EL ANTIIMPERIALISMO FRENTE AL IMPERIO


Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 estamos asistiendo a una multiplicidad de debates y análisis sobre su significado. Los acontecimientos del 11 de septiembre no sólo han cambiado toda una serie de creencias ingenuas sobre las "bondades" del pensamiento neoliberal y sus prácticas expoliadoras del planeta, disfrazadas de civilización. De igual manera, la mayoría de las corrientes de la llamada izquierda parlamentaria y extraparlamentaria se ven abocadas a replantearse las ideas y las prácticas acariciadas en el pasado. Una de ellas es el antiimperialismo.

- Después del declive de los movimientos sociales entorno al mayo 68, el antiimperialismo occidental apareció como uno de los únicos refugio para las seguridades absolutas de quienes querían enfrentarse al estado de las cosas. En algunos países, se dotó de la fuerza de un discurso ético contra la culpabilidad de Occidente que transcendía el mero ámbito de grupúsculos aislados. Desde las campañas de solidaridad con Nicaragua hasta el mismo nacimiento del abanico de los antiglobalizadores, pasando por un número infinito de ONGs, podemos detectar los últimos residuos del discurso militante antiimperialista. Incluso en ciertos círculos empresariales y en el seno de una socialdemocracia reciclada se ha puesto de moda polemizar contra el "nuevo imperialismo de los mercados financieros" o las grandes multinacionales que socavan lo "bueno" de antes, el estado-nación.

- Caído el contrincante soviético, el viejo estatalismo antiimperialista recibió una inesperada realimentación, al verse justificado por la política omnipotente de EEUU. Al personalizar una relación social mundial (sea en la forma directa de culpabilizar a la actual administración norteamericana y a unos cuantos especuladores bursátiles de todos los malos del mundo) este tipo de antiimperialismo no sólo reproduce viejos esquemas de simplificación social, aplicados ya con éxito mortífero por los nazis cuando contraponían el capital productivo (=bueno) al capital financiero/parasitario (=malo, =judío). Al mismo tiempo inyecta, con sus llamamientos a un estado más justo, la vana medicina que los actuales gobernantes mismos están queriendo vender por todos lados. Además, queda ahora más que manifiesto que el querido esquema del antiimperialismo, "los enemigos de mis enemigos son mis amigos", que todavía podía funcionar más mal que bien en la guerra del Golfo, se ha vaciado de manera irrecuperable después del atentado del 11 de septiembre.

- El capital, como movimiento histórico que se nutría de la incorporación cada vez más grande de poblaciones enteras en el ciclo producción-acumulación-reproducción convirtiendo las personas en fuerza de trabajo y consumidor de mercancías y que, al asumir tarde o temprano sus destinos, ligaba su suerte personal al buen funcionamiento del sistema, parece encontrar problemas cada vez más serios para garantizar este equilibrio precario entre su principio sagrado, el beneficio, y la paz social. Con el fin del Fordismo, que extraía buena parte de su auge de este compromiso social, también los estados-nación están, poco a poco, entrando en crisis. Reducidos en la mayoría de los casos a meros administradores de la conflictividad social y rentabilizadores de su territorio, sacaban todavía una buena dosis de su legitimidad de un mínimo de contraprestaciones, aunque sólo fuera la venta de un sentimiento de seguridad, frente a los desastres de ahí fuera. El atentado del 11-S sacó a la luz lo que ya había empezado muchos años atrás: combinar rentabilidad y paz social exige familiarizar al personal con asumir "riesgos".

- Frente a las amenazas de un terrorismo a la vez inventado y real, el antiimperialismo o se sitúa ya abiertamente al lado de los buenos moderados (Europa frente a USA) o ya no sabe qué hacer con sus "simpatías" semi-escondidas por "la lucha de los pueblos oprimidos" que viste hoy el traje de mafiosi y de la acción suicida colectiva. Con la disolución/mutación de los viejos estados-nación y su obsoleta caracterización como "imperialismo(s)", el antiimperialismo, como análisis y sus prácticas sociales definidas a partir del "ellos" y el "nosotros", ya no nos sirve para afrontar las nuevas realidades del mundo-imperio.