Antes de nada dos preámbulos: tengo una sentimiento agridulce ante esta
situación. Me llama la atención que haya gente después de casi 25 años
que tenga interés en saber qué pasó en Vitoria hace tanto tiempo. He
contado esta historia miles de veces y casi creo que no sabré contarla y
referir detalles que son fundamentales. De todas formas, estamos varios
de Euskadi y luego, el que tenga interés en ampliar cosas, pues bueno,
ellos pueden ampliar y decir más cosas. También, otro detalle que yo
quiero referir en esta situación es que se me hace muy difícil contar la
historia de Vitoria ahora, después de tantos años. Yo pienso que la
historia de Vitoria es la historia del manual, es el manual de la
autonomí obrera
pero lleno de montones de contradicciones que yo tendría que reflejar y
seguramente no sabré contar en este momento. Y luego, como para mí es
una historia sentida, vivida, formó parte de mi vida de una forma muy
vital y me afectó mucho, pues bueno, para vosotros no sé la importancia
que tiene, yo casi, ahora, desde fuera y desde lejos, me parece que es
un rollo, entonces trataré de contar muy esquemáticamente lo que a mí me
parece hoy mismo que hay que recordar de Vitoria.
La huelga de Vitoria se resume en muy poquito: una huelga que dura dos
meses o más, que empezó al día siguiente de reyes y que terminó el 3 de
marzo con la masacre. Una huelga que tuvo unos antecedentes que no se
conocen mucho y que resumo en lo siguiente: en las fábricas, 10 o 15, al
final del año 75 había una serie de gente inquieta, luchadores todos
en la clandestinidad, que pertenecíamos a esas fábricas y que nos
juntábamos en el monte, en la clandestinidad, elaborando una plataforma
reivindicativa totalmente inocente. Esa plataforma reivindicativa se
resumía más o menos en 5000 o 6000 pesetas de aumento lineal, muy
importante, 40 horas semanales, en caso de accidente y enfermedad el
100%, jubilación en algunas fábricas a los 60 años, y poco más, muy
elemental esa plataforma. Con la particularidad de que era una
plataforma unitaria, esos representantes de empresas que nos juntábamos
en el monte éramos del metal fundamentalmente, pero también de la
construcción, de artes gráficas, de la madera, muy unitaria; no había
eso que después vino con los sindicatos: los del metal, los de la
construcción, convenios distintos, no, era todo en conjunto.
Después de reyes se presenta la plataforma en las distintas fábricas y
estalla la huelga. La primera reacción de las empresas es cerrar las
empresas porque no podían tolerar...esa plataforma que presentábamos
estaba envuelta en dos ingenuidades: no al vertical y, por lo tanto,
comisiones representativas elegidas por la asamblea porque la primera
ingenuidad era todo el poder a la asamblea, por lo tanto, rechazo de
todas las formas de organización que había hasta entonces; y la segunda
ingenuidad era la centralidad de la clase obrera, nos sentíamos
orgullosos, creíamos que la clase obrera iba a transformar la sociedad,
en aquel entonces, partíamos de esa ingenuidad y, como lo creíamos, pues
desarrollábamos toda esa teoría que después se manifestó en las
asambleas. Esa plataforma que al principio era muy inocente, que empezó
con unas reivindicaciones de tipo económico, luego se iba modificando,
ampliando, corrigiendo, porque en dos meses y pico da para muchísimo, y
hay muchas contradicciones, peleas y batallas. Esa plataforma pasaba
luego a declinar la reivindicación económica y pasaba a ser una
reivindicación más de tipo político, porque la primera batalla que se
plantea y que es la que hace durar la huelga, es que las empresas
cierran, se niegan a negociar, porque no podían tolerar...quienes tenían
que negociar era lo que siempre había existido en el franquismo: los
jurados de empresa, etc, la organización aquella vertical, y no podían
tolerar que hubiera otra forma de organización que imponíamos los
trabajadores. Entonces, esa consigna pasaba a ser el eje fundamental de
la plataforma.
