Vampiros que rechazan la muerte
1.- Como si el tema -vampiros- no fuera bastante resbaladizo confuso y 
pantanoso para entrar con la lengua en cabeza, haremos un mortal en el cierre 
-que rechazan la muerte-.
2.- Después de darle muchas vueltas, creo que lo mejor es que empecemos por 
dejar clara una distinción básica. Todo aquel que siga leyendo debería 
recordar la distancia que separa a vampiros de parásitos, personajes 
a los que se ha confundido a menudo, si no siempre, y mucho me parece que 
sólo para mejor disimular, borrar, negar, la existencia y la insistencia 
misma del parásito, del parasitismo, de la  estrecha relación y pertinaz 
entre "parásito" y "huésped". Así que decimos que parásito es más bien 
una relación, mientras que un vampiro funciona como afecto, 
como fantasma o espectro, un fantasma "terriblemente" contagioso. 
Vampiro no será entonces este o aquel cuerpo sino un afecto que recorre los 
cuerpos. Pero ante todo no hay vampiro sin un enemigo especialmente 
intenso... y maligno. Mientras que el parasitismo que mejor y 
más prospera es aquel que o bien "causa un perjuicio mínimo" 
-lo causa, pero lo de mínimo es un comodín que cae bien-, o bien lleva 
mucho tiempo la relación establecida, y termina por generarse una "mutua 
tolerancia" (hábito). Por último adelantaremos que mientras el 
parásito -o parasitismo- conquista y da impoder, 
impotencia, dependencia, el vampiro contagia y da poder. No 
espero que nadie me crea, de momento, pero estiraré de las cosas hasta que se 
rompan. 
3.- Ahora dejamos de lado para más tarde los parasitismos, parásitos y 
huéspedes, y vamos a diferenciar dos tipos, lo que pienso que son dos 
tipos claros de vampiros. 
Pero antes de dar los dos tipos determinaremos primero un poco por encima la 
especificidad que comparten. Ésta está en la (pre)posición de un enemigo, así 
vampiro, en tanto enemigo, es un ser relativo al mundo en que aparece, 
como una sombra; enemigo fluctuante en el juego de las apariencias, 
del aparecer y desaparecer, del dar y del tomar. Entonces vampiro será aquel 
enemigo también espectral, encarnado como afecto de un cuerpo 
colectivo que no renuncia a su fuerza, contagioso y catastrófico, 
que Consigue Poder (Re)Plantear La Cuestión de la Parte de Riqueza y de Poder. 
Cuestión que, como leemos literalmente en La conjura de 
Catilina (Salustio), es "causa de todas las guerras y disensiones entre los 
mortales". Cuestión que nadie puede nunca plantear, porque plantearla es 
situarse directamente en la posición del Enemigo, del enemigo terminal tal 
como lo plantea Schmitt, del enemigo "que no te deja  vivir". Plantear esta 
cuestión es siempre un tema difícil si no peligroso, recordemos por ejemplo 
lo que Clastres nos explica que le ocurre a quien se atreve a plantearla en 
tribus indígenas de Centroamérica y Sudamérica: allí donde se mantiene al 
jefe separado del poder, y si alguno se atreve a poner la cuestión de la 
parte de poder y riqueza, porque quiere monopolizarlo, guardándolo para él 
solo, o para él y sus amigos, o porque quiere incrementar su parte, 
desbaratarlas, etc., pues primero se le exilia del grupo, pero, si insiste, 
se le da muerte. 
