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introducción situada
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Miles de viviendas es una máquina de guerra.
Después de la confluencia explosiva en los Espais Alliberats contra la Guerra1, una serie infinitesimal de cuerpos deseantes, de retazos de individuo, de fragmentos de grupo... dimos una respuesta a la pregunta en la que nos habíamos convertido. ¿Cuál es tu Guerra?
La precariedad como nueva forma de dominio sobre nuestras vidas: sobre nuestras vidas. “La vida es el campo de batallaâ€. La precariedad como nueva forma compleja de dominación sobre la ciudad-red: vivienda invivible, urbanismo salvaje, trabajo neo-esclavista, moda boba, afectos sometidos, cultura basura, migrantes sobreexplotados, normativas neo-fascistas, de nuevo la usurpación de lo común mediante nuevas formas de propiedad privada (intelectual, genética, cultural...). Para miles cada uno de estos frentes, y todos transversalmente, han ido extendiéndose y perfilándose.
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La nuestra iba a ser una guerra de guerrillas contra la precariedad metropolitana. Y la haríamos liberando miles de espacios, miles de viviendas, miles de vidas... abriendo una serie (infinitesimal) de grandes edificios en el centro de la ciudad, para darnos vivienda, zonas de intimidad, zonas comunes, zonas abiertas, zonas furtivas, líneas de fuga.
Para poder seguir preguntándonos. Para seguir sometiéndonos a experimentos cruciales. Para darnos con la proximidad la potencia de aceleración de las milésimas cuando avanzan hacia el entero. Contra el entero. ¿Dónde leímos aquello de que existió un tiempo en que la conciencia individual confió en sí misma...? Milésimas en fuga hacia el entero para destruirlo. Para hundirlo por el centro como dice el poeta. Porque sólo poéticamente habitamos esta tierra.
Por lo tanto para darnos con la proximidad un dispositivo concreto y carnal, afectivo, existencial; geográfico y metropolitano, posicional, y a la vez fluido; político y experimental, estratégico, paratáctico: Furia de definir lo que no necesita definición sino en acto.
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Para hacer esta guerra sobre el campo de batalla de nuestras vidas sabíamos pocas cosas, pero quizá queríamos saber todavía menos. Había que abandonar momentáneamente la pura discusión política y aterrizar en algún sitio. Un sitio. Abrir una brecha más en la concreta cartografía metropolitana: un nuevo puerto pirata. Porque miles de prácticas....
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Miles es la brecha donde he depositado mi cuerpo para que lo sacudan y lo electricen esos “otros†espectros que acuden para hacerlo mío. Donde vierto todos los deseos, los recoge, y los engulle. Es allí donde he descubierto que la angustia es inagotable. Que mezclar vida cotidiana, vida afectiva, vida continua, y vida política... no aplaca sino que dilata el dolor. Pero también es allí donde una alianza de amigos ha sido tramada como máquina de guerra para desencadenar una guerra contra mi vida que no está sola, contra “nuestras†vidas. Hemos arrancado el miedo a hachazos, unos a otros avanzando juntos, para darnos cuenta de que también el miedo es inagotable, pero también, de que eso tampoco es tan terrible. Sin salir de la incertidumbre y con total inconsistencia hemos puesto en marcha prácticas de fuga de la precariedad, investigaciones críticas, formas metropolitanas y formas micro de acción política. Una multiplicidad indomable, miles nunca se ha bastado a sí misma y por eso esta inflación de grupos, de objetivos, de frentes de lucha abiertos: salir fuera de sí es una virtud para el crecimiento y la ampliación que llega a producir vértigo.
