CONTRA EL PARO Y LA EXCLUSIÓN,
LA SOLUCIÓN:¡EXPLOTACIÓN
IGUAL PARA TODOS!
Queremos trabajar. Sí, queremos trabajar,
en cualquier condición y cueste lo que cueste. No se trata de dinero,
sino de nuestro prestigio social, nuestra confianza en nosotros mismos
y en el futuro; y en definitiva, de nuestra libertad, ya que grandes sociólogos
lo dijeron antes que nosotros: el trabajo te hace libre. Durante demasiado
tiempo, hemos estado excluidos y abandonados a nuestra suerte, lo que creó
unas costumbres asociales. Cada mañana, tomábamos el desayuno
en la cama, hacíamos mimos y volvíamos a acostarnos. Mientras
las élites se preocupan tanto por la Unión Monetaria, los
Japoneses y todo aquello, mientras los ciudadanos integrados curran con
estrés, nosotros tomamos nuestro tiempo y (a pesar de lo que cuesta
confesarlo) a veces llegamos a divertirnos mucho. Todo ello a expensas del
Estado, y eso que el Estado tiene tantos problemas para subvencionar a
los empresarios. Sí, está claro que nunca podremos expiar
esta culpa.
Por ello queremos marchar hasta Amsterdam, donde
se encuentran estos jefes de Estado de los cuales esperamos tanto. Cierto
es que Helmut Kohl prometió reducir el paro a la mitad y que los
Ingleses ya casi lo han conseguido inventando bonitos oficios como
"Dog-sitter",
pagando sueldos más bajos que en Corea (lo que les metimos a los
Coreanos, ¡¿eh?!) y cortándoles los víveres
a los vagos; pero esto para nosotros, no basta: el paro debe desaparecer
por completo.
Para el pleno empleo, proponemos:
Nivelar las montañas del Erz y demás
colinas inútiles con palas y picos, el transporte de piedras al
hombro de hombres/mujeres y a pie, hasta los desiertos industriales del
Este, para edificar ahí pirámides gigantes en honor al Canciller,
al presidente del Banco Mundial y demás faraones del Santo-Mercado.
Dichas pirámides atraerán al turismo mundial, lo que todavía
fomentará más empleos de sirvientes y en cuanto a nuevos
títulos académicos, servicios especializados como "Conversaciones
eróticas" o "¡Llámame! y me reiré de tus gracias
mientras ato tus zapatos".
Con el fin de vencer a la competencia extranjera,
exigimos la creación de un sueldo máximo que no supere el
sueldo medio del país más pobre. Pongamos unos 100 marcos,
después menos.
La contratación de todos los parados compatibles
con el ordenador en el seno de empresas virtuales, para producir servicios
pagados con dinero virtual. Para ello, en Berlín no faltan las torres
de despachos vacíos.
La privatización inmediata del aire. ¿Porqué?
Primero, porque es contraproducente que haya algo que continúe siendo
gratis en el planeta. Después, porque es inmoral que vagos e inútiles
pretendan tener el mismo derecho a respirar que los trabajadores concienzudos.
Pero sobre todo, porque dicha medida aportará la solución
final al problema del paro. Creará empleos como "medidor de la capacidad
pulmonar", "cobrador de las tarifas de oxígeno", "revisor de la respiración".
De modo que todos los vagos pronto dejarán de poder permitirse la
más mínima inspiración y por fin, se apartarán
para siempre de nuestra vista. Queda por comprobar que los Convenios Europeos
autorizen crear todavía más empleo gracias a la transformación
en jabón, en pantallas de lampara y demás artículos
de necesidad, de los parados que hayan dejado de existir.
Sí, para esta causa, estamos dispuestos
a caminar hasta Tokio y más lejos si hace falta, descalzos, encadenados,
haciendo eses, tres pasos hacia delante y dos hacia atrás. En el
camino, queremos poder azotarnos mutuamente y tirarnos a los pies de todos
aquellos encorbatados con los que nos crucemos y gritar: "¡Piedad!,
¡Piedad!".
Unión de los Siervos Voluntarios
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