Inmediatamente empiezan los despidos a distintos
trabajadores, detenciones, entonces esa consigna, ningún detenido,
ningún despido, pasaba a ser la consigna fundamental de la plataforma y
el resto ya no tenía sentido. Y tercera cuestión que quiero añadir: esa
plataforma que empezó inocentemente siendo reivindicativa de aumento de
sueldo, 40 horas, y después se convertía en reivindicación política
porque chocábamos con el sistema y desafiábamos al sistema, al
franquismo, que era su final y su agonía, se convertía también en una
reivindicación y en una plataforma ideológica porque en dos meses y
pico, con asamblea por la mañana en cada barrio, se hacían, como era
clandestino, en las parroquias, en las iglesias. Por la mañana había
cada asamblea de cada empresa que estaba en huelga y a la tarde había
asamblea general de todas las empresas que estaban en huelga. Durante
dos meses y pico ese proceso daba para cambiar la cabeza y la mentalidad
de los trabajadores que estábamos viviendo todo aquel proceso. Todo eso
además, acompañado de batallas campales, porque casi todas las tardes,
después de la asamblea de conjunto pues había manifestación, etc, y, por
lo tanto, batalla campal con la policía durante mucho tiempo, o
distintas formas de protesta, de manifestación, lo que fuera.
Entonces
lo económico, lo político, lo ideológico, se convierten en una unidad
que se va desarrollando, y aquella clase trabajadora, inocente, en
Vitoria, entonces, era una clase trabajadora joven, fundamentalmente de
gente emigrada de toda españa y no baketeada en batallas anteriores, era
virgen en alguna medida, esa batalla que se da contra la patronal,
contra el gobierno, de imponer nuestros propios delegados y de decir
cómo nosotros queríamos llevar adelante aquel proceso, esa batalla
también se da en la clase trabajadora y en las asambleas. Hay todo un
debate, unas luchas, unas peleas muy grandes, primero entre los
trabajadores para imponer que la forma fundamental de la organización
era la asamblea, todo el poder a la asamblea y nada más que a la
asamblea. De tal forma que las asambleas generales que había por las
tardes, de 5000 o 6000 personas, eran inmensas, la asamblea general no
podía decidir si antes, en las asambleas individuales de cada fábrica,
no se había acordado; y cuando había que tomar una postura, si no
había unanimidad de las asambleas individuales cada mañana sobre ese
tema, que lo coordinábamos a través de las comisiones representativas,
si no había unanimidad se prolongaba el debate, de tal forma que
queríamos todo el poder a la asamblea pero desde abajo, no desde arriba,
porque una asamblea de 5000 personas es enorme, y ahí tenían
fundamentalmente voz y dirigismo los dirigentes, aunque no se quisiera y
se estuviera en contra de eso.
La primera batalla que se da en todo ese proceso es imponer las
comisiones representativas. Segunda batalla que se da: al final se vence
y las empresas tienen que empezar a negociar las plataformas que se
presentaban con las comisiones representativas y tienen que empezar a
recibirlas. Pero la segunda batalla es que cuando nosotros nos reuníamos
con la empresa, la comisión representativa, que era sólo portavoz, los
empresarios no podían tolerar que nosotros allí no podíamos decidir
nada. Hacían una oferta y nosotros decíamos: " vale, vamos a la asamblea
y a ver qué decide la asamblea", -"no, no, no, pero ustedes tienen que
decidir ahora, digan sí o no, tienen que ser ejecutivos, tienen que
decidir", -"no, no, no, no podemos decidir nada, somos meros portavoces,
tenemos que volver a la asamblea". Otra vez otra batalla, todo un
proceso.
Tercera batalla que podríamos resumir: llega un momento en que la
plataforma inicial reivindicativa no tiene mucho sentido, habíamos
perdido mucho más que lo que íbamos a conseguir, ya no tenía sentido. Se
acentúa la batalla de tipo ideológico: "señores, ¿por qué pasa esto?", el
debate en las asambleas se convierte en debate de tipo ideológico. ¿Por
qué la patronal se cierra? ¿Por qué el estado no cede? ¿Por qué la
policía nos reprime? ¿Qué somos los trabajadores, qué tenemos en la
cabeza, qué pensamos? Aquí hay toda una batalla también, y es un poco
volver a la ingenuidad que os decía antes, de creer que la clase
trabajadora es el centro y que tenía que dirigir el proceso. Hay todo un
trabajo en los barrios, hay todo un trabajo con las mujeres, de ahí nace
la asamblea de mujeres de Vitoria, hay todo un trabajo con los
estudiantes, etc. Y la sensación que yo tengo ahora, después de tantos
años, es que habíamos ganado al pueblo de Vitoria.
Al final de todo el
proceso, cuando vino la masacre, hubo muchas asambleas, reuniones por
barrios, reuniones en iglesias, predicaciones de curas, bueno, todo un
tejido que, al final, esa batalla yo creo que estaba ganada, porque
fueron muchas las asambleas, los debates.
