Capitalismo cognitivo y bacalao sostenible
En el nuevo capitalismo cognitivo el modo como los distintos agentes
conciben el modelo de desarrollo tiene ya en el trabajo inmaterial la
principal mercancía y fuente de valorización. Es la mente-producto entendida
como neocórtex al servicio del Capital: mente colectiva on line trabajando
en red en un entorno parasitario supeditado a la dinámica de valorización
capitalista en tempo máquina. Emprendedor es el nombre dado al nuevo
sujeto y el verdadero interlocutor de las instituciones. La conexión en redes
de magnitud variable es el modo como esta empresarialidad difusa debe
organizarse
así como su tarea principal, junto a la misma promoción del conocimiento como
principal mercancía, a la que deben plegarse gestores y administradores
tanto públicos como privados. Conocimiento que, para que pueda ser
enteramente aprovechable, debe ser reconducido a unidades de información
adecuada a las nuevas condiciones de producción. Atomos de sentido
presentados en soluciones sintéticas, rápidamente metabolizables por el
organismo social, y sin aparentes efectos secundarios. "Pensar concreto,
pensar a menudo": lo primero en el decálogo del bueno de Gross.
La conexión en red del córtex social sobre el que se sustenta la idea de
capitalismo cognitivo precisa de particulares condiciones ambientales que
garanticen una cierta perdurabilidad y estabilidad de las condiciones de
producción del conocimiento, a saber: eficacia en la explotación de lo
cognitivo y que
nada se pierda y todo pueda explicarse desde la "calidad total", que es
adecuación del producto a su diseño en un contexto de cooperación productiva
cada vez más denso y abigarrado pero, y esto parece ser lo fundamental, que
es también reducción del conocimiento a un pensar-producto adecuado
al tempo máquina. Hacerlo sostenible exige ciertas pautas que, tomen o no
finalmente la forma de normas, ya sólo pueden justificar la voluntad de
dominio a la que sirven en su efectuarse a escala planetaria apelando al más
cautivo y miserable de los sentidos comunes.
Reducir
Dispositivo diseñado para detener desde lo mental mismo la todavía excesiva proliferación de RIU (Residuos Inmateriales Urbanos), o lo
que es lo mismo, la producción de inteligencia colectiva extraña a la
función parasitaria capitalista. Se correspondería con la universalización
de la ideología de la calidad total como modo de
organizar la producción -reducción de la generación de conocimiento a un pensar-producto
rápidamente ciclable-, y también con políticas educativas y formativas con
licencia para dirigir la vida entera de los individuos. La puesta a punto debe
implicar predisposición de lo mental a adquirir en cualquier momento más y
nuevas competencias que actualicen, como competitividad real frente a otros y
frente a uno mismo, la competitividad supuesta en todo individuo. La
formación continua universalizada, como generación y gestión de base tanto
de la necesidad de adquisición de nuevas competencias como de la angustia de
la que surge y que la alimenta, se nos antoja aquí una inversión directa de
primer orden.
Reutilizar
Las propuestas de reutilización acompañan a las
reductoras aunque conviene no confundirlas. La reutilización debe buscar
soluciones eficaces ante el mayor número posible de respuestas de la mente
frente a este modo de operar del sistema que, huelga decirlo, se muestra cada
vez más agresivo y con índices de penetración en lo subjetivo cada vez mayores.
Soluciones que, para entendernos, podemos definir de mantenimiento,
unas, y de reprogramación otras. Las primeras tenderían a devenir
discrecionales y a trivializarse; las segundas, puntuales, aunque entendidas
como servicio de alcance universal.
ReciclarEl reciclaje no aprovecha el objeto mente como hacían la reducción o la reutilización. En lugar de trabajar directamente con éste, lo hace con sus productos. Reciclar consiste en recuperar selectivamente para su puesta en valor pedazos de tejido simbólico ajeno, por exterioridad o por anterioridad, al circuito de valorización capitalista en su forma actual. Se trata propiamente de una recreación muy particular ya que debe funcionar en el ciclo y en sus tiempos. Su modo de operar: determinando y fijando saberes y prácticas significativas y convirtiendo su carga simbólica al código de reversibilidades establecido por la economía del dinero, y esto, sin merma necesariamente de su carga crítica. Aquello a recuperar para el "todo mercado" puede ser un modo de vestir, un modo de decir o un modo de hacer, convertidos, por ejemplo: en moda, en marketing mordaz o en simulacros de participación. La autocrítica feroz que ya incorpora cierta publicidad con el fin de granjearse la complicidad de un espectador-cliente-accionista al que ya se tiene por tan cínico como el yo puesto en funciones de creativo que hay tras el anuncio, o el del directivo que lo encarga, es un desarrollo de lo que estamos diciendo. Su máxima: convertir el residuo en recurso. Reducir, optimizando el gasto energético. Reutilizar, aprovechando intensivamente la productividad de lo mental en red. Reciclar, recuperando todo aquello que pueda darse como unidad de valor intercambiable. Ahorrar, sacarle el máximo partido al trabajo y aprovecharlo todo. Puro sentido común para los desarrolladores de la sostenibilidad. |