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Una maquinilla de guerra o una máquina de guerrilla. Desde fuera puede parecer que Miles no es más que una casa okupada, por lo tanto, que no es más que un medio para conseguir un fin (que llega pero no sabemos cuál es) que no llega porque es inalcanzable bajo el manto de la victoria capitalista. Pero precisamente Miles no es un medio para un fin que haya que esperar, porque Miles es precisamente dejar de esperar, haber dejado de esperar para abalanzarse sobre la realidad indefensa, porque parcial y concretamente situada: ¿2500 metros cuadrados en seis plantas, delante del mar, en el centro de Barcelona y en el año 2006 d.C.?. No esperar ¿nada? No esperar ningún “invisible†momento político privilegiado en que por fin la fuerza, las condiciones, la realidad, estarán de nuestro lado. Porque la alianza de los amigos es la fuerza, es la condición, y es la lucha que se hace presente en el momento privilegiado. Porque como dice Antonio Martínez la política no se hace con quien se quiere, sino con quien se puede. Y, porque para recuperar parcelas de tu propia vida, libertad, no es poder elegir, sino elegir poder.
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Que existan más de cien casas okupadas en Barcelona a día de hoy es un dato nada despreciable para esta ciudad cívica del higienismo totalizante. Miles es en este contexto una casa-edificio, es un bloque de seis plantas, okupado, en la fachada marítima y portuaria del centro de la ciudad, es una casa okupada casi-simpática, porque con su sonrisa de doble filo no molesta del todo “estéticamenteâ€, pero del otro lado es un hervidero de tramas y conspiraciones que trabajan para cortocircuitar la asepsia barcelonesa.
Miles es un desafío porque es visible (física y “políticamenteâ€), y es visible aunque los trayectos de lo político en los que intervenimos, a veces, la invisibilicen. Por ejemplo cuando atacamos otros frentes de la precariedad metropolitana y parece que dejamos atrás o a un lado la práctica de okupar -que de alguna forma nos constituye-. Entonces es cuando podemos decir que miles es una amenaza porque nos estamos jugando la vida en la vida. Porque cuando la acción política irrumpe en la vida cotidiana y hasta en la vida íntima, las calles transitadas una y mil veces ya no volverán a ser las mismas. Ni tus ojos ni tus manos ni tus gestos ni tu boca. Pero sobretodo tu deseo no volverá a ser el mismo. “Aladino es grande gracias a su deseo, a su alma con médula para apetecer. Y si tuviera que objetar algo contra esta obra maestra sería el que no quede de manifiesto que Aladino es una individualidad, que el desear una y otra vez hasta la impertinencia, el echar mano con decisión, el apetecer insaciablemente es una genialidad tan grande como cualquier otra. Quizá no se crea, pero en cada generación no hay diez jóvenes que tengan ese valor ciego, ese impulso hacia lo infinito.†(Kierkegaard; citado por Hugo von Hofmannsthal, en El libro de los amigos). Pues en esta casa hay treinta individuos de estos, niños viejos de entre dos generaciones.
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Miles es la palanca colectiva para fugar la precariedad de forma individual, y colectiva, es el reducto de resistencia mínimo y máximo para poder seguir habitando este mundo. En ese sentido, miles es un hogar, mi hogar.
Miles es la experiencia del nosotros desde la politización de la cotidianidad en tensión (dis)continua hacia la excepcionalidad autoimpuesta. También es la experiencia del nosotros desde la rutina del darse más tiempo, más espacio y más vida compartida; experiencia del nosotros que muchas sólo habíamos entrevisto en una memoria histórica distorsionada. En este sentido Miles es un poner en duda la concepción clásica de la política para ahondarla, es el “caos†en su sentido más arrollador y en el más propositivo. Miles son miles de puertas abiertas al vértigo de “lo que tú quieras ser/hacer-teâ€-la decisión-; al abismo de “por aquí no pasamos†-la resistencia-; o al grito contra la miseria cotidiana (y global) -el asco-.
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Miles no es más que otro espacio que recuerda que hoy es en el territorio donde se juega todo.
Nuestras vidas como campo de batalla.
Miles de viviendas como máquina de guerra.
La ley de las milésimas es una dinámica esencial: es cuando en el espacio portuario se pone en marcha un plan, y se prepara una flotilla de prácticas piratas listas para la acción.
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