Al final, pues ya lo sabéis, no podían tolerar aquello. El día 3 de
marzo era huega general, todo paralizado en Vitoria, enfrentamientos con
la policía desde la mañana y, al final, no podían tolerar aquella
asamblea general que celebrábamos a la tarde, la policía empieza a
reprimir. Unos dentro, otros fuera, porque empieza a reprimir antes de
tiempo, antes de que todos hubiéramos llegado a la asamblea general. Las
comisiones representativas estábamos reunidos en otro lugar, íbamos
hacia la asamblea, porque las comisiones representativas coordinábamos
un poco, nos reuníamos antes para ver qué había pasado en las asambleas,
etc, total, que la policía empieza a reprimir y hay 5 muertos y más de
100 heridos de bala y un montón de detenidos. Esta es un poco la
historia, la síntesis de la batalla de Vitoria. Después de eso, el
proceso siguiente, en el capítulo de errores de la batalla de Vitoria,
de todo aquel proceso, es que, visto muy a distancia, no esperábamos los
trabajadores de Vitoria que estábamos en aquella pelea que el final
puedira ser eso, a pesar de estar todos los días peleando con la
policía, a pesar del desarrollo de tipo ideológico y en los debates,
etc, no esperábamos que el final pudiera ser tan trágico. Y el final es
que las balas, los muertos, revientan el proceso asambleario y, como no
había forma, por los muertos, por los detenidos, termina el proceso
autónomo, asambleario, porque las balas ahogaron las palabras y las
asambleas.
Aquí está algún compañero con el que dialogaba amigablemente
que el final lo veíamos muy difícil y que casi no sabíamos qué
alternativa plantear cuando íbamos a las asambleas. Ese proceso
asambleario es como una bola de nieve que va creciendo y cuando no hay
injerencias, porque esa batalla se ganó al principio, ni de partidos
políticos que mangoneaban y que pretendían dirigir, dirigentes de
partidos políticos que estaban en la clandestinidad por ser dirigentes
políticos y por el famoso leninismo y por ser la vanguardia de los
partidos, querían estar en las comisiones representativas pero se les
negó: "no, tú no estás porque eres de un partido político o porque seas
vanguardia, tú estás si te elige la asamblea de tu fábrica y, si no, no
estás". Esa batalla costó pero se ganó al principio. Ese proceso, al
final se trunca y cuando vienen las balas que silencian todo y viene la
cantidad de detenidos, pues se termina ese proceso.
Con el final trágico
no hay ninguna negociación. Económicamente las empresas conceden todo lo
que habíamos pedido pero sin negociar absolutamente nada. Incluso los
convenios que vinieron los años siguientes fueron los mejores convenios
de la historia de la clase obrera en Vitoria como consecuencia de
aquella lucha que vino antes. Otro detalle importante es que en ese
proceso se creó una caja de resistencia potente, enorme, que iba
ayudando a la gente que no podía y que, además, esa caja de resistencia,
a los que luego fuimos a la cárcel y a muchos que eran de las comisiones
representativas y los buscaba la policía y habían desaparecido y estaban
ocultos durante meses, esa caja de resistencia les pagó el sueldo aunque
estuvieran en la cárcel o no fueran a trabajar en todo el tiempo. La
caja de resistencia se convirtió en una caja potente y fuerte porque la
conciencia de los trabajadores en ese momento era consciente y sabía lo
que hacía. Readmitieron a todo el mundo, etc.
Al final, diría, por unir un poco el tema de la autoorganización, el
poder asambleario, la autonomí obrera, etc, etc, a mí me tocó, y es una experiencia
muy bonita, me tocó, y a otros compañeros que están aquí, cinco meses de
cárcel hasta que cayó el gobierno de Arias y vino el gobierno de Suárez
y salimos los primeros con la amnistía famosa que vino. Porque estábamos
acusados de subversión contra el estado o no sé qué cosas, al final no
hubo juicio ni nada y salimos. Yo empecé a leer en la cárcel la
revolución de Kronstad que aplastó Trotski allá en Rusia. Empecé a leer
la Comuna, empecé a leer cosas de Panenkov, los teóricos sobre la
autonomía, los consejos obreros, etc. Los que participábamos en aquel
proceso estaban llenos de contradicciones porque en las comisiones
representativas había de todo, gente de todos los partidos políticos que
en ese momento estaban en la clandestinidad, del PC y no PC, los de la
izquierda del PC, otra gente que estábamos en contra de los partidos,
que no creíamos en ellos, y estaba otra gente virgen, obreros cualquiera
que fueron ganados desde el principio por aquel proceso y ese proceso
fue el que desarrolló un poco la conciencia y lo que vino después.