Pero es que además, aunque conlleva de manera inevitable cierta violencia, 
cierto violentar, existen maneras muy diferentes de plantear la 
cuestión, entre las cuales el dialogo inteligente y sensato se halla muy 
lejos de ser la más usada, y hasta de ser muchas veces la única adecuada. Y 
también, muy importante, además de "maneras" diferentes, existen 
"condiciones" muy diferentes desde las cuales se llega a plantear, 
a Poder (Re)Plantear, la cuestión de La Parte. Por eso es tan importante 
ahora distinguir una vez más dos tipos de vampiros, es este el momento 
de separar el grano de la paja, bisturí: por un lado el vampiro que nace de un 
Bulo (bulo es una noticia falsa propalada con algún fin, según 
definición escueta de diccionario, de momento). Por otro, la manada vampiro 
que nace de una grieta que resquebraja la Impotencia; una grieta que 
resquebraja la "rendición incondicional" que alimenta el régimen de 
dependencia ligado al miedo, precisamente de donde nace la "necesidad de 
seguridad". Sólo el impotente siente esa "necesidad", que siente como 
miedo, también como desconfianza, miedo y desconfianza que nutren dos 
arterias del nudo de relaciones establecidas con sus desconocidos 
Con-Ciudadanos.
4.-Vampiro nacido de bulo. El bulo hemos dicho es una noticia falsa propalada 
con algún fin. Y puede haber, o vamos a distinguir aquí, dos fuentes de 
bulos. El bulo puede tener un origen popular. Archiconocido es el 
bulo del envenenamiento del agua, y que además se ha repetido múltiples 
veces sólo en la historia mediterraneoeuropea, y con consecuencias graves, 
como esa noche de 1835 en la que se quemaron cuatro conventos en Barcelona 
porque circuló el bulo de que los frailes carlistas contaminaron fuentes 
para vengarse de los liberales. Más próximo al tema, el mismo tema, en un 
principio parece que los vampiros que habitan nuestra imaginación salen de 
supersticiones centroeuropeas, de bulos de origen popular; pero la cosa es 
algo enrevesada porque, primero, es difícil trazar una frontera entre la 
peste desencadenada por la peste y la que desencadenaban vampiros. Es muy 
famosa la historieta del peregrino que va a entrar en Bagdad y se encuentra 
con la peste, que le dice: "peregrino, no vayas ahora a la ciudad, que voy 
yo y me llevaré a dos mil de allí". Al cabo de unos días el peregrino ve 
pasar de nuevo a la peste y le dice "oye peste, me mentiste; dijiste que te 
llevarías dos mil y ya han muerto veinte mil", y la peste que le suelta: 
"yo no te mentí, me llevé los míos, y el miedo hizo el resto". Siguiendo 
con el bulo de vampiros tradicional, en segundo lugar, el nombre de 
"drakull" parece ser que era el que los monjes ortodoxos daban a los 
herejes que cuando morían vampiros se hacían. En tercer lugar el bulo es tan 
contagioso como se pretenda que lo pueda ser vampiro rápido, el bulo se 
contagia tanto como el pánico que lo acompaña.
El otro bulo es el que genera y difunde "alguna autoridad en determinado 
momento". Parece que los bulos terroríficos  son siempre bastante parecidos. 
El esquema viene a ser: primero, el supuesto vampiro o directamente tal o 
cual enemigo especialmente intenso supone un peligro que atenta contra las 
creencias más íntimas y los hábitos más bien anclados de un grupo social 
dado, y amenaza con destruirlos. Segundo, desarrollan procesos "orgiásticos" 
o desenfrenados, o, como se dice hoy, "se conducen desordenadamente". Y 
tercero, cometen crímenes horribles, a cual más horripilante y perverso. En 
este apartado tenemos desde el Comunismo según Edgar Hoover hasta parece que 
el proceso a los templarios, etc. Pero quizá uno que resulta especialmente 
interesante para nosotros es el de los Hunos de Atila, un fantasma que 
también recorrió Europa, verdaderos demonios ensillados -no por nada 
inventaron ellos el estribo y mejoraron mucho los arneses de sus caballos-, 
pero este fantasma, por lo menos en relación al momento de Atila, tenía 
sueños de piojo, de garrapata conquistadora imperial y regaladora insistente 
de nuevos impuestos...
