LA
REPUBLICA
4 de Julio de 2002
Oscura trama en torno a maniobras con vehículos
"mellizos"
Jerarca policial de Colonia era propietario de un auto "trucho"
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| Nuevas irregularidades en la que aparece implicado el jefe
de Investigaciones de Colonia, comisario Miguel Izaza, han salido a luz en Carmelo luego
que fuera desmantelada una banda que robaba autos para fabricar otro "mellizos".
Dos funcionarios de la Junta Local ya fueron procesados por el juez Colmeneros, mientras
trascendió que uno de esos autos fue "comprado" por Izaza, quien después lo
vendió a un particular. |

El Peugeot 504 que fuera vendido por Izaza fue incautado por la
Policía de Carmelo en el marco de una investigación por clonación de autos.
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Las denuncias publicadas por LA REPUBLICA hace un año basadas en
testimonios de una docena de policías sobre diversas irregularidades cometidas por el
director de Investigaciones de la Jefatura de Colonia, estallaron en los últimos días en
el Juzgado Letrado de ese departamento, cuyo titular, el juez Gerardo Siri, había
dispuesto la realización del juicio oral y público por calumnias del agente Gustavo
Koprek contra el comerciante Hugo "Loro" Zunino.
La audiencia, prevista para la hora 16 del lunes de la semana pasada, fue suspendida
minutos antes de comenzar, porque el magistrado y la fiscal fueron recusados por la
abogada del demandado "por implicancias".
Según consta en la notificación del juez Siri de aceptar la recusación y elevar los
antecedentes al Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 1er. Turno, el magistrado de
Colonia dice que "si bien la fijación de la audiencia es ajustada a derecho se
acepta la suspensión hasta que el Tribunal de alzada resuelva sobre la recusación".
Luego sostiene que "para bien o para mal se ha cuestionado la imparcialidad del juez
y de la fiscal, por lo que es prudente aguardar la decisión del superior".
Por tal motivo se resuelve: "revocar parcialmente y por contrario imperio la
interlocutoria Nº 82 de fojas 89, en cuanto la misma convoca a las partes y testigos a la
audiencia de precepto, y en su lugar dejar sin efecto dicho emplazamiento, reservando
estas actuaciones hasta que el Tribunal de Apelaciones resuelva el incidente de
recusación planteado en autos".
Los orígenes
Los orígenes de esta demanda se remontan a un año atrás cuando el comerciante Hugo
Zunino, propietario del local de pool "La Cueva", se presentó en LA REPUBLICA
para formular una denuncia. Manifestó que el comisario Miguel Izaza, por intermedio de su
agente de confianza, Gustavo Koprek, le requería el pago de una coima para "no
molestarlo".
Como tal requerimiento fue rechazado por Zunino, Izaza lo amenazó con cerrarle el local.
Posteriormente, según Zunino, el jerarca policial se presentó en su local, pasado de
copas, e intentó arrestar a cinco mujeres argentinas acusándolas de ejercer la
prostitución.
Sucedió que las mujeres eran turistas que estaban acompañadas por sus maridos, los que
reaccionaron indignados ante el atropello cometido por el comisario.
Esta situación derivó en un gran incidente, interviniendo para calmar los ánimos el
propio Zunino y los agentes Miñón y Lotito que estaban en el local. Izaza los golpeó y
uno de ellos lo empujó derribándolo al suelo, logrando finalmente sacar al violento
funcionario.
Pese a todo lo sucedido, Izaza jamás fue relevado del cargo para ser investigado.
Posteriormente, el actual jefe de Policía Ricardo Bernal quiso enviarlo a Montevideo,
pero como Izaza pretendió ser transferido a Narcóticos, fue rechazado por el jefe de
esta dependencia.
Los episodios que derivaron en aquel incidente en el pool ocurrieron cuando Hugo Pintos
Funes era el jefe de Policía de Colonia, durante el último gobierno de Julio María
Sanguinetti.
Como represalia, una docena de soldados tomó por asalto el local de Zunino en horas de la
madrugada, lo que fue observado por dos empleados que dormían en una pieza.
Llamaron a la Policía, pero nadie acudió. La guerra había sido desatada por el
comisario y, lógicamente, todo debía terminar en el Juzgado Letrado de Colonia.
Un asesinato
En 1998 fue asesinado el joven Andrés Trigo en el Real de San Carlos, cerca de las cinco
de la mañana cuando salía de un baile donde había estado trabajando en la cantina. En
torno a este sangriento suceso, nunca aclarado, se produjeron las peores desprolijidades
policiales para permitir la eliminación de pruebas e indicios existentes en la escena del
crimen.
