TRABAJO: ¡TE VAMOS A MACHACAR!
Originariamente, LA ABOLICIÓN del trabajo asalariado
figuraba en los estatutos de la CGT como un objetivo a alcanzar.
El trabajo asalariado de los años 90 no
tiene casi nada en común con el de los años 30, 40, 60. La
mundialización de la economía y su sectorización han
modificado profundamente la condición de los asalariados, y de igual
modo, el paro en nuestras sociedades occidentales. No olvidemos que en
el siglo pasado el capitalismo colocó bajo explotación salarial
prácticamente al conjunto de la población, desde los niños
hasta los vagabundos (estos últimos estaban amenazados con ir a
la cárcel en caso de rechazo al trabajo). Hoy el pleno empleo ya
no es necesario. El paro no hace más que crecer, los Sans Domicile
Fixe se multiplican.
Creer que el reparto del trabajo permitirá
el retorno del pleno empleo no es más que una ilusión. De
hecho, el reparto del trabajo lejos de ser una utopía, es la realidad
cotidiana impuesta a un número creciente de asalariados. Trabajo
parcial para mujeres y jóvenes-empleados precarios - CES, CDD- tiempo
dedicado a la formación - becas - alternancia de períodos
de trabajo y períodos de paro - jubilaciones anticipadas- rebaja
de 5 años en la edad de jubilación. Y otras fórmulas
que no han creado ningún empleo, y que han permitido a los patronos
obtener enormes beneficios.
Actualmente el discurso dominante, de la extrema
derecha a la extrema izquierda, reivindica, como los capitalistas del siglo
pasado: "Trabajo para todos", ligando siempre trabajo y renta. Las grandes
manifestaciones de los estudiantes de secundaria están ahí
para recordárnoslo (SMIC para jóvenes); o lo mismo en el
sector agrícola, donde las subvenciones y dotaciones ya no corresponden
a una producción y a un trabajo útil y necesario- el RMI
(renta mínima de inserción) es otro ejemplo.
Asistimos pues a la emergencia de asalariados
desligados de toda implicación productiva individual. En este contexto,
la defensa del empleo no hace sino acentuar la precariedad del trabajo
y yendo más lejos, la parálisis de todas las luchas sociales,
haciendo más frágil al conjunto de los trabajadores.
Sólo las luchas portadoras de una crítica
radical de la ideología del trabajo, permitirán romper con
esta visión arcaica. Es urgente disociar los elementos de
la antigua igualdad: trabajo productivo = renta, y reivindicar un salario
social para todos.
Este salario social permitirá a cada uno
afirmar su sociabilidad y expresar sus deseos, su creatividad, en una actividad
escogida libremente y socialmente útil: animación de barrios,
teatro, música, mejora del entorno, creación de lugares de
convivialidad susceptibles de detener la violencia y la inseguridad...etc.
El principio de un cambio por fin podría
ponerse en marcha y favorecería la aparición de nuevos valores
y de una sociedad diferente donde la democracia participativa no sería
ya una palabra vacía.
"Colectivo de las cien voces"
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