4ymedio.- Parásitos. La palabra parásito, del latín "parasitus", tiene un 
inicio griego, una palabra compuesta de "al lado" y "comida". Parásito es 
el que se arrima a otro para comer a su costa. Y parasitismo, la "costumbre 
o hábito de los que viven a costa de otros a modo de 
parásitos". Parásito es una forma de relación, donde uno obtiene alimento, 
albergue, transporte y demás Beneficios del otro, y al mismo tiempo 
causa perjuicios a su bienhechor, que es, atención, ¡tachaan!: el huésped. El 
parasitismo se da en todas las formas vivientes, animales y vegetales, 
además de los muchos animales que desarrollan Costumbres Parásitas.
Ya habíamos dicho que el parásito más favorecido es el que mejor pasa 
desapercibido, el que causa menos daño, menos perjuicio. También señalamos 
que con el tiempo parásito y huésped desarrollan una mutua tolerancia. Si 
llegara la hora de una nueva regulación de la relación (por ejemplo, el pacto 
de la Moncloa) el parásito, creo, debe preguntarse: ¿qué les daremos a 
nuestros huéspedes para que primero nos olviden y segundo nos necesiten 
todavía con más fuerza?
Vemos entonces que el parásito habita la cotidianidad del huésped con 
disimulo. Aunque llevado de una tensión hacia la perfecta invisibilidad o 
a-tematización el parásito no se esconde, pero disimula. El parásito 
conquista: mercados o territorios productivos o lo que se le ponga a tiro, 
como una garrapata, y con la conquista reduce a la impotencia, a la necesidad 
y a la dependencia -por lo menos eso es lo que persigue y pretende-. Pero 
el parásito también da una vida, regula las condiciones de una vida, una vida 
sobre la que sí ejerce su presión parásita. El parásito nos hace vivir porque 
nos obliga a envejecer, porque nos agota.
Nuestro parásito mayor es ese monstruo que tanto reluce bajo las razones de 
la economía política. Pero no es el único. Las razones de la economía 
política te condenan por norma a trabajar asalariado hasta los 65 años, toda 
tu mejor vida cansado porque cargas como un animal el Beneficio de otros, que 
son los mismos que te cuidan y te alimentan y te dan trabajo y te vigilan y 
te cobran el suelo, el techo, la comida, el agua, la luz, la 
electricidad... PORQUE TÚ ERES SU HUÉSPED Y ESO ES TU PARÁSITO. "Eso" 
y no "esos", porque no son tales o tales funcionarios los que son parásitos 
y el resto, y el resto sólo piojos. No no no se trata de eso, porque Todos 
los Funcionarios (estatales o más o menos privados: sindicalistas, banqueros, 
de la compañía de la luz, pública o privada, es igual: Administración - 
Decisión - Fuerza), decía que todos los funcionarios son sustituibles, 
porque sólo ocupan un cargo, un puesto, en un Aparato, en una Máquina 
Perfectamente Engrasada. Una pulga, un nido de pulgas gigantes, 
sistémicamente articuladas y autopoiéticas.
Quien ama lo que le amenaza, lo que le presiona, lo que le exprime con tan 
poca consideración como a un limón, ¿qué es? ¿qué puede ser además de un 
Huésped? Porque sin duda también es un afable huésped de sus parásitos. Ya 
se sabe con los parásitos: donde hay uno, vienen más.
5.- Vampiro nacido de fugar la impotencia. El vampiro que nace de una grieta 
en la impotencia no puede ser más que una figura, un personaje, una figura 
que es afección, algo como un afecto con potencia también poética que encarna 
un enemigo. Este vampiro nace del asco, aunque sea de un asco que se 
concentra y se espesa hasta ponerse duro como un arma arrojadiza. La 
cuestión, el enemigo; vampiro que nace de un cuerpo colectivo -y de los que 
sean- que abandona una vez más la "rendición incondicional" que 
lo mantiene en régimen de huésped dependiente, preñado de miedosa precariedad 
y de luces tintineantes y de panes y de más circo y entretenimiento y 
diversión a raudales.
