. LA REPUBLICA se ocupó en varias ocasiones del caso, y a una semana de su liberación lo entrevistó para conocer sus sensaciones.
«Nos llevaron a la Seccional 23a., nos mataron a palos y cuando pasamos por el reconocimiento, escucho que el policía le decía a la pareja que yo me había hecho autor de los delitos, aunque eso no sucedió en ningún momento», recordó.
Después que la pareja afirmó reconocerlo como uno de los autores, el juez lo remitió a prisión en el COMCAR con medidas máximas de seguridad y su compañero quedó en libertad. El muchacho afirma que los únicos elementos que lo sindicaban como responsable de los hechos fueron los datos que aportaron las víctimas, quienes sostuvieron que en un predio oscuro fueron abordados por dos individuos que se movilizaban en moto -Pedersen tenía una- y que uno de ellos carecía de varias piezas dentales, al igual que Pedersen.
Pero según su hermano Walter Ruiz, «en la primera declaración en la comisaría las víctimas afirmaron que los atacantes tenían uno un pasamontañas que le cubría el rostro y el otro un casco azul», lo cual dificultaba el reconocimiento. Ambos afirman que las declaraciones efectuadas por las víctimas en la comisaría son contradictorias con las del Juzgado y cuestionan que el encarcelamiento haya tenido sustento únicamente en esos testimonios.

ADN demorado

El acusado solicitó al Juez una prueba de ADN que demostrara su desvinculación del caso. Este estudio, que «en circunstancias normales demora 15 días, demoró ocho meses». Pero el calvario no terminó allí puesto que, a pesar de que el resultado del análisis conocido en noviembre pasado, lo desvinculaba del hecho, recién el 24 de mayo recuperó la libertad.
Los entrevistados afirman que el verdadero culpable ahora está entre rejas por otros delitos y que es un protegido de la Policía porque «trabaja para ellos». La terrible vivencia de estar privado de libertad siendo inocente no fue aún peor porque «todos sabemos lo que le pasa a un preso que entra por violador. Pero los otros presos siempre creyeron en mi inocencia y la relación era buena». En varias oportunidades, Pedersen intentó autoagredirse lo que fue evitado por los propios presos que lo contuvieron emocionalmente.
Antes de ser encarcelado, Pedersen tenía una vida normal, trabajaba y jugaba al fútbol. «Ese año perdido no lo recupero con nada. Además, a raíz de esta situación, mi papá enfermó y está internado. Mi familia destrozada». Ahora el joven iniciará una demanda contra el Estado.
No todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, sostuvo el protagonista de esta historia, en irónica alusión a la máxima de la Justicia. Y en su caso la situación es aún más paradójica que en otras, ya que no solo tuvo que demostrar que era inocente, sino que fue encarcelado sin que nadie demostrara fehacientemente que era culpable.
Su hermano afirmó que la privación de libertad que durante 371 días sufrió evidencia «un mal manejo, inicialmente de la Policía y luego del Juez Jorge Imas que, ante la duda de la culpabilidad debía haber exigido un rápido diligenciamiento de la prueba de ADN. La Policía aplica métodos de otras épocas para intentar hacer confesar a los acusados y acá al Juez se le fue la mano y de manera muy grosa».
Ruiz señaló que «la Policía y el Poder Judicial manejan como les parece el principio constitucional que establece que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario porque acá somos todos culpables hasta que se demuestre que somos inocentes».
El entrevistado reclamó al presidente Batlle que «se ocupe de los derechos humanos de los uruguayos y que se preocupe menos de los derechos humanos de los cubanos».
Entre las gestiones efectuadas en procura de la liberación de su hermano, Ruiz apeló a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados habiéndose entrevistado con sus últimos presidentes, Guillermo Chifflet y Edgar Bellomo, pero en este país «los derechos humanos son muy cortos».


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