Una política nocturna
es una política que no puede ser pensada ya como una correlación
de fuerzas (entre sujetos) sino como una guerra entre mundos en la que
el cuerpo está involucrado. Lo social, liberado de la forma sujeto,
se hace espacio, o más concretamente, espacio del anonimato:
no hay entonces constitución de un sujeto ni, mucho menos, reconstitución
de la clase obrera. De lo que se está hablando entonces es de la
UNILATERALIZACIÓN de la ambivalencia que nos atraviesa. Unilateralizar:
es lo que hacen todas aquellas prácticas que abren un a/parte, que
haciendo del espacio su palanca, abren mundos capaces de declarar la guerra
a la triste pero triunfante soledad del mundo en que estamos.
Una política nocturna debe hacerse:
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CONTRA la cómoda y pasiva contemplación de la miseria
cotidiana que impregna y ahoga.
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DESDE un nosotros renqueante hecho sobre la marcha, y nutriéndose
de la mala leche y la improvisación.
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PARA poner zancadillas y cortocircuitar la gran maquinaria.
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POR los estrechos e interminables senderos del gran laberinto, inventando
palabras y acciones.
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SEGUN nuestra capacidad de experimentar, pensar, vivir, resistir,
gozar... sabiendo que hoy somos pocos y mañana puede que menos.
Algunos de sus principios son:
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El sentido común de dos males escoge el menos malo. Nosotros nos
negamos a escoger.
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Cuando la vida se convierte en medio de vida, la vida muere.
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Buscar las raíces es una manera subterránea de andarse por
las ramas.
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Los que se sacrifican por los demás acaban sacrificándolos.
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Hay que descargarse del pensamiento de que hacer tenga que servir para
algo.
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Porque sabemos que poseer es perder, abrimos espacios de vida que no pueden
ser cerrados.
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Porque no existe otro lenguaje, somos un balbuceo en el lenguaje del poder.
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El mejor suicidio es el suicidio sin muerte: permite seguir escupiendo.
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