El siete de abril pasado no fue un
día más en el Penal de Libertad. Dos presos aparecieron muertos, con sábanas atadas en
sus cuellos con el mismo tipo de nudos. Ambas muertes ocurrieron casi a la misma hora en
«celdas» separadas en las ruinas del celdario.
Ese día murieron Wilton Martínez y Marcos Lemos, que coincidentemente habían
participado del motín Penal de «Libertad». Ambos eran firmantes de las cartas
petitorios que 284 presos habían elaborado antes del Motín, apareciendo sus rúbricas
consecutivamente en las páginas de firmas del piso 3 del celdario. Con esas cartas los
presos habían intentado iniciar un diálogo con las autoridades y lo único que
recibieron como respuesta fue represión.
Estas dos muertes, en un principio se presentaron como suicidio por las autoridades
carcelarias y el juez de San José. Posteriormente, los familiares de Martínez se negaron
a sepultar a la víctima reclamando una segunda autopsia a la vez que denunciaban que se
trataba de un asesinato.
Los familiares de Lemos, también han reclamado públicamente justicia por estos
crímenes. Hasta ahora la justicia no ha hecho nada y a consecuencia de ello siguen
apareciendo presos «ahorcados» y al día de hoy ya son cinco en los escombros del Penal
de «Libertad».
Luego del motín del Penal de Libertad, Lemos y Martínez, junto a otros presos, fueron
trasladado a La Tablada. Ahí estuvieron unos días hasta que tras un "intento de
fuga" (casualmente un día antes de que ingresara la comisión de DD.HH. del
parlamento uruguayo), según se dijo, fueron devueltos a las ruinas de «Libertad».
Las hermanas de Lemos contaron a la prensa que su hermano, luego de morir, estaba todo
quebrado, con la mandíbula descolocada, una pierna con la rodilla hacia un lado y el pie
correspondiente hacia otro, lo que hace aumentar sus sospechas de que, antes de que fuera
ahorcado con una sábana, ya estaba inconsciente o incluso muerto. El certificado de
defunción estableció la causa de la muerte por "asfixia por compresión de cuello
debido a, o como consecuencia de ahorcamiento". Denunciaron además otras
irregularidades, como que la familia fue notificada de la muerte de Lemos casi 14 horas
después de ocurrida y que tuvieron una serie de problemas burocráticos que le impedían
retirar el cadáver del Hospital de San José, donde se había realizado la autopsia.
El estado en que se encontraba el cuerpo de Martínez era similar al de Lemos.
Evidenciando que había sido salvajemente golpeado y que evidentemente podía estar muerto
antes de ser «ahorcado». Y por supuesto la «versión oficial» de milicos y jueces era
una tremenda mentira. Los familiares reclaman una investigación seria que determine
responsabilidades por la muerte de Lemos y Martínez.
Los milicos le decían: «Te vamos a dar un tiro en la cabeza»
Lemos se sentía «sentenciado» y ese miedo está plasmado en una serie de cartas
anteriores que Lemos envió a su familia para que ésta la enviara al Poder Judicial. En
una de esas notas fechada en 1998, cuyo destinatario era el juez Borges de Tercer Turno,
solicitaba una entrevista urgente con el magistrado y planteaba: "Los funcionarios me
dicen no va más, te vamos a dar un tiro en la cabeza". "Me es imposible
mantener esta situación y a usted le hago partícipe de esta realidad que día a día
debo soportar. Aquí me quieren matar. Sólo esperan el momento en que lo puedan
justificar públicamente".
Párrafos de otras cartas de Lemos
--"Torpe ha sido mi intento por describirle (al juez) las torturas que padecí y aún
padezco en estos centros de antirrecuperación. Ayer mismo fui golpeado en forma tan
brutal que tuve una clara idea de lo que pudieron sentir los negros esclavos en su época
o tal vez los judíos torturados por Hitler y su séquito..."
--"En usted (el juez) deposito mis dudas como así también las denuncias que hice y
que seguiré haciendo mientras quienes dicen defender la ley sean tan delincuentes como yo
al no acatarlas. Sólo que en lo que me es personal no me escudo tras un uniforme para
transgredir, prepotear y pisotear esas leyes y artículos que juran acatar"...
--En los próximos dos años se pretende construir tres o cuatro cárceles. Traducido a
números serían 2.000 personas (aparte de los 4.000 que ya hay presos). Esto generará
unos mil empleos de policías pero para atrapar a esos nuevos dos mil delincuentes,
cuántos efectivos serán necesarios...
Lo más importante será que la sensación de inseguridad de la población crecerá de tal
modo que pedirán a gritos más policías, con lo que se generarán más empleos y los
pobres tipos a los que despidieron de sus trabajos porque cierran fábricas casi a diario,
tendrán la opción de elegir, o están presos o son carceleros".
--1/marzo de 2000.
"Fuimos apaleados brutalmente debido a otras cartas que nos fueron encontradas en una
requisa. Se nos golpeó delante del enfermero (que ya no está aquí, tampoco el médico
que estaba de guardia). El mismo día comenzamos una huelga de hambre".
--15/marzo de 2000
"Luego de detallar una serie de torturas a las que fue sometido, Lemos narró:
Habiéndo perdido las esperanzas de que alguien interviniera y parara aquello... decidí
cortarme las venas y así terminar con todo aquello. Un médico acudió para auxiliarme
pero no se lo permití. En esos momentos en verdad hubiera preferido morir".
--16/marzo de 2000
«Las cárceles de este país fueron y son el peor lugar donde poner una persona a la que
supuestamente se intenta rehabilitar ya que el sistema, o más bien las personas que lo
aplican sólo parecerían buscar revanchas personales.» |