--¿Cómo analiza el
crecimiento de la violencia a lo largo del país?
--Se ha globalizado, pero cuando uno ve los números hay delitos y delitos. A mí el
delito que más me preocupa es el de la rapiña. En materia de seguridad nosotros vamos a
hacer los mayores esfuerzos para hacer los menores recortes posibles y poder combatir con
éxito a esta minoría que se lleva por delante los derechos humanos de la inmensa
mayoría de los uruguayos. Porque a mí me hablan de derechos humanos, y en algún
discurso me dan a entender que tienen más derecho los violadores que las mujeres
violadas. Los que asesinan almaceneros que los almaceneros asesinados.
--¿Pero ahí no hay un problema en la legislación?
--Sí. Personalmente voy a presentar tres o cuatro proyectos de ley que desde ya le
adelanto que me van a salir a decir que son represivos, que son reaccionarios, que el tema
de la delincuencia no se arregla por ese lado. Pero los vamos a presentar porque estamos
convencidos de que es de esa forma cómo se combate al delito. Estamos convencidos que la
inmensa mayoría de los uruguayos está harta de que en los lugares más insólitos,
cuando está trabajando, ganándose la vida honestamente, sea asaltado. Es lo que he visto
pasar en otras partes del mundo cuando el ciudadano se empieza a sentir desamparado
empieza a hacer justicia por sus propias manos. Yo no quiero eso.
--¿Esto no es producto de la necesidad?
--Hay de todo, en la base del delito en buena medida existen los apremios económicos.
Pero yo conozco mucha gente pobre, mucha gente humilde que se gana la vida, o intenta
ganársela, honestamente no asaltando a una anciana por la calle, tirándola al suelo y
fracturándole una cadera; y le estoy contando un hecho concreto que pasó en la cuadra de
mi casa y hasta me estremezco porque podría haber sido mi madre; por suerte no lo fue.
Hay gente que la está pasando muy mal en el Uruguay, que no por eso le da por salir a
pegarle un balazo al almacenero para robarle 300 pesos.
--¿Cómo se explica que se gaste mucho dinero en construir cárceles y no se
pueden generar fuentes de trabajo?
--Una cosa no va en desmedro de la otra, creo que las dos cosas tienen que ir de la mano.
Obviamente que se tiene que gastar en tratar de conseguir fuentes de trabajo, y se está
haciendo, porque todo esto que el Uruguay ha obtenido es lo que nos va a permitir la
reactivación. Pero yo, para que la gente trabaje, no puedo dejar a los delincuentes
sueltos porque la base del trabajo es la seguridad. Le puedo garantizar que hoy los
países se pelean por conseguir inversores. Los inversores le preguntan enseguida por dos
cosas: primero por la seguridad pública y después por la agilidad de la Justicia.
Esto que voy a decir puede parecer una contradicción, fuera de mi país digo que Uruguay
es seguro, y no miento. Porque si comparo Montevideo con Buenos Aires o San Pablo, somos
un oasis de seguridad. Lo que pasa es que yo comparo Montevideo y Uruguay con el
Montevideo y el Uruguay de hace unos años, y veo que el aumento del delito va en
progresión geométrica, y no quiero que esto llegue a ser ni Buenos Aires ni San Pablo.
--¿Eso tiene que ver con la conducción política del país?
--Eso tiene que ver con asumir el coraje cívico de impulsar, entre otras cosas, leyes
como las que vamos a presentar y no andar con demagogias, que pueden resultar muy
seductoras, y conseguir algún voto, pero no condicen con la realidad. Yo quiero bajar la
imputabilidad. El Código Penal de 1934 era un señor Código Penal. Entiendo que en el
año 34 se considerase que una persona no era imputable hasta los 18 años. Ahora usted,
con el corazón en la mano, me puede sostener hoy que hay que esperar hasta los 18 años
para que una persona se entere que está mal violar a una mujer, que está mal matar. No.
Las leyes sirven cuando están hermanadas con la realidad, cuando se divorcian de la
realidad dejan de servir. Y hay países muy democráticos que tienen una escala de
penalización que comienza a los 12 años según el delito. Yo no pido tanto. Quiero bajar
la imputabilidad por lo menos a los 16.
--Usted habla de bajar la imputabilidad y de mano dura con los delincuentes, pero
en el primer gobierno de Sanguinetti Adela Reta impulsó lo que ahora se llama
procesamiento sin prisión.
--Yo me opuse en su momento. Con lealtad, expuse mi gran discrepancia con el procesamiento
sin prisión. No porque sea una mala idea sino porque no me quedaba claro cómo se iba a
aplicar.
Hoy le confieso que no me parece una mala idea el procesamiento sin prisión, me asusta
cómo se aplica. No me parecen una mala idea las salidas transitorias de los presos, que
le aclaro no fue una medida de un gobierno democrático, eso viene del año 74, 75 en
pleno proceso militar. Lo malo es cómo se aplica. El 93 por ciento de los presos que
salen en uso de esa licencia, y esto corrobórelo con la Suprema Corte de Justicia, no
cometen delitos, y vuelven al establecimiento carcelario. Pero hay un siete por ciento que
yo no sé cómo diablos lo dejan salir con los antecedentes que tiene. Entonces con esto
hay que ser un poquito más cuidadosos.
--¿Entonces falla la Justicia?
--No, yo le tengo una gran confianza a la Justicia uruguaya. Porque en este tema de la
salida transitoria de los presos hubo un cambio, que para mí fue para mal. Antes incidía
mucho más la Policía, que es la que está más en contacto con el individuo y sabe
quién es quién.
Ahora incide más la Justicia, y no es que actúe mal. La Justicia se maneja con
expedientes, que son papeles. Si en el papel el individuo, que es vivo, no cometió
ningún acto indisciplinario, parece como de buena conducta. El policía tiene otro
olfato, porque lamentablemente tiene que convivir permanentemente con esos sujetos.
Jurídicamente es más perfecta esta forma.
Pragmáticamente ha demostrado ser mucho mejor la otra, por el olfato y el conocimiento
que el policía tiene por aquello de que se sabe quién es quién.
--En torno a la responsabilidad de los menores, qué papel juega la patria
potestad.
--En esa línea va otro de los proyectos. La idea surgió cuando destrozaron el Liceo 12
de Montevideo. Le puedo garantir que ese barrio nunca fue de pobres. Queda en las
inmediaciones del Estadio Centenario pero para el lado más bacán, para el lado donde
están las embajadas. Siempre fue un barrio de clase media para arriba. Destrozaron un
Liceo, y yo decía en ese momento, bueno, son gurises que ni siquiera con mi proyecto de
ley los alcanza porque tienen 11, 12 años.
Destrozaron el Liceo porque había un par de vivos que fueron a darles manija. ¿Y la
responsabilidad de los padres? Una de las cosas que voy a presentar es justamente eso, que
cuando pasen cosas como ésta, que las cito a título de ejemplo, haya no una
responsabilidad penal.
No quiero mandar a ningún padre preso, pero la responsabilidad patrimonial sí. Porque el
Liceo lo pagamos entre todos, y la patria potestad otorga derechos pero también
obligaciones. Mire que esto no es nada contra los padres. Sino que es impulsar leyes que
hagan que los padres asuman sus responsabilidades como las asumieron los míos.
Porque a mí me marcaban un cierto rigor en lo que estaba bien y lo que estaba mal. Yo
también tenía mis berrinches, pero nunca me dio por destrozar el lugar donde al otro
día tenía que ir a estudiar. * |