Un afecto, fantasma terriblemente contagioso que atraviesa este cuerpo 
colectivo -o menos-, que esgrime la "terrible" insolencia de querer, 
de buscar (Re)Plantear la cuestión de la parte de poder y de riqueza, 
replanteamiento que no siempre alcanza a concretarse tanto discursivamente como lo hace prácticamente (Los Ángeles).
 
Este enemigo pervierte y revierte el régimen de dependencia, una vez más. Lo 
revierte por su dimensión de fantasma incorporado, y lo pervierte por su 
dimensión de cuerpo fantasmagórico, pero ante todo lo revierte y pervierte 
así por su potencia de destrucción, de crítica y de contagio, contagio de su 
propia monstruosidad, monstruosidad de quien, enemigo, recorre el lado del 
mal a sabiendas, ya que los campos del bien y del orden cultivan un mundo 
donde nada crece más sano y vigoroso que lo muerto, que lo agotador, que lo 
que te amenaza y te exprime y te condena a una confortable vida precaria de 
impotencia llena de dependencia y de miedo responsable y emprendedor. Hay una 
frase que tengo por aquí apuntada en algún sitio...  sí, aquí está: 
"Soy un don nadie y tengo que vivir el resto de mi vida como un 
gilipollas." Últimas palabras de Uno de los nuestros, M. Scorsese 
(1990).
Es en el don que otorga, en el poder que efectúa, en los desencadenamientos 
que tiene, donde reside una ambivalencia mayor de nuestros vampiros que 
fugan la impotencia. Fuga que no ha empezado nunca y ¿terminar? no, porque 
vuelve una vez y otra vez y otra vez más de nuevo, y una vez más y tiro 
porque me toca y porque pronto no me tocará ya... dice el poeta. La 
ambivalencia, la manada vampiro puede, desencadena "catástrofes" 
que abarcan como en abanico virtual desde el Contagio hasta 
la Víctima. "Más cómplices y menos víctimas" tiene que ser el lema de 
hipotéticos vampiros que rechazan la muerte. 
Por el lado del contagio se abren a lo político; el contagio produce 
cómplices, y también vínculos más resistentes. La víctima en cambio es una 
figurilla de nacimiento más diversificado, una víctima nace en una guerra, 
en una lucha, de un asesino, de un parásito glotón o destructor o 
hijodeperra simplemente; pero también de un sacrificio o de un matadero. En 
realidad esta producción de víctimas es uno de los peligros que se dan en 
una fuga de la impotencia; por un lado, existe el peligro de acabar siendo 
un asesino, otro asesino. Y creo que a cualquier asesino le falta demasiada 
poesía como para poder desencadenar baile alguno de vampiros. Por otro lado 
existe también el peligro de encontrarse liado en una impotencia aún mayor. 
Por ejemplo el adicto que antes de serlo, en su coqueteo de luna de miel con 
un piojo giganteopiáceo, puede pensar que la droga le da un poder especial 
sobre el mundo o alguna parte de él, queda después, si su adicción se le 
impone, en máxima impotencia en relación a esa droga, "la" droga, decía 
Burroughs... y de todas maneras uno sólo es adicto de su propia 
adicción; tampoco William da a la droga una fuerza de realidad social que 
ninguna sustancia posee integramente, pues ella no decide los precios, ni 
lo cara que es la vida ya sin droga, ni lo cansado que hay que ir ni lo que 
hay que trabajar ni el número innumerable de subjefes, jefecillos y jefes 
que pueblan la vida en la ciudad, ni el ser ilegal igual a oro de mercado 
negro, ni el marco de su consumo, su imagen social, ni la fuerza de 
seducción relativa... al resto de mierda que nos inunda, el espacio, 
con tiempo.