Después de ese proceso, al año siguiente, en el aniversario del 3 de
marzo, hubo una asamblea en el polideportivo, en Vitoria, estábamos 8000
personas con un debate fortísimo y enfrentamientos entre los
trabajadores, entre asamblea o mítin. Aquellos dirigentes o parte de los
dirigentes que habían estado en las comisiones representativas y que
luego ya veían que venían los partidos políticos y la situación que se
venía, defendían "sí, sí, por supuesto, la asamblea, claro, pero aquí
hay ahora que desarrollar un mitin porque van a venir elecciones y bla,
bla,.." ; mientras que había otros que éramos más ingenuos. Esa
asamblea, que era muy grande, se dividía en mitad y mitad, los
trabajadores desconcertados porque de repente, a un año vista, había
dirigentes que no eran tan defensores del movimiento asambleario y de
aquella forma de organización, sino que empezaban ya con la vanguardia
que ellos tenían en la cabeza, que era la del partido, y tenían que
hacer un mitin donde iban a hablar una serie de oradores; esto para
explicar un poco el proceso y la degeneración después de aquella
batalla. A los dos años, al segundo aniversario, también hubo otra
batalla muy fuerte; lo que yo recuerdo es que los trabajadores estaban
perplejos mitad a mitad, había muchos trabajadores que habían vivido
aquel proceso y seguían apostando por que aquella forma de organización
seguía siendo válida, era la mejor y no había porqué cambiarla. Pero
había otra serie de trabajadores que habían estado en Alemania, con
partidos polítcos detrás, y que decían, "no, pero es que aquí ya tenemos
que ser civilizados como en Europa: sindicatos, partidos, etc. No puede
ser que para conseguir cualquier cosa tengamos que volver a la batalla
de Vitoria". Y sí, sí, la asamblea no la negaba nadie en teoría, claro,
pero "no, tenemos que ir a otras formas de organización" y ya venían
todas las campañas "vote al obrero tal, al obrero cual" que había tenido
prestigio en aquella batalla, pero para tal partido, para tal otro. Los
trabajadores, desconcertados, teníamos que seguir con aquella forma de
organización dando un salto ideológico muy grande. Yo entendía aquel
proceso, yo había vivido en Argentina y sabía lo corrupto que era el
sindicato de la CGT en Argentina, y los chanchullos; pero para los
trabajadores me parecía que era un salto saltar de la dictadura, sin
ninguna libertades ni formas de organización democráticas, etc, saltar a
una forma de organización asamblearia, autónoma, me parecía que era un
salto muy grande que los trabajadores tenían que dar en su propia
conciencia, en su propia cabeza, y muchos no podían superarlo y había la
ofensiva de lo que ahora vemos, de este tipo de democracia, todos los
partiditos de izquierda, etc, y bueno, ese proceso ya lo conocemos
todos.
El movimiento asambleario aquel duró años y años. Después se
burocratizó porque a los dos años se convirtió en coordinadora de las
comisiones representativas de las fábricas, pero ya era una especie de
camuflaje, reivindicándose del movimiento asambleario pero era ya una
forma de organización burocrática.
El movimiento asambleario, autogestinario y autónomo, no fue exclusivo.
Hubo movimientos sobre todo a nivel de profesores, institutos, pasó a
ser una forma de organización de las luchas de los barrios que fueron
también muy importantes, de las asociaciones de vecinos, el movimiento
en sí contagió a todos los sectores de la sociedad y no fue exclusivo
del movimiento obrero. Y duró años y fue coleando hasta llegar a hoy,
que mi sorpresa es que hoy haya gente que entonces, en lo de Vitoria, no
había nacido y que se reclame del movimiento autónomo y que quiera saber algo de
aquello que vivimos nosotros, que ya somos los últimos mohicanos de todo
aquel proceso y que pensamos que casi nadie tendría que preguntar por
aquello y que casi es un movimiento de la prehistoria.
El mejor elogio del movimiento obrero de Vitoria lo hizo Fraga, que era
el ministro del interior entonces, que lo de Vitoria lo pilló en
Alemania, pero vino a Vitoria a ver a los enfermos en los hospitales,
pero los trabajadores no le recibieron, lo echaron; pero el mejor elogio
lo hizo Fraga sin querer: "aquello de Vitoria había que aplastarlo
porque estaba dirigido por dirigentes que manipulaban a la clase
trabajadora y eran pequeños soviets que se estaban gestando y había que
extinguirlos".
Y nada más, no os canso más.
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