De todo ello, LA REPUBLICA se ocupó en forma reiterada, surgiendo responsabilidad en
todas las irregularidades de Pintos Funes, jefe de Policía de aquel entonces. Las pruebas
del delito desaparecieron y la camioneta donde mataron al joven Andrés fue lavada por el
nuevo dueño, ya que Walter Trigo, padre de la víctima, la vendió porque no quería
verla más. También desaparecieron las ropas de muerto, que fueron quemadas, y el archivo
del caso, en su mayor parte, fue destruido en la propia Jefatura.
Tanto era el poder de la mafia coloniense integrada por policías, que ni los ministros
Hierro López primero, ni Stirling después, ni los jefes que sucedieron a Pintos pudieron
avanzar en el esclarecimiento del intrincado caso.
Posteriormente, a instancias de Stirling fueron a investigar el caso, el comisario Eduardo
Romero, en aquel entonces jefe de Homicidios de Montevideo y el comisario Trezza, de
Canelones, quien realizó la más correcta y prolija investigación interrogando a muchas
personas. Pero no se aclaró nada.
Más denuncias
En Colonia existe un consenso entre la Policía que algo se está tapando en el crimen del
joven Trigo. Varios funcionarios indicaron a LA REPUBLICA que las versiones iniciales
manejadas en torno al crimen, sus causas y presuntos autores, fueron todas tergiversadas
para apuntar en otra dirección.
Se maneja entre la Policía que el asesinato de Andrés Trigo está relacionado con las
hijas del ex jefe de Policía Pintos Funes y el subjefe de aquel momento, inspector
Solari. La labor de Izaza ha sido desarrollada siempre para proteger a sus jefes. Lo que
es notorio, por estos días, es un creciente malestar entre los funcionarios de bajo
escalafón, puesto que además de las presiones y preferencias ejercidas por Izaza, al
personal le rebajaron el dinero que percibían por el 222, que de 44 pesos la hora, fue
bajado a 28 pesos.
Paralelamente, el jefe Ricardo Bernal dispuso que los patrulleros de Colonia no pueden
llevar detenidos, y que solamente deben mostrarse estacionados en las calles porque no
tienen combustible, recargándose las tareas de las comisarías.
El auto del comisario
Mientras tanto, han salido a luz nuevas maniobras presuntamente cometidas por el comisario
Izaza, sin que el jefe de Policía ponga coto a las desprolijidades de su "mano
derecha".
En Carmelo fue incautado un automóvil diesel Sedan marca "Peugeot" 504 del año
1995 matrícula LG-3.394, que la receptoría de Aduanas le confiscó al jerarca policial
por tratarse de un auto "trucho". Izaza lo incautó por su origen ilegal y
luego, mediante una carta poder firmada por una escribana, lo puso a su nombre y procedió
a venderlo a Alberto Manuzetti, alias "El Chavo". Este último lo vendió a un
particular que pagó 5.000 dólares y luego se lo sacaron.
El juez Colmenares de Carmelo tomó cartas en el asunto en forma tardía porque la
Policía nunca le informó de los procedimientos.
Todo comenzó a principios del mes de mayo cuando la Policía del Oeste de Colonia
capturó a un vendedor de autos y al dueño de una gomería de Nueva Palmira, tras
confirmarse que integraban una banda dedicada a fabricar "autos mellizos",
cambiando el motor para venderlos.
Según se pudo establecer, esta banda había robado autos en Montevideo con el mismo fin.
Los coches eran traídos a Nueva Palmira para su transformación y convertirlos en
"truchos" con papeles falsos otorgados por funcionarios de la junta local de
Carmelo, dos de los cuales ya fueron procesados.
Esta maniobra, conocida por Izaza, que pudo apropiarse de uno de los vehículos
"truchos", le permitió a la banda vender alrededor de 100 autos mediante esta
modalidad, estafando a los compradores en su buena fe.
La Policía de Carmelo logró incautar una veintena de autos mellizos con motores y
carrocerías cambiadas a los que también le cambiaban la numeración del motor. Izaza
mantuvo los procedimientos en secreto procurando que los funcionarios del Departamento de
Automotores de Montevideo no se enteraran y vinieran a tomar parte activa de una
investigación que les compete. En los procedimientos se incautaron también miles de
repuestos y autopartes, muchas de las cuales se ocultaban en desarmaderos de autos.
El auto que perteneció al jefe de Investigaciones está empadronado en la Intendencia de
Colonia con el número 4602 y en el momento de ser incautado estaba en poder de un
ciudadano de Nueva Palmira que pagó cinco mil dólares por el vehículo. El vehículo,
cuya foto ofrece hoy LA REPUBLICA se encuentra estacionado frente a la plaza Independencia
de Carmelo, a la vista de todos y de nadie. * |
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