El Comunismo ha sido, en sus diversas acometidas, en sus intensidades 
variables, en sus coágulos bien diferenciados, el último enemigo de nuestro 
mundo, el último enemigo especialmente intenso de un orden que es el nuestro 
y que se regodea ya de "casi" gobernar el mundo intacto. Un piojo más, que 
se cree dios. El Comunismo, por lo menos el por venir, pero también en los 
setenta y en los treinta y en los veinte y en los diez, y aquí en España 
todo el siglo diecinueve a tiros estuvieron, con la Guardia Civil haciendo 
retenes en los conventos y en los bancos... decía que el Comunismo fue 
no un enemigo cualquiera, sino el último fantasma que recorrió Europa. Otros 
quizá han hecho el fantasma pero poco más que una nube de piojos, o ácaros, 
nubes de ácaros sembrando muerte por doquier... El último espectro que 
recorrió Europa y el mundo entero volviendo a plantear una y mil veces la 
cuestión de la parte de poder y riqueza. Y sin embargo casi todos, por no 
decir directamente todos, que no lo he dicho, pero casi, casi todos los 
Partidos Comunistas se han pasado a lo largo de los años de la parte de las 
fuerzas parásitas, colaborando, por ejemplo, la reluciente firma de Carrillo 
al relumbrón de los Pactos de la Moncloa.
El fantasma que recorre Europa y el mundo entero es un vampiro. Dejar de 
mentir ya, hostia. Libertad y justicia son palabras vacías -y llenas del 
poder que las impone-, callejones sin salida, palabras de impotente. El 
fantasma que recorre Europa es una vez más un vampiro, cuando plantea una 
vez más de nuevo lo más viejo, la cuestión de la parte de poder y de 
riqueza. Si tienes poder y eres rico tienes libertad y justicia que no te 
las terminarás. Si no tienes ni riqueza ni poder estás ya muerto, zombi, y a 
un zombi no le hables de libertad y justicia que te puede partir la cara.
Así que no justicia y libertad sino riqueza y poder, la parte. No utopía 
porque topia, topos, espacio habitable, rico y generoso. No paraíso porque 
mundo preñado de carnicerías, porque muerte y corrupción nos alimentan, 
porque somos un barro juguetón que a veces habla demasiado y se hace un lío, 
y otras, demasiado poco habla. Porque no somos ni queremos ser angélicos 
sino mortales con el tiempo justo, que no se están por hostias y que quieren 
lo que también es suyo. Los reyes de sangre azul ya perdieron la cabeza, la 
cogieron después los funcionarios (burócratas y amigos ricos) y se hicieron 
un traje gris y una careta de bulldog de ojos enrojecidos; parecen vampiros 
pero les falta mucha poesía, yo diría que no pasan de pulgas presumidas que 
piden a gritos ser aplastadas y quitadas de en medio. No justicia y libertad 
sino riqueza y poder, porque como ya advertía bien claro hace ya tanto, me 
parece que Lutero, "el Quiliasmo, la doctrina del reino milenario, 
es la caja de los espejos de todos los cabecillas".
Esta cita con Lutero queda muy bien, Ernst, Ernst Bloch, pero no, nunca va a 
tratarse de justicia y libertad -y menos así en absoluto o en indeterminado 
con vocación universal; otra cosa es J. y L. relativas, relativas a algo para 
algo, relacionales y particulares...- sino que se tratará siempre de 
la Cuestión de la parte de poder y de riqueza (de riqueza de poder, y de 
poder sobre la riqueza). Isaías se equivoca. Isaías, sí, también se 
equivocaba, y la utopía con él, porque no se tratará nunca de fundar el 
paraíso, quiliástico o no, del Bien perfecto y sin sombra... Para eso 
hay ya mucho más que demasiados parques temáticos. Se trata quizá, en cambio, 
de asumir que no es la libertad ni la justicia lo que deseamos, lo que 
queremos, lo que necesitamos, sino la jodida parte, la parte tan necesaria y 
a la vez abierta al margen del lujo más alegre... de riqueza y de poder; 
asumir esto es comenzar una fuga de la impotencia, es golpear con una maza 
en una grieta que la recorre siempre una vez más, desocupando la rendición 
incondicional, revirtiendo y pervirtiendo la dependencia, haciendo explotar 
el miedo de rabia y vacíodecisorio, y, y desafiandoconciencudamente a lo que 
nos amenaza.
