El término «chômeur» (parado) que hoy da nombre a una categoría administrativa, viene del latín cauma: calor, tomarse un descanso durante los calores del verano.
El término «sans-emploi» (sin empleo) hace referencia a un objeto inútil y precario.
"Precario" viene del latín precarius: algo obtenido gracias a una plegaria y que puede ser revocado.
Algunas palabras están elaboradas con un propósito determinado por la Administración y los medias, están conformadas a partir de su punto de vista y obedecen a sus criterios. Estas palabras-objeto son piezas de un puzzle donde cada pieza tiene su sitio: el trabajo al lado del paro, este último pegado a la precariedad.
Hoy resulta imposible salir de esta lógica, ni en el pensamiento ni en el acto. El hecho de que nuestra supervivencia dependa de un estatuto administrativo y de la miserable renta al que acompaña (situada por debajo del "umbral de pobreza") no debe hacer que nos identifiquemos con este estatuto.
Si nos reconociéramos en estas categorías, nuestra actitud sólo podría entenderse como una reivindicación sectorial, lo que nos impediría escapar a lo que eso conlleva: el sindicalismo corporativista y la caridad.
La simpatía que manifestó gran parte de la población se debe a que se entiende generalmente el trabajo como la antesala del paro. Pero al igual que en el 1995, también expresa el hecho que socialmente la gente está harta.