Fin de 5. Pensar en una figura de vampiro que encarnaría hoy, por poner sólo 
un ejemplo, un cuerpo político mayoritario en Barcelona, o en Cataluña, o en 
España, es un imposible a corto, largo o al plazo que quieras. Porque cómo 
saldría un cuerpo potente de tan grande impotencia, sembrada de sonrisas 
congeladas y listas para servir. Y pese a todo, el vampiro nacido de fugar la 
impotencia una vez más es una figura múltiple que aparece 
con el acontecimiento y que desarrolla coágulos, contagios, exabruptos, 
acciones, encuentros... un poco por todo el mundo. No por eso hay que 
estar más contento, porque el mundo no cederá en su peso y en su coste para 
tu vivir por ello, pero mucho menos hay que tener entonces esperanza ninguna. 
¿Esperanza de qué, de otro paraíso perfecto para todos? -Oye vete a cagar 
y déjame tranquilo. Y cuando cojas un poco de fuerzas vete a cualquier stock 
acumulado sobre tu espalda cansada y date tu parte, con dinero gratis. Y 
hablamos después si quieres sí... 
666. Vampiros que rechazan la muerte. Este vampiro rechaza la muerte porque 
no quiere la utopía, que siempre exige el exterminio de algún resto. Rechaza 
la muerte porque quiere vivir, y porque la exigencia de tendero de cuadrar 
unas cuentas que nunca estuvieron cuadradas o igualadas, nunca, ya ha matado 
mucho más de lo que es inteligente permitir. Rechaza la muerte porque la 
muerte y su reparto es la única solución que nuestro mundo propone y lleva 
adelante, adelante los sacrificados al orden de la economía política que 
como el más goloso dios azteca renueva siempre la amplitud inconmensurable 
de su estómago. Rechaza la muerte porque la presión de este mundo llega a 
ahogarle, quiere agotarle y no soltarle, pero él quiere vivir y no morir 
ahogado en el estrecho, y no morir atropellado por disputas comerciales, etc. 
Etc.
Pero hay un momento en que llegamos por esta proposición a un espacio 
paradójico. Porque ¿cómo rechazar la muerte de un espacio (común, político, 
social) de donde ésta ya ha sido rechazada? Sí, pero la muerte expulsada, 
rechazada de la vida mortal humana sólo puede ser un escamoteo. Y qué nos 
escamotea la muerte sino la recurrencia del bien y de la vida en la boca de 
los parásitos y ayudantes velada por la sonrisa televisiva. Pocas cosas hay 
más monstruosas que ese empeño nuestro de salir en todas las fotos sonriendo, 
toda comunicación ha de ir inflamada de vida, de positividad... de 
mierda sempiterna repetida y envasada al vacío para que se conserve mejor. 
Cuando de la vida que podemos vivir se quiere sacar "el lado del mal", ya 
no queda otro lado. La vida biológica está embarcada en un come-cago 
gigantesco, los cuerpos vivos se destruyen unos a otros de la misma manera 
que se apoyan unos en otros y que nacen unos de otros.
Así que vampiros que rechazan la muerte ¿por qué? Porque es saludable asumir 
la condición de enemigo, la condición de injusto, porque para toda gran 
fortuna replantear la cuestión de la parte es una gran injusticia. Y eso 
señala que estamos golpeando bien, en la grieta que recorre la impotencia 
siempre de nuevo una vez más.
Todo esto es falso además, sólo puede ser falso, artificio. ¿Cómo puede un 
vampiro rechazar la muerte sino siendo un falso vampiro, un invertido, un 
travesti? Más falso que falso Artificio, poesía, teatro: la peste, el 
vampiro. Y a la vez, más real que real: Dinero Gratis. 
Las 3 preguntas: 
1- ¿qué es la riqueza sin el poder?: El interior de un harén
2- ¿qué es el poder sin riqueza?:  El nacimiento de una lucha
3- ¿Y qué es el poder con riqueza, o la riqueza con poder?:
Una